Donald Trump: la nube y el muro

El regreso de Donald Trump como acontecimiento político puede entenderse a partir de dos elementos: la «nube» y el «muro». Por un lado, la nube representa el auge del poder tecnológico, donde gigantes corporativos controlan datos y atención, una evolución del capitalismo al tecnofeudalismo. Por otro lado, el muro simboliza la militarización de fronteras y el regreso a políticas nacionalistas que buscan aislar a Estados Unidos del resto del mundo.

Estos dos elementos están profundamente entrelazados en el legado de Trump. Mientras la nube redefine las relaciones económicas y sociales, socavando valores fundamentales como la libertad individual, el muro exacerba tensiones geopolíticas y abandona compromisos internacionales, profundizando la fragmentación global en un mundo emergente después de la Pax Americana.

¿El fin de la Pax Americana?

Analistas como Susan Thornton apuntan a que la victoria de Trump significó que el estadounidense promedio decidió a través de las urnas, que los costos de mantener la hegemonía global superan sus beneficios. El argumento tradicional de que mantener las guerras “allá” protege la paz “aquí” ya no resuena en un electorado escéptico y agotado.

La paradoja de la situación actual es que el equipo de seguridad nacional de Trump probablemente intentará mantener la primacía estadounidense a través de una presencia militar expandida, mientras que las políticas transaccionales del presidente y su indiferencia hacia los compromisos internacionales socavarán inevitablemente los pilares del orden global liderado por Estados Unidos.

Este divorcio entre la retórica de “América Primero” y la realidad del sistema internacional tendrá consecuencias profundas. Las instituciones multilaterales, desde la ONU hasta las organizaciones económicas internacionales, enfrentarán un deterioro probablemente irreversible. La cooperación global en desafíos transnacionales, desde el cambio climático hasta las pandemias, se volverá más difícil, si no imposible.

En el ámbito económico, el impacto será especialmente severo. La probable intensificación de la guerra comercial con China, combinada con un enfoque transaccional hacia los aliados tradicionales, acelerará la fragmentación de la economía global. Los aranceles, las sanciones y los controles de exportación crearán un panorama comercial cada vez más complejo y costoso.

Sin embargo, la retirada estadounidense no significa su desaparición del escenario mundial. Estados Unidos seguirá siendo la economía más grande y el ejército más poderoso, pero su rol cambiará fundamentalmente. El compromiso con aliados se volverá más transaccional, condicionado a contribuciones tangibles y beneficios inmediatos.

Este nuevo mundo post-Pax Americana será más fragmentado, más inestable y potencialmente más peligroso. Los aliados tradicionales de Estados Unidos, especialmente en Asia, deberán adaptarse rápidamente, fortaleciendo sus capacidades defensivas y buscando nuevas formas de cooperación regional. La ironía es que mientras Trump promete «no iniciar guerras», su enfoque de política exterior basado en la intimidación y la provocación podría aumentar significativamente los riesgos de conflicto.

El vacío dejado por la retirada estadounidense creará nuevas dinámicas geopolíticas. China, Rusia y otras potencias regionales intentarán expandir su influencia, mientras que las naciones medianas buscarán estrategias de cobertura en un mundo cada vez más multipolar. La estabilidad que caracterizó la era de la hegemonía estadounidense será reemplazada por una volatilidad más pronunciada y una competencia más intensa entre potencias.

Lo que estamos presenciando no es solo el fin de una era, sino el nacimiento de un nuevo orden mundial más complejo y menos predecible.

Poder en la nube

Jeff Bezos, fundador de Amazon, Mark Zuckerberg, CEO de Meta, Sundar Pichai, director ejecutivo de Google, Elon Musk, CEO de Tesla y SpaceX y Shou Chew CEO de Tik Tok acudieron a la toma de protesta de Trump. Su presencia no fue casualidad.

En una era donde la tecnología permea cada aspecto de nuestras vidas, Yanis Varoufakis plantea una tesis provocadora pero convincente: el capitalismo tal como lo conocíamos ha muerto, dando paso a un sistema aún más pernicioso que él denomina “tecnofeudalismo”. Esta transformación, lejos de ser una simple evolución del capitalismo, representa un cambio fundamental en la estructura del poder económico global.

La ironía histórica que Varoufakis señala es notable. El capitalismo, en lugar de sucumbir ante las contradicciones que Marx anticipó, se ha transformado en algo que ningún teórico del siglo XIX podría haber previsto. En este nuevo orden, el poder no reside en la propiedad de los medios de producción tradicionales, sino en el control de las plataformas digitales y el “capital en la nube”.

Lo más inquietante de esta transformación es cómo ha convertido a los usuarios de estas plataformas en «siervos digitales» que, sin saberlo, producen valor para los nuevos señores feudales de la era digital. Cada interacción, cada clic, cada momento que pasamos en estas plataformas contribuye a la acumulación de capital en la nube, un proceso que ocurre sin compensación alguna para los usuarios.

El paralelismo con el feudalismo tradicional es sorprendentemente preciso. Al igual que los señores feudales dependían de los siervos para trabajar sus tierras, los nuevos “señores tecnológicos” como Amazon, Google o Facebook dependen de la interacción constante de billones de usuarios para generar su riqueza. La diferencia crucial es que esta nueva forma de servidumbre es voluntaria y, en muchos casos, adictiva.

Particularmente preocupante es la observación de Varoufakis sobre cómo este sistema está erosionando los valores fundamentales que incluso el capitalismo tradicional preservaba. La libertad individual, aunque limitada bajo el capitalismo, está siendo aún más restringida bajo el tecnofeudalismo. Las plataformas digitales no solo controlan nuestras interacciones económicas, sino que están moldeando nuestra percepción de la realidad y limitando nuestra capacidad de pensamiento crítico.

La presencia de estos tecnofeudales en la toma de protesta de Trump simboliza una nueva realidad: el poder ya no reside en Wall Street o en las fábricas, sino en la nube. Y a diferencia del capitalismo tradicional, este sistema no necesita nuestro dinero; necesita nuestra atención, nuestros datos y nuestra participación constante en sus plataformas.

Un muro con grietas

El regreso de Donald Trump como presidente no solo ha marcado un giro radical en las políticas estadounidenses, sino que ha expuesto las profundas grietas en el sistema político estadounidense. La avalancha de órdenes ejecutivas firmadas en sus primeras 24 horas revela una preocupante tendencia hacia el gobierno por decreto, una práctica que socava los principios fundamentales del equilibrio de poderes, otrora defendido por Estados Unidos que se jactaba de ser una democracia liberal.

Esta forma de gobernar, que elude deliberadamente al Congreso y el debate, representa una amenaza directa a los principios que han sostenido la república estadounidense durante más de dos siglos. Es decir, el uso excesivo de órdenes ejecutivas, independientemente del partido en el poder, establece precedentes peligrosos que erosionan gradualmente las instituciones estadounidenses.

Cada vez que un presidente recurre a decretos para implementar cambios radicales de política, se normaliza un estilo de gobierno personalista que puede generar inestabilidad política donde cada administración entrante se siente compelida a deshacer las acciones de su predecesora mediante los mismos métodos unilaterales, creando un péndulo político que socava la capacidad del país para abordar desafíos a largo plazo como la desigualdad económica, el cambio climático o la migración.

El muro y la militarización de la frontera representa mucho más que un despliegue adicional de fuerzas de seguridad. Significa la normalización de una lógica bélica en el tratamiento de la migración. Cuando los migrantes son redefinidos como “invasores”, la respuesta natural desde esta perspectiva es tratarlos como una amenaza militar, lo que abre la puerta a respuestas cada vez más agresivas y potencialmente letales.

El cierre de la aplicación CBP One, que proporcionaba una vía legal y ordenada para solicitar asilo, revela la verdadera naturaleza de estas políticas. No se trata de regular la migración, sino de impedirla por completo, sin importar las consecuencias humanitarias. Esta medida deja a miles de personas en un limbo legal y físico, atrapadas en territorio mexicano sin opciones viables para buscar protección internacional.

La estrategia de Trump se basa en explotar y amplificar los miedos y prejuicios existentes en la sociedad estadounidense. Al caracterizar la migración como una “invasión”, busca justificar medidas cada vez más draconianas mientras desvía la atención de las causas fundamentales de los flujos migratorios, muchas de las cuales tienen sus raíces en las propias políticas estadounidenses en América Latina.

Este enfoque militarizado de la migración no solo es moralmente reprobable, sino también pragmáticamente ineficaz. La historia demuestra que la militarización de las fronteras no detiene la migración; simplemente la hace más peligrosa y mortal, empujando a las personas a rutas más arriesgadas y aumentando su vulnerabilidad frente al crimen organizado.

Particularmente preocupante es la normalización del discurso de odio en la política mainstream estadounidense. La retórica que deshumaniza a los migrantes no solo legitima la violencia estatal, sino que también fomenta la violencia social y el racismo sistémico. Este ciclo de deshumanización y violencia violenta los principios fundamentales de los derechos humanos y la dignidad humana.

En este contexto particular, si la derecha mexicana opta por continuar alabando a Trump y desprestigiando las respuestas del gobierno de Claudia Sheinbaum, perfectibles o no, estarán perdiendo la oportunidad de ofrecer soluciones propositivas y responsables ante una de las crisis más apremiantes de nuestro tiempo.

El desafío no es únicamente resistir estas políticas, sino también articular una visión alternativa de la migración basada en los derechos humanos, la dignidad y la justicia social. Una visión que trascienda la retórica del miedo y del control para abordar las causas estructurales de la migración, como la pobreza, la violencia y el cambio climático, que obligan a millones de personas a abandonar sus hogares.

La verdadera seguridad fronteriza no se logra mediante muros y militarización, sino a través de políticas integrales que promuevan el desarrollo sostenible, la cooperación internacional y el respeto por la humanidad compartida de todas las personas, independientemente de su estatus migratorio. Solo así será posible transformar este desafío en una oportunidad para construir un futuro más justo, inclusivo y solidario para México y América Latina.

Licenciado en Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Maestro en Gobierno y Políticas Públicas por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), Master en Técnicas Modernas de Dirección en la Administración Pública por la Escuela de Negocios Formato Educativo y la Universidad de Cádiz (becario de la OEA) y doctorando en Política Pública por el Centro de Investigación, Docencia y Análisis de Política Pública (CIDAPP). Tiene diversos diplomados y especialidades entre las que destacan Certificado en Sistemas Integrados de Gestión (Universidad de Cádiz), Diplomado en Evaluación de Políticas y Programas Públicos (Secretaría de Hacienda y Crédito Público), Certificado en Administración Pública y Fiscal (Banco Interamericano de Desarrollo), Diplomado en Derecho Parlamentario (Poder Legislativo del Estado de Yucatán- UNAM) y Diplomado en Teología, terrorismo y fundamentalismo religioso (Universidad de Salzburgo-ITESO). Se ha desempeñado en diversos cargos públicos destacando su experiencia en diseño, implementación y evaluación de políticas públicas. Asesor y consultor externo en proyectos educativos, culturales y empresariales. Docente universitario y promotor del estudio de las Relaciones Internacionales y las Políticas Públicas en diversos medios de comunicación. Fundador y Director General de Gestión y Vinculación Académica del Centro de Estudios Internacionales del Mayab (CEIM).