Infancias cubanas en contexto de Covid-19. ¡Tiempos de desafíos!

Cuba, como más de 180 países transita por una situación de crisis sanitaria sin precedente alguno, provocada por el virus SARS-COV-2, el cual ha sido declarado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), como PANDEMIA, lo que significa que se trata de un virus de extensa y peligrosa propagación, que no se conocía. Sus particularidades han resultado de alta complejidad para contrarrestarlo y encontrar antídotos o vacunas que puedan controlar su extensión y disminuir sus daños.

China, país primero en reportar la presencia del coronavirus, llamado Covid-19 describió los estragos que desde un inicio se desataron en su territorio, teniendo a bien poner al servicio de la situación todas las fuerzas sanitarias y no sanitarias que se requirieron, implicándose necesariamente el estado con los recursos que se requerían dada la magnitud del problema creado. Luego, se manifestó rápidamente en otros países que siguieron reportando miles de casos abruptamente. La Covid-19 paralizó a una gran parte del mundo, y muchos gobiernos comprendieron la trascendencia del acontecimiento surgido, demandando la participación de diversos sectores, sociales no sólo del sector salud, para contrarrestar y controlar las caóticas realidades generadas.

Expresa la Dra. Argentina Mónica Boríles, en un mensaje que envía a la Red de Adolescencia, que lo que estamos viviendo más que una pandemia, se trata de una Sindemia (convergencia de varias crisis), partiendo de que ya estábamos en un mundo desigual y por tanto, la pandemia ha tocado a todos y todas, desde diferentes escenarios y realidades; las clases altas, los ricos, han sufrido también el impacto, pero NO en la magnitud que lo han sufrido los pobres; los que no tienen alimentos, o no tienen trabajo, no viven bien, esos que no tienen con qué comprar medicinas, ni pagar los servicios de salud. Ellos en no pocos lugares del mundo murieron, van a morir o vivirán con las morbilidades y secuelas que los mantendrán en situación de vulnerabilidad y desventaja social, por el resto de sus vidas.

Los cubanos, pese al embate de la covid-19, cuentan con un Sistema de Salud Públicaque una vez más, ha demostrado al mundo cómo hacer hasta lo imposible para enfrentar con sus recursos ¡limitados por cierto!, la nunca antes vivida crisis sanitaria provocada por el brote de contagiados desde la primera etapa. La no existencia de precedentes, obligó a ir tomando experiencias de China y otros países europeos a la vez. Los intercambios entre científicos cubanos fueron dando al traste con el estudio de las cepas y resultados de investigaciones cubanas y foráneas.

Pasados los primeros meses de haberse conocido las primeras tres personas infestadas en Cuba, ya los científicos estaban preparándose para enfrentar el nuevo reto, lo que no sólo aceleró, sino provocó la focalización en el país de las instituciones que podían hacerle frente de manera mancomunada, concentradas en el llamado “Polo Científico”, escenario en el que se encuentran la mayoría de los centros científicos afines con la alarmante realidad.

Se trabajó intensamente y se logró identificar cinco candidatos vacunales, que luego de los protocolos correspondientes, fueron dados a conocer a la población y se ofrecieron las particularidades de ellos; su composición, su alcance e impacto, de manera que se conociera progresivamente el significado de la actividad de los científicos y de los productos que, desde el proyecto social cubano, se obtuvieron en el menor tiempo posible, sin abandonar las rigurosas etapas requeridas para alcanzar la meta: Contar con vacunas cubanas y ponerlas a disposición de los cubanos y de otros países interesados en obtenerla.

A pesar del BLOQUEO, Cuba logró los siguientes candidatos vacunales: Soberana 01, Soberana 02, Abdala, Mambisa y Soberana Plus, cada una con sus particularidades, teniendo en cuenta la diversidad de las poblaciones. Hoy, unas más avanzadas que otras en sus respectivos y rigurosos procesos de evaluación y certificación, ya son una realidad. Creció el orgullo por los científicos, los médicos, los tecnólogos de la salud, los operadores del orden público, los trabajadores del transporte y la agricultura, las universidades, en fin, todas y todos los que de alguna manera han estado trabajando para mitigar los daños provocados al país. Se reconoce la fortaleza de la isla en cuanto a la movilización y esfuerzo mancomunado de diversos sectores que han acompañado a los científicos y al personal de salud en todo el proceso, lleno de riesgos y carencias, pero también de solidaridad, responsabilidad, afectos y compromiso humanitario.

A dos años de la pandemia, la gran mayoría de la población cubana, se encuentra vacunada, incluso la población infantil, actualmente se preparan las condiciones para inmunizar a los niños/as menores de dos años. Los escolares acuden a sus escuelas con la tranquilidad y alegría de estar protegidos. Sólo deben garantizar las medidas de protección orientadas, pues aún no se ha ganado la batalla contra el coronavirus.

¿Cómo describir lo que está pasando en Cuba?

Cuba está conformada por una población multicolor y diversa en cuanto a condiciones socioeconómicas, por eso se crearon las condiciones para asistir de manera individualizada a las personas más vulnerables, que fueron en un primer momento los adultos mayores, las personas con enfermedades crónicas como Diabetes Mellitus, Hipertensión Arterial, Cáncer, problemas respiratorios, entre otras enfermedades que junto a los síntomas de la covid-19 provocaron y provocan muertes. La dirección del país ha puesto todo su empeño en salvar vidas, no solo de Cuba, sino en otros países donde se ha solicitado la presencia de la medicina cubana, para salvar vidas, en cuyos procesos los resultados han sido muy positivos, predominando la solidaridad, el sacrificio, la resiliencia y el altruismo.

Se ha recabado de un arduo trabajo multisectorial, de acuerdo a los principios de la Salud Pública cubana, así ha sido como se ha podido sostener esta increíble realidad. Cada día se pesquisan más personas, se habilitan más centros para analizar las muestras que se toman para el diagnóstico, se movilizan personas entre las que hay una alta representación de jóvenes que ofrecen su apoyo en los centros de aislamiento, en la zona roja, donde están los enfermos de Covid-19, se movilizan hacia la agricultura, en la transportación de muestras y pacientes. La presencia de jóvenes junto al personal experimentado ha sido definitivamente muy importante.

Un parte emitido por un espacio informativo y de debate de la televisión cubana, informa que fueron creadas en un trimestre 516 brigadas conformadas por 14 529 jóvenes que se incorporaron a la producción alimentaria y producción cañera, de plantas proteicas, frutales y vegetales. Durante la “Semana de la Victoria” (del 16 al 23 de abril 2021) se movilizaron 64 155 jóvenes de ellos 32 709 estudiantes y 31 454 trabajadores que se vincularon a tareas como la construcción, pesquisas, donación de sangre, servicios comunales, seguridad vial, higienización, mensajería, centros de aislamiento, actividades científicas y hasta en la línea roja.   

Sí, el escenario cubano es digno de observar, sin que por ello no se aprecien también dificultades como, falta de medicamentos y equipos médicos necesarios y difícil adquisición obstaculizada por el bloqueo. Se observan indisciplinas por parte de la población, cansancio y desánimo, ante la sostenida situación de crisis y las cifras crecientes de positivos al virus, dolor y muertes. Lo que más pesa es la actitud de una parte de personas que no ha comprendido su papel en esta crisis.  La desobediencia, la incredulidad y el individualismo también han formado parte del contexto cubano.

Un generador de estas indisciplinas es la escasez de productos básicos de toda índoles y dificultades en su distribución, la incertidumbre respecto a la garantía de la estabilidad de los productos en los mercados, junto a las crecientes desigualdades en la población relacionadas con los ingresos y la posibilidad de satisfacer necesidades materiales. Muchas familias han puesto la salud de sus hijos e hijas en riesgo; salidas a la calle sin nasobuco, no se mantienen en sus hogares, no cumplen con el necesario aislamiento, no les enseñan a mantener la higiene orientada y por tanto han provocado el contagio de niñas, niños y adolescentes, incluso la muerte sobre todo de los que han presentado comorbilidades que han complicado el diagnóstico clínico.

No obstante, estas situaciones lamentables, los protocolos de salud y, en particular las vacunas se aplican y serán aplicadas a toda la población de manera ordenada y gratuita, además de voluntaria. Se organizó de manera particular la vacunación de infantes y adolescentes. Las familias acompañaron a sus hijos/hijas con gran responsabilidad y emoción, pues la vacuna resulta una garantía para protegerlos del coronavirus.

Luego de cumplir las etapas de vacunación, las escuelas abrieron sus puertas, organizaron los procesos docentes y garantizaron las condiciones sanitarias exigidas para mantener ciertas condiciones de aislamiento en las escuelas y, con ellos evitar nuevos contagios.

La nueva normalidad es una realidad en Cuba nuestras infancias, luego de sufrir casi dos años de aislamiento, regresaron felices a sus escuelas y poco a poco se incorporan a las muchas actividades extraescolares que conforman su formación integral.

Es Licenciada en Psicología, Master en Sexología, Doctora en Ciencias Psicológicas, Profesora Titular e Investigadora. Es autora de varios libros y numerosos artículos en revistas cubanas y algunas extranjeras. Es miembro de la Comisión de Grados Científicos de Salud Pública y de varias Asociaciones Científicas cubanas. Actualmente conduce una sección fija sobre orientación psicológica y sexológica de la Emisora Habana Radio, de la Oficina del Historiador de La Habana. Dirigió por muchos años el Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ), perteneciente a la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba, fue jefa del Departamento de investigación y Docencia del Centro Nacional de Educación Sexual CENESEX, donde se desempeña en la actualidad como especialista de esa institución, abanderada de la inclusión social en Cuba. Es miembro de varias Asociaciones Científicas (Psicología, Pediatría, SOCUMES y SOCUDEF). Ha recibido varios reconocimientos, entre ellos, la Orden “Carlos J. Finlay”, otorgada por el Consejo de Estado de la República de Cuba y Reconocimiento especial “Ángel Custodio Arce” otorgado por la Cátedra de Género, Salud y Educación Sexual de la Universidad de Ciencias Pedagógicas de la Habana.