La pandemia del nuevo coronavirus lo ha trastocado todo. El mundo del arte ha sido, quizá, uno de los más afectados, pues la mayoría de los lugares donde normalmente la obra de arte toma cuerpo y se realiza, se encuentran cerrados y es donde más restricciones se han aplicado a nivel mundial.
Es así que cines, museos, galerías, teatros, grandes estadios, y otros espacios propensos a grandes concentraciones de personas, se mantienen cerrados o reducidas sus capacidades, hasta que la COVID-19 sea controlada o al menos aprendamos a convivir con ella sin contagiarnos.
En medio de tales circunstancias, no han sido pocos los artistas, especialmente músicos, que se han vuelto a preguntar si el éxito del que gozaron antes del inicio de esta tragedia, volverá a sus vidas.
Pero, ¿qué es el éxito? Para muchos, hoy, una arrasadora muchedumbre de vítores, tras completar una hazaña al estilo más americano de superhéroes. En los tiempos que corren, también se aceptaría como éxito una publicación en redes sociales inundada de Me Gusta o Me Encanta.
Son muchos los ejemplos que pudiesen mencionarse. Hoy el tema del aislamiento y la cuarentena desborda las redes sociales y trae a la actualidad la interrogante de si puede alcanzarse el éxito, en cualquier de las artes, en medio del encerramiento forzado.
En el caso específico de la música, el éxito es ese final feliz que todo artista desea para su carrera. Es el estadio superior de la realización personal. Muchos profesionales, de otras ramas diferentes al arte, interpretan al éxito como una satisfacción personal, algunos la disfrutan desde el anonimato y no sienten necesario el reconocimiento de otros. En el caso de la música, en el camino al éxito, el anonimato no tiene cabida.
El camino al éxito se hace escabroso cuando a la ecuación hay que agregarle más variables además del talento, como pueden ser las industrias culturales y las grandes empresas discográficas. Ellas son las encargadas de socializar a gran escala el producto artístico y lanzarlo al estrellato. Tienen una gran responsabilidad pues son las grandes empresas transnacionales las que dominan y controlan los contenidos audiovisuales que van a consumir gran parte de la población mundial.
Algunas de ellas más poderosas son la Universal Music Group (considerada la más importante del mundo), la Sony Music Entertaiment (segundo puesto) y Warner Music Group (tercer lugar).
Ellas tienen dentro de su catálogo los más importantes y famosos artistas del mundo. Son las que, a través de su selección, muestran a las grandes masas, el significado del éxito, a veces cuestionable.
Enrique Iglesias se encuentra dentro del catálogo de la Universal Music Group. ¿Habrá sido una decisión correcta de la discográfica o pudo haber ocupado ese lugar otro cantante más talentoso? Digamos hipotéticamente que fue una mala decisión. He aquí un pequeño desenlace del juego de palabras inicial: para ser exitoso, no es necesario ser talentoso. La fama no es sinónimo de talento; sin embargo, este cantante queda ya establecido como paradigma de artista. Esto representa un peligro porque se inserta en el público un concepto errado de buen arte; no obstante, se asimila, se acepta y se aplaude simplemente por el poder simbólico que posee la Universal Music Group, que avala a Enrique Iglesias.
Su éxito sigue resultando un misterio, la venta de sus discos aumenta considerablemente; sin embargo, sus conciertos más de una vez han sido experiencias decepcionantes para sus admiradores. Un ejemplo de esto fue su última presentación en la ciudad de Santander, donde el público calificó de atraco a su actuación.
En los últimos años también se han diversificado las vías por las cuales muchos músicos se dan a conocer. El uso de las nuevas tecnologías ha sido crucial al igual que el auge tomado por el video clip para enriquecer el proceso del ascenso a la fama. Las ventas digitales han ido sustituyendo gradualmente a las tradicionales de discos físicos, y plataformas como YouTube se han convertido en aliadas fundamentales de las grandes industrias discográficas para hacer virales a sus artistas y producciones musicales. Los expertos en hacer virales contenidos en YouTube y Spotify son ahora el foco de estas discográficas y su labor es tratar de posicionar las canciones en plataformas de streaming, tratando de conseguir un desorbitante número de visualizaciones. Estar o no en determinada playlist puede determinar el éxito o irrelevancia de un artista.
El negocio se ha ramificado y cada vez son más diversas las vías para llegar a la cúspide. Se vuelve todo una cadena: las grandes mayorías aprecian una estética inculcada y estereotipada y son estas grandes mayorías las que hacen famoso a determinado artista a través de sus visualizaciones del producto artístico ofrecido por vía digital.
No obstante, no podemos negar la existencia de artistas de gran calidad que ofrecen producciones admirables. La extensión actual del negocio hacia las vías digitales ofrece posibilidades infinitas tanto para esos artistas como para esa parte de la población que no puede asistir a un concierto por cuestiones económicas, temporales o geográficas y con sólo abrir una red social, puede disfrutar del espectáculo.
En tiempos de caos epidemiológico como el que vivimos, a causa de la Covid-19, la vía digital se ha convertido en el más fiel de los escenarios para músicos y artistas. Se convierten las diferentes plataformas digitales en una posibilidad exquisita para, a pesar de las circunstancias, seguir disfrutando del quehacer de nuestros músicos preferidos desde casa. Son momentos que recalcan que el arte es una necesidad humana de primer orden, que da color a la vida de muchos, a pesar de ser testigos de un acontecer nada alentador.
Internet y su ofrecimiento de las más diversas recreaciones, artísticamente hablando, es un oasis, que mantiene activos a los artistas, los cuales han sabido aprovechar tales plataformas para seguir cosechando éxitos, y para regalar un poco de esperanza en cada rincón del planeta.
Aquellos artistas que en sus hogares han encontrado la inspiración en estos tiempos para componer canciones con mensajes optimistas merecen las más grandes alabanzas, pues el sólo hecho de regalar su talento con tan noble objetivo los convierte en mensajeros de la paz.
El éxito es entonces una mezcla de talento con perspicacia, esfuerzo, valentía. Hay que saber lidiar con nuestra realidad de manera inteligente. El talento es el motor, pero no es suficiente.
Llamemos entonces al éxito para que toque la puerta y entre y se acomode. ¿Es suficiente sin los aplausos, que, en minutos, son moribundos? ¿Es necesaria para el éxito la aprobación social obligatoria? ¿Podemos o no ser exitosos desde nuestras casas? Si nos desprendemos un poco de aquel concepto social, quizás comencemos a entender. ¿Se ha formulado usted la pregunta del principio?
Excelente reflexión y aplausos desde el palco de nuestra casa, para esta joven y talentosa artista, muy a tono con la situación actual, que si bien no ha impedido que sigan brillando las estrellas, ciertamente ha sido más difícil hacerlo en una noche nublada
Pude asistir con jubilo al momento en que crecias aupada y acunada con mucho amor y veo ahora com orgullo que aquella hermosa flor se ha transformado en una bella persona que hace de la música una forma excelsa de expresar su capacidad de amar y crear.¡Bendiciones, querida Laura!