Hoy fui a pasear a mis perros, tenía mucho tiempo que no lo hacía, por lo que decidí llevarlos a un puerto o muelle artificial que adorna uno de los centros comerciales de la ciudad de Mérida conocido como “The Harbor” y justo debajo de una gigantesca ceiba vi una casita edificada de manera rústica por los albañiles que todavía siguen trabajando allá, a los que les pregunté el uso que tenía dicho techo; contestándome en unísono que era el hogar de los aluxes de la zona, provocando una sonrisa respetuosa, porque para quienes vivimos en la península de Yucatán hablar de aluxes y sus moradas no es cosa de risa; de sobra sabemos que hay que hacérselas en construcciones, obras de rehabilitación o de gran magnitud; es decir, cada vez que se transforma el espacio, hay que pedirle permiso a los espíritus o dueños del lugar, mismos que dirán lo que se tiene que hacer si se quiere terminar bien lo proyectado.
Apresuradamente, tomé una foto y se la envié a mi tía Carmen por WhatsApp, recordándole la leyenda conocida como “La casita de los aluxes” de la década de los 90´s edificada debajo del antiguo puente que llevaba al aeropuerto de Cancún, frenándose con eso los múltiples accidentes atribuidos a los enojados espíritus y hoy reubicada sobre la avenida Tulum tras haberse derrumbado por la ampliación del boulevard Luis Donaldo Colosio en el año 2022.
Y así, como una cosa lleva a la otra, fue que llegando a casa saqué del librero un ejemplar que me envió mi amigo Felipe desde España sobre los personajes míticos, presentes en el imaginario popular de los asturianos, siendo el Trasgu, el personaje que desempolvé por aquello de ser un pariente cercano del alux maya, el brownie escocés o los leprechauns irlandeses.
Los trasgus al igual que los aluxes tienen apariencia humana son pequeños y feos, oscuros y muy arrugados, siempre cojean un poco y visten gorro y blusa colorada además de tener un agujero en su mano izquierda. Su afición es molestar y gastar bromas pesadas en la casa, barrio o colonia al igual que los aluxes.
Al alux le encantan los objetos brillantes, el tabaco, merodear por el ganado y hacer también travesuras como el trasgu; su vestimenta a la usanza maya es su característica más sobresaliente. Ambos, pueden ser invisibles y asumir forma física con el propósito de comunicarse con los mortales.
El trasgu generalmente habita en bosques, molinos o desvanes mientras que el Alux puede encontrarse en selvas, grutas, cenotes, piedras y campos.
En defensa de los aluxes, diré que ellos tienen una encomienda importante, pues son los encargados del mundo subterráneo, por eso para ingresar a un bosque o santuario se les debe pedir permiso de lo contrario podría haber accidentes, enfermedades o desastres naturales como huracanes, rayos y tormentas.
Muy común es ver por esta zona la construcción de casitas en milpas para que así los aluxes ayuden a crecer el maíz, vigilen los campos de noche y ayuden a traer lluvia; son buenos para ahuyentar a los animales de rapiña o paralizar de miedo a los ladrones que nunca faltan, un alux puede ser de gran utilidad o también un gran dolor de cabeza.
El trasgu como Santa Claus se cuela por la chimenea, le encanta cambiar los muebles de lugar, soltar al ganado, siendo la única forma de librarse de él proponerle hacer cosas imposibles ya que se cree infalible y le encanta apostar, cuando no logra hacer lo que se le encomendó avergonzado abandona la casa.
Pero a mí me gustan más los aluxes, quizás porque vivo dentro de su hábitat y también porque pudieron surgir de la mezcla del folclore británico que trajeron los piratas a las tierras mayas en el siglo XVI, personajes que al llegar a un nuevo mundo carente de hadas tuvieron que darle vida a esos seres mayas que se piensan precolombinos, faltante en la actualidad de sustento o evidencia al respecto.
Bibliografía:
Peña, A. (1966) Mitología asturiana, España: Editorial Picu Urriellu
Baqueiro, O. (1983). Magia, mitos y supersticiones entre los mayas. México: Maldonado editores.
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