Debo confesar que a mí no me gustaban las canciones de Armando Manzanero, quizá porque era muy joven o porque ni siquiera sabía que eran de él cuando las escuchaba en voz de otros artistas; este es el fenómeno que sufren los compositores y también que se da con la juventud.
En mis recuerdos de niña están algunas de sus canciones en discos de vinil que se oían en casa y cuando pasábamos por la calle 69, cerca de la terminal de autobuses en Mérida, rumbo a la calle 80, siempre me decía mi papá: ahí vivía Armando Manzanero. Nada de eso cobró mayor relevancia, hasta muchos años después, cuando inevitablemente canté una y otra vez No sé tú, conquistada por la voz de Luis Miguel y después Nada personal en la misma voz de Manzanero a dúo con Lisset, que comencé a disfrutar su talento.
Años más tarde, en Buenos Aires, el dependiente de una casa de antigüedades, al notar mi acento, me preguntó de dónde era yo, y al decirle que de México, de inmediato me dijo: Oh, de la tierra de Armando Manzanero. Ahí comprendí, ya en mi adultez, la grandeza de la figura del maestro en el mundo.
Pero su grandeza como artista la comprendí cuando por fin lo vi sobre el escenario. No tenía la gran voz que se espera de un cantante, pero escucharlo interpretar sus canciones fue una experiencia indescriptible. Un hombre, pequeño de tamaño, que llenaba el escenario sin necesidad de bailarines o escenografías. Sólo él y su talento. Un verdadero artista. ¿Cómo no sentirme orgullosa, pensé, de ser yucateca?
Un gran sac be
Armando Manzanero Canché nació en Mérida, Yucatán, el 7 de diciembre de 1935, hijo del también compositor Santiago Manzanero, autor de la letra de la conocida canción Flor de azahar. Inició su formación musical en el Centro Estatal del Bellas Artes de Yucatán, para después continuarla en la Ciudad de México, donde se profesionalizó como pianista y realizó sus primeras composiciones. Fue promotor, director artístico y productor de la CBS. Como pianista acompañó a Luis Demetrio, Pedro Vargas y Daniel Riolobos. Angélica María le grabó Paso a pasito y Eddy, Eddy. En 1960, Lucho Gatica grabó Voy a apagar la luz; en 1965, obtuvo el primer premio del Festival de Miami con Cuando estoy contigo; en 1967, Carlos Lico le grabó Adoro y No. Ese año se da a conocer como cantautor con Esta tarde vi llover, Contigo aprendí, Mía, Todavía, Felicidad, Aquel señor, Cuando estoy contigo, Perdóname, El ciego y otras más.
El Ayuntamiento de Mérida le otorgó la primera Medalla Guty Cárdenas. Desde 1968 realizó constantes giras por numerosos países recibiendo diversos premios, entre los que destacan dos discos de oro de Hollywood, la nominación para los Grammy por Somos novios, cuatro Calendarios Aztecas y el premio a la mejor canción del Festival de Tokio. En 1978 obtuvo el primer premio en el Festival Internacional de Mallorca con Señor Amor.
Sus canciones fueron grabadas por Frank Sinatra, Elvis Presley, Steve Lawrence, Johnny Mathis, Paul Muriat, Tonny Bennet, Pablo Milanés, Raphael, Dyango y otros grandes cantantes. En 1991 se convierte en director artístico y coproductor del álbum Romances de Luis Miguel, quien le grabó No sé tú; Te extraño; Como yo te amé; Amanecer; Como duele; Por debajo de la mesa; Yo sé que volverás, con letra de Luis Pérez Sabido; Soy yo, Dormir contigo, Ese momento, entre otras. En 2014 se convierte en el primer mexicano en recibir un Grammy Honorífico por su trayectoria. En Mérida, hoy existe un teatro con su nombre y, recientemente, en 2020, se inauguró el museo Armando Manzanero.
Entre claroscuros
La noticia de su muerte, a causa del Covid-19, anunciada la mañana del 29 de diciembre del 2020 por el presidente Andrés Manuel López Obrador, ha sido motivo de noticia mundial y de innumerables mensajes de los famosos como Ricky Martin, Ricardo Arjona y Tania Libertad, entre otros.
Pero, al mismo tiempo, han surgido una serie de comentarios en las redes sociales que recuerdan sus acciones de machismo y misoginia.
Uno de los mayores escándalos que rodeó a Manzanero fue cuando en 2005, denunció, a través de su hijo Diego Armando Manzanero Arjona, a su entonces esposa Olga Leticia Aradillas Lara, a quien mandó a la cárcel acusándola falsamente por el robo de una camioneta que él mismo le había regalado por no aceptar las condiciones del divorcio. La señora Aradillas dejó al descubierto la violencia física y psicológica que vivió con el artista durante los años de su matrimonio en la que los constantes gritos, amenazas y golpes desembocaron en sacarla, incluso, de su casa. Esto último consta en la averiguación previa número 1541/35/2004 que no procedió dado que los testigos, trabajadores de la casa, fueron intimidados.
Desde la cárcel, Olga Aradillas declaró a los medios que las actitudes controladores y violentas del artista habían sido también contra su hija Martha y sus anteriores parejas. Finalmente, se desestimó su culpabilidad por robo, dictándole el juez la libertad por falta de pruebas y se concretó el divorcio; sin embargo, la pensión requerida fue mucho menor a lo solicitado. Todo este hecho fue registrado por el entonces Instituto de Equidad y Género de Yucatán y, tal parece, que en la entidad no se olvida.
De la misma manera, en 2019, el “Señor Amor” volvió a dar de qué hablar por sus declaraciones en las que sostuvo: «Recuerdo desde niño siempre les encanta que las acosen, porque a las mujeres les gusta, cuando hablo de acoso no hablo de agresión, estoy hablando de que las aborden», confundiendo, como buen hijo del patriarcado, el enamoramiento con el acoso como lo reiteró él mismo con sus propias palabras causando la polémica que todavía dará mucho más de qué hablar.
Sin duda, en medio de los lamentos por su muerte, en que el mundo le aplaude por su obra musical, y amigos y seguidores —y hasta quienes ni siquiera lo escuchaban— suben sus fotos en las redes sociales; otros —y no pocos— se preguntan ¿Cómo el maestro del romance pudo ser un golpeador de mujeres? ¿Volvió alguna vez al Centro Estatal de Bellas Artes que es el semillero artístico de sureste de México? ¿Porqué no abrió una escuela de música para niños mayas —porque él se decía maya— o un albergue en Yucatán como lo han hecho otros artistas que ni siquiera son yucatecos como Miguel Bosé?
Por supuesto, su legado musical quedará más allá de los actos y errores humanos, de los que nadie está exento, pero que no pueden, ni deben justificarse, sobre todo tratándose de personas públicas y de tanta influencia como Armando Manzanero.
Definitivamente, nadie puede negar la belleza de sus canciones, pero tampoco, que las nuevas generaciones, de hombres y mujeres, escucharán sus letras con más cautela, con oído crítico e implacable, del que tal vez haya canciones que no se salven como la canción Mia, que bien podría ser un himno al acoso:
Mía
Aunque tu vayas por otro camino
Y que jamás nos ayude el destino
Nunca te olvides sigues siendo mía
Mía
Aunque con otro contemples la noche
Y de alegría hagas un derroche
Nunca te olvides sigues
Sigues siendo mía
Solo mía
La muerte de Armando Manzanero deja un vacío en la música mexicana, después de más de 600 canciones interpretadas por las más grandes voces del medio artístico contemporáneo, pero también que representan una época, el canto al amor romántico que tanto daño ha hecho en las relaciones de pareja, en donde la dominación sobre el otro está por encima del amor consciente, libre y respetuoso.
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