Cualquiera que haya descendido hasta el fondo de una fosa habrá escuchado un suave e inquietante sonido semejante al de un raspado. Criaturas ínfimas como el escarabajo araña o el piojo de los libros, llevan a cabo su meticuloso trabajo en los cadáveres. En ocasiones el suelo aparece cubierto por una capa de polvo rojo que se levanta al pisarla, se trata del hongo Hypha bombicina, que reseca los cadáveres y se come los órganos internos. El ignorante confundirá este polvo con sangre seca
Libro del sepulturero; Oliver Pötzsch
Conocí a don Faustino, siendo amigo y compañero del abuelo cuando trabajó en el cementerio, a veces llegaban juntos a casa cargados de mangos, naranjas o ciruelas en un morral negro de piel muy misterioso, fue mi etapa adolescente hasta concluir la licenciatura.
La casa de las albarradas, como le llamábamos al hogar de nuestros abuelos, está en el centro de la ciudad de Mérida, en la parte sur, zona caracterizada por sus viviendas deterioradas hasta antes de la gentrificación. Lugar abundante en comercio popular, con tiendas y mercados de barrio y para provisión de la población con bajos ingresos que habita en las colonias más al sur de la ciudad. También es un enlace con las zonas de abasto para los habitantes del interior del estado. En esta zona se encuentran ahora los llamados “barrios mágicos”: La Ermita, San Sebastián y Xcalachén, relevantes para el Gobierno debido a que en estos espacios se realizan actividades lucrativas con enfoque cultural como el Paseo de las ánimas, las ferias de la Chicharra, del Queso de bola y del Pib.
Inmerso en este tridente de magia se encuentra el Cementerio General declarado Patrimonio Cultural en 2013, albergando 25 mil 700 bóvedas, 118 mausoleos y una gran cantidad de historias, mitos y anécdotas. Se inauguró el 3 de noviembre de 1821, bendecido por don pedro Agustín Estévez y Ugarte, Obispo de Yucatán.
Don Faustino era sepulturero de tercera generación y creció escuchando de su padre y abuelo anécdotas que le platicaba a mi abuelo y luego, éste a mí. Muchas de ellas consideradas tan fantasiosas que generaron misterio, deseando conocer la verdad.
Don Faustino platicaba que el primer entierro del Cementerio General fue a don Felipe Trejo un martes 6 de noviembre de ese año de la inauguración, y nos mostró la pared ya derruida actualmente, con nichos donde se supone estuvo la lápida que señalaba al primer huésped. Es lo más cercano que se ha tenido de la ubicación.
El concepto cementerio viene del griego Komeo que significa dormir y terio, que es lugar o sitio, donde se duerme el sueño eterno. Espacio destinado para el depósito de cadáveres humanos en forma permanente o en el lapso de tiempo que garantice su transformación hasta convertirse en materia inerte.
No fue difícil hallar datos en la biblioteca, apunte importante es el arquitecto encargado del proyecto, Santiago Servian, quien elaboró los planos por los cuales se le pagaron 25.00 pesos como honorarios un 2 de septiembre de 1814.
Los motivos para la creación de este cementerio, principalmente fueron el paralelismo con los avances médicos de la época sobre higiene y salud pública, y una Real cédula de 1787 (del Rey Carlos III) y su Real disposición de 1804 señalando el fin de los entierros en las iglesias, al disponer el traslado de los cementerios fuera de las poblaciones. Para el caso de Mérida, el atrio del templo de Santa Lucía funcionó muchos años como el cementerio de la capital hasta 1821, aseverando esta orden el 1 de noviembre de 1813 las cortes de Cádiz con la prohibición de efectuar enterramientos dentro de los poblados. El control de la iglesia cobre los cementerios cesó el 12 de julio de 1859, al declararse los bienes del clero como nacionales.
Entre los mayas cuando un integrante moría, lo envolvían en una mortaja y le llenaban la boca de maíz molido y cuentas de jade como sus monedas, éstas le servirían para tener sustento en la otra vida. A las personas que eran pobres las enterraban debajo de los pisos de sus casas. En la tumba colocaban figuras hechas de barro o de piedra, con objetos que mostraran qué profesión tenían e inclusive hasta su animal. Mi abuelo y don Faustino decían: hay que tener un perro de mascota para ayudarnos a cruzar el Xibalbá.
Siguiendo con la crónica, el Ayuntamiento consiguió la hacienda San Antonio Xcoholté en cantidad de $2,300.00 pesos para erigir en ella un Camposanto. Se hallaba a una legua de Mérida, junto al camino Real a Campeche, y entre sus ventajas tenía su ubicación al suroeste en rumbo opuesto a los vientos dominantes, la compraron a los familiares de su difunta dueña María de la Luz Cepeda.
El abuelo y su amigo platicaban anécdotas de los cortejos fúnebres, existiendo un modelo de procesión para este rito. A finales del siglo XIX y principios del XX era común amortajar al cadáver con una sábana blanca, y las personas con suficientes recursos económicos podían optar por un ataúd de madera de pino; en esos tiempos el féretro era llevado al cementerio en un carruaje tirado por un caballo negro cubierto con lienzos de malla negra decorado con plumas negras. Ya en el cementerio, el féretro podía ser trasladado en un sistema de rieles decaville ocargando en hombros.
Las primeras veces que acompañé al abuelo al cementerio no supo decirme qué significaba esa fachada ni por qué del color amarillo; sin embargo, el primer pórtico que tuvo fue en 1870, de lo rescatado entre las ruinas de la capilla del convento grande de San Francisco de Mérida; nueve años más tarde se construyó el actual con estilo neomaya.
Con don Faustino y el abuelo aprendí a diferenciar el mármol del granito, el yeso de la piedra y que los colores indican algo más: el blanco cuando se vincula al oeste remite a la muerte, si lo hace con el este se asocia con el retorno, el gris en la simbología cristiana va con la resurrección de los muertos, el verde; la esperanza y el amarillo es el color de la vida eterna y de la fe, mientras que el azul se considera el color de la verdad, idea de tranquilidad y sueño eterno.
También me enseñaron respeto por el sepelio; acción de inhumar un cadáver de forma legal y que el lugar donde se depositan los cuerpos se llama sepulcro, casi siempre construido de piedra y levantado del suelo, cuando el material empleado no es la piedra se denominará panteón, originalmente se designaba así una bóveda de hechura redonda alrededor de la cual tenían nichos con urnas. Si el sitio corresponde a una excavación dentro de la tierra en vez de erigirse sobre ella es una sepultura, la bóveda dependiendo del tipo de suelo pueden ser subterránea o sobre éste, son habitaciones debajo de la tierra o en las iglesias, labradas debajo del empedrado y sirven para depósito o entierro de los difuntos. Como es el caso de este cementerio.
Uno puede intuir los valores de una cultura por el modo en que trata a sus muertos
Benjamin Franklin
Entendí que la cripta mortuoria, es una construcción debajo tierra que sirve para albergar varios cuerpos a diferencia de la bóveda que es individual, usada como sinónimo de mausoleo, pero este término designa al monumento por encima de las criptas y permite acceder a ellas. La tumba; término tomado del griego significó el armazón que se coloca sobre el suelo para la celebración de la honra fúnebre del difunto, ahora incluye hasta el monumento sobre este. El osario es el lugar destinado a reunir los huesos que sacan de las sepulturas con el fin de volver a enterrar en ellas. Lápida es un elemento iconográfico ubicado en el sitio donde yacen restos humanos con datos relativos al difunto. En ella se le graba el epitafio (del griego taphos: tumba).
Entre tumbas de piedra jugué descifrando epitafios con nombres misteriosos y símbolos extraños, algunas veces mojándolas o viéndolas con el reflejo del sol como años después encontré en un libro: “…con la ayuda de un cepillo de cerdas suaves y una rasqueta de madera, limpié la mayor parte de musgo y liquen de la lápida sin dañar la piedra. Después cogí un espejo para reflejar la luz y ajusté el ángulo hasta distinguir las imágenes y el epitafio” (La restauradora, A. Stevens)
Entre la diversidad de tumbas del cementerio encontramos “la casa”, representada como símbolo femenino de refugio, madre y protección, aparecen como casas mayas y algunas en estilo “colonial mexicano” con techos de teja a dos aguas, y las pequeñas iglesias que recuerdan los templos franciscanos coloniales de las poblaciones, con sus torres y campanarios.
Junto con el círculo y el cuadrado, la cruz es uno de los íconos fundamentales que representa la tierra, dirigida a los cuatro puntos cardinales, es la base de todos los símbolos de orientación en los diferentes planos existenciales del hombre. En ella se unen el cielo y la tierra, se mezclan el tiempo y el espacio. La cristiandad enriqueció el significado de la cruz desde la crucifixión de Cristo.
Otro motivo escultórico son los ángeles con su papel intermediario entre Dios y el mundo. Existe un ángel vinculado directamente con la muerte: Azrael, representado en la cultura cristiana sentado junto a una columna y bajo una cruz, con las alas desplegadas de rostro sereno y mirando al cielo. A veces estos ángeles están junto a símbolos paganos como conos truncados (representación de la vida interrumpida) o con trompeta instrumento asociado al juicio final. Según estas representaciones de ángeles con los brazos cruzados sobre el pecho o mostrando el dedo índice al cielo o sobre sus labios sellados. Pueden considerarse dentro del Art Noveau o Art Decó, la mayoría de uso popular que proceden de moldes realizados con yeso o mortero de manera burda.
Caminar las dos avenidas principales, la de los mausoleos o de los sindicatos es andar entre arquitectura neogótica, neoclásica y popular, con esculturas de mármol y yeso, es descubrir arte y paz en esta ciudad.
Referencias
Stevens A. (2014), La restauradora; la reina del cementerio., Roca Editorial.
Pötzsch O. (2022), El libro del sepulturero. Ed. Planeta.
Herrera L. (2011), El cementerio General de Mérida sus voces y su historia. Ayuntamiento de Mérida.
Muy interesante, muchas gracias por toda la información, por toda la historia y vivencias.