El año 2020 se encargó de enseñarnos puntualmente que a veces, por mucho que las planeemos, las cosas no salen como esperamos. Sin embargo, nunca está de más imaginar cómo podría ser el mundo que deseamos en este nuevo año que se presenta con las mismas posibilidades (y el miedo o el entusiasmo) de la hoja en blanco. Ésta es una propuesta para mí misma y para compartir con quien me lee, sobre aquello que quisiera hacer con mis lecturas a partir de este enero. Como la tradición y el cliché lo indican, aquí van mis 12 propósitos lectores para este 2021.
1. Leer en cualquier formato y de cualquier manera.
Muchas veces, cada vez menos, pensamos que leer es el acto de tomar un libro y disponernos al disfrute, mas la realidad es que hoy en día muchas lecturas se hacen en las pantallas (de computadora, celular o de aparatos destinados para ello). Definitivamente, para quienes fetichizamos el papel, no hay nada que pueda sustituir el ritual de abrir un libro por primera vez y olerlo o la flexibilidad con la que el libro se acomoda en nuestras manos sin importar la contorsión improbable que demos en la hamaca; pero, como los más jóvenes lo han demostrado, la lectura es lectura valiosa no importa en dónde la hagamos. Este año me he propuesto ser un poco más flexible y aprovechar la enorme cantidad de material de libre descarga que tengo a la mano para leer y releer en el espejo negro de mi celular.
2. Leer en comunidad.
Leer en grupo, por Facebook, con las amigas, con las personas del trabajo, de manera continua, en reuniones esporádicas, entrar a talleres de lectura (o facilitarlos) compartir lo que he leído, nutrirme de las reflexiones ajenas, escuchar las recomendaciones de los demás; si algo le agradezco al 2020 es que pude compartir lecturas como no lo hacía desde que estaba en la Universidad y ésta es una buena costumbre que quisiera repetir cada año.
3. Leer en voz alta.
Otra cosa que he aprendido este año gracias a la maravillosa labor de las y los docentes de todos los niveles (con especial reconocimiento a quienes educan a niñas y niños de kínder y primaria) es la importancia que tiene leer en voz alta para promover la lectura y conectar con otras personas. Cuando leemos para las y los demás no sólo les regalamos una experiencia diferente, sino que también nos escuchamos y, no sé si a ustedes les pase, pero cuando me escucho leer registro las cosas de manera diferente y a veces encuentro cosas que se me escapan en la lectura en silencio.
4. Compartir libros.
“Tonto quien presta un libro, pero más tonto quien lo devuelve.” He leído y escuchado esta frase durante toda mi vida, afortunadamente nunca le he hecho caso. Prestar libros es mi deporte de riesgo favorito y aunque no siempre regresan a mí, creo que es un costo que estoy dispuesta a asumir.
5. Leer diverso y variado.
Hace un par de años en una Feria de la Lectura, las chicas de LibrosB4Tipos, una colectiva que promueve la lectura de textos escritos por mujeres (vale mucho la pena checar su maratón de lectura #GuadalupeReinas y otros de sus proyectos), nos plantearon hacer un ejercicio: revisar el librero y analizar a quiénes leíamos y qué tipo de lecturas hacíamos. El 60 % de mi librero estaba conformado por autores varones, latinoamericanos y que escriben novelas. Y allí me cayó el 20 de que, aunque disfruto muchísimo las lecturas que hago, me estaba perdiendo de muchas experiencias lectoras. Desde eso me propuse (y para eso ayuda mucho el #GuadalupeReinas) leer a otras autoras y otros autores y explorar nuevos géneros. Este año planeo hacerle un rinconcito en mi corazón y en mis libreros a la poesía.
6. Revisar las repisas.
Uno de mis propósitos que se repite año con año es tratar de hacer más breve la lista de libros que están en espera de ser leídos. Es absolutamente tentador mirar las recomendaciones de libros más recientes pero, en realidad, mi librero tiene muchos ejemplares que aún están cubiertos de plástico. Revisar mi repisa y elegir de allí como si fuera el estante de novedades de la librería de moda, ésa es la meta.
7. Releer algún libro.
Y si ya estamos en la repisa también es una buena oportunidad para regresar a alguna de nuestras lecturas favoritas, especialmente si es una que no hemos hecho en mucho tiempo. La relectura para mí es esta oportunidad de encontrarme con algo que sabe lejana y cómodamente familiar pero que siempre me permite descubrir ideas, imágenes, conceptos que no había visto en una primera (o segunda o tercera) lectura.
8. Hacer lecturas improbables.
Una de las ventajas de ser maestra de preparatoria es que la lectura se vuelve un pretexto para conectar con mis estudiantes y a veces eso implica que lleguen con un libro que, con mucho entusiasmo, me invitan a leer. Así fue como leí Crepúsculo, Amanecer, Dorothy debe morir y otros textos que probablemente no vuelva a leer, sin embargo, también conocí los libros de Una serie de eventos desafortunados y la maravillosa saga de El libro de los héroes y agradezco las sorpresas que me he llevado al hacer lecturas recomendadas e improbables.
9. Registrar las lecturas.
A veces, muchas veces, me encuentro tratando de recordar alguna frase o algún fragmento de un texto y si la frase es suficientemente popular no es difícil apretar un par de teclas y encontrarla en Google; lo que resulta mucho más difícil es recordar aquella reflexión, aquella idea, aquel guiño que encontramos entre lo que leemos y lo que recordamos. Muchas veces, llevar un registro de lo que leo y de lo que pienso y siento sobre lo que leo me ha ayudado a tener material al cual regresar después. Este año registraré cada uno de los libros que lea y mis reflexiones sobre ellos.
10. Leer indisciplinadamente.
Cuando estaba en preparatoria y en universidad era una cuestión de orgullo lector llegar al final cada libro que empezaba a leer (sólo de esa forma pude terminar Palinuro de México y Rayuela). Hoy me queda claro que existen muchos libros y muy poco tiempo así que me he propuesto leer lo que realmente disfrute (y dejar descansar los textos que me cuesten para volver a ellos después).
11. Leer sin competir.
Algunas comunidades virtuales como Goodreads han contribuido a unir lectoras de todas partes del mundo, a compartir experiencias lectoras, recomendaciones y también competir en retos de lectura. En mi caso, mirar cuántos libros leían mis amigas y compararme con ellas se convirtió en un factor de presión. Este año leeré sin mirar el librero de los vecinos.
12. Ignorar todo lo anterior.
Y bueno, como decía yo al principio a veces no importa qué tanto planeemos las cosas pueden cambiar de un momento a otro. Si la vida o las circunstancias lo requieren también se vale ignorar, ajustar y readaptar los propósitos porque la realidad y nosotras nos transformamos continuamente.

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