El silencio es sabio al hablar, no te grita, no te espanta, sólo te hace pensar y la incertidumbre siempre quebranta.
En silencio se pueden descubrir mil locuras, mil pasiones, sentimientos que no podrás describir, pensamientos que hacen que reacciones.
Al silencio le puedes platicar sin temor a ser delatado, sin miedo a las ganas de llorar, porque siempre en silencio has llorado.
Al silencio le sueles preguntar y tal vez no te responde, pero será un gran oyente, te permitirá hablar, y existirá como el consejero que nunca de ti se esconde.
El silencio te sabrá acompañar, es siempre seguro que caminará a tu lado, no replica, no cuestiona y jamás por seguirte estará enfadado.
Es tan discreto, muy prudente; él conoce tus secretos, tus mentiras, tus dolores y lo que sientes.
Es el amigo inseparable que muchas veces odiamos, el compañero fiel al que normalmente ignoramos.
El silencio no te habla con palabras, pero responde cuando a ti mismo te preguntas, no usa un lenguaje ordinario, se expresa con sentimientos dentro de tu ser.
Es sincero, es callado… El silencio es sabio al hablar.
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