El patriarcado es un juez que nos juzga por nacer, y nuestro castigo es la violencia que no ves. Es feminicidio… Impunidad para mi asesino. Es la desaparición… Es la violación. Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía. El violador eras tú…. El violador eres tú. El violador eres tú |
En el año 1996 me empecé a preguntar más insistentemente dónde estaba mi Mamaíta, y realmente, dónde se había ido. Desde entonces, me lo he preguntado muchas veces, y por muchas razones. Las más sensibles para mí, tienen que ver con sus ausencias —la de mi abuelita Belem y la de mi Conchita—, pues se fueron hace mucho y me dejaron la gran responsabilidad de formar a los que vienen atrás de mí, sin sus oportunos consejos personales; sin embargo, eran tantos sus dichos y refranes, y fue tan minuciosa su presencia en mi vida, que, a más de 30 años de su partida, su legado está permanentemente en mi pensamiento, en mi palabra y en mi corazón.
No eran fáciles ninguna de las dos —a Dios gracias, pienso ahora—, tenían una Constitución Política de Leyes y Reglas de la Casa, que hace palidecer a la del 17. Sus reglas eran cortas, de pocas palabras para que las entendiéramos bien clarito, y no se sometían a discusión —era como estar en el ejército—, se acataban y punto; y tenían toda una gama de variaciones en cuanto a las penalizaciones por no cumplirlas. Estas iban desde pararte en el rincón para meditar lo que hiciste mal y regresar en 20 minutos ante ellas, para analizar el producto de tu reflexión —ofreciendo la debida disculpa después de haber asumido tu culpabilidad—, hasta el mismo procedimiento reflexivo, después de haberte dado “a raíz” tres cintarazos (procedimiento que, en caso de haber sido una falta extrema, podía incluir que los cintarazos nos los diera don Raúl, mi papá, que, obviamente, resultaban más dolorosos físicamente; y cuidado que corrieras o gritaras).
El asunto es que el castigo partía del conocimiento explícito de las reglas y la advertencia previa de las consecuencias de su incumplimiento: la primera Ley del Hogar era: un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar… a mamá no le gustaba el desorden y así, además, llevaba un control minucioso de lo que había en casa y donde estaba cada cosa, evitando la fatiga de andar buscando lo que necesitabas… ¿Abusadilla, no creen? Esto daba origen a la siguiente regla: juguete sacado, juguete guardado. Mamá no guarda juguetes, si están fuera de su lugar, van al asilo de niños pobres para llevarles felicidad por su desorden.
Estas dos simples reglas traían como resultado una casa ordenada y un aprendizaje de disciplina en nuestro comportamiento. Luego, venía la obra maestra de la legislación hogareña: No hagas nada de lo que te puedas arrepentir, después tu cuerpo pagará las consecuencias de tus malas decisiones. Así que los castigos estaban hasta en catálogo, y tú sabías si te atrevías a desafiar su autoridad ¡Así te iba!
Había una más que me parece sumamente trascendente y formativa, por lo que deseo compartirla con ustedes, mis amables lectores, quienes me hacen sentir sumamente afortunada, pues ya son un montón. Mamá decía y mamaíta la apoyaba: ¿De quién es la tarea escolar? ¿Acaso mía? ¿No, verdad? Entonces, anda y resuélvela, yo la firmaré cuando tú la tengas lista, y concluía, los puntos que obtengas, serán para tú formación. Así que nos íbamos a resolver la tarea por nosotros mismos. ¡Gracias, Conchis, donde estés, sé que sabes que lo hiciste bien!
Mi Mamaíta se hizo enfermera durante la Revolución Mexicana, en los trenes hospital curando heridos, no fue a la escuela ni tuvo maestrías, pero era muy sabia. En el tren conoció a mi Tata, médico militar del ejército de Venustiano Carranza, y se casaron. Sólo tuvieron a mi Conchita y la formaron entre trenes revolucionarios y órdenes militares, ese fue el patrón de sus vidas, que se fue nutriendo de los valores de mis bisabuelos, los de moda en esa época.
Pero lo mejor de ellos, y por lo que los traigo ahora a colación, es porque su honor, dignidad, honestidad, respeto y decencia estaban a toda prueba, y las leyes y normas de sus personas y de sus hogares los he tratado de mantener en el mío, así como en mi vida y en la de mis hijos.
Duerme tranquila, niña inocente, sin preocuparte del bandolero, que por tu sueño dulce y sonriente vela tu amante carabinero. El violador eres tú. El violador eres tú. |
Entrando al tema, quiero enfatizar que yo no aprendí violencia doméstica, abuso sexual y maltrato familiar en casa, y por lo mismo me hiere en el alma convivir con las horripilantes notas que se agravan día con día, hasta llegar a extremos brutales como los cientos de eventos que se saben diariamente. Ciertamente, los tiempos han cambiado, en muchas cosas para bien, como contar con las comodidades que ahora gozamos en nuestros hogares, con aparatos que disminuyen el esfuerzo físico de mantener una casa en orden o la tecnología que nos acerca al resto del mundo en un segundo, lo que indiscutiblemente son logros que hacen más placentera nuestra vida.
Pero, en la búsqueda de estos bienes materiales, y ante el empobrecimiento adquisitivo de las personas, que han visto mermado su patrimonio, y ante la corrupción y la falta de oportunidades, las familias han perdido el Orden Natural del equilibrio, de ese pequeño universo llamado Hogar; y en estos choques interplanetarios hogareños, estamos ante la disolución de todo tipo de estabilidad.
Hoy en día, vivimos en este sentido, el peor de los mundos, pues persiste en muchos hogares la dominación patriarcal, que ha permitido por siglos, que argumentos misóginos y machistas sean utilizados con “naturalidad” e impunemente contra las mujeres. Es terrible convivir con el uso y el abuso de un lenguaje soez y sexista de hombres a mujeres y lamentablemente hoy en día, también de mujeres a hombres. Este patriarcado, utiliza argumentos clasistas, racistas, hirientes y ofensivos de la dignidad de las personas; es un mal que se ha vuelto denigrante, no sólo para la mujer a la que van dirigidos los ataques, sino para todas las mujeres de las familias, incluyendo a las niñas, pues va permitiendo que la desvalorización de las personas, las arrastren a males mayores.
Y como decía Mamaíta: juegos de manos son de villanos… Cuando de las palabras ofensivas pasan a las manos, el deterioro de cualquier relación es casi irreversible, y hoy, en este mundo “desarrollado”, vemos con terrible alarma cómo hasta chistoso parece, grabar en los celulares y replicarlo en las redes, a familias enteras golpeándose, entre hombres y mujeres, y peor aún, entre mujeres y jovencitas, que se insultan y que son degradadas a la vista de miles de personas a las que les parece divertido.
Esta degradación de los valores que se ha incrementado en los últimos cuarenta años me llena de tal furia e impotencia que me veo en la necesidad de escribirle a esos cobardes agresores. Necesito escribirles a estos desgraciados violadores, a esos machos sociópatas, quienes habiendo podido ser dignos seres humanos, han decidido pasar al basurero de la historia, conscientes, aunque finjan normalidad, que sus mentes están retorcidas, y que nunca encontrarán paz interior, porque sus acciones han puesto una maldición sobre sus cabezas.
Me pregunto y les pregunto a todos los Trump, los Harvey Weinstein, los Félix Salgado, los Jean Succar, los Cuauhtémoc, los Marín, los Didier, los Emilios, los Juanes o los Pedros de todo el mundo que se suman tristemente a miles de nombres desconocidos más, de todos los municipios y de todos los estados de nuestro México lindo y que herido y de todo el mundo. ¿Les habrá satisfecho tanto ser abusadores, violadores y hasta asesinos de niñas y mujeres? ¿Serán conscientes del gravísimo perjuicio cometido? ¿Tendrán en sus mentes sucias y en sus almas llenas de basura, un poquito de vergüenza o simplemente, en medio de su impunidad, el daño que han hecho les vale madres?
Como ser humano me indigna y me causa nauseas, irme sintiendo ahogada de esta maldad, sentir y saber que todos estos subhumanos cuentan con una soberbia y arrogancia, producto de la impunidad en que se revuelcan, impunidad inundada de estupidez y cinismo. Me revuelven las entrañas y me impulsan a levantar la voz y a acusar una y otra vez, señalando con índice flamígero a todos ellos: seres desdichados, entes que nos tienen rodeadas hasta el cuello, engendros de la naturaleza que deshonran la educación humanista que al menos yo, sí recibí en casa y que he luchado por trasladar a mis hijos, epítetos de seres, que hacen que mi humanismo se vea minado a cada día, deseando que el castigo divino acuda en la defensa de las y los verdaderos humanos que nos hemos visto invadidos por una serie de “pseudopreceptos modernistas”, donde la pérdida de valores morales se ha ido convirtiendo en la regla y ni dónde buscar las 7 Virtudes que debieran regir la vida de todos y cada uno de los seres que habitamos este planeta, por ser valores universales, virtudes que desesperanzadamente han ido desapareciendo.
Así que, indignada por lo que está sucediendo día a día, te pregunto a ti, hombre con valor inferior al cero, a ti que eres capaz de cometer esas fechorías ¿Te las sabes? ¿Conoces las 7 Virtudes? ¿Tú, el violador? ¿Apostamos? No, nunca las retuviste en tu sucio corazón. Si tuviste una madre o una abuela, seguro sí las escuchaste de su boca, y si de casualidad de niño entraste a una iglesia, seguro supiste que había 7 pecados capitales y que, por consiguiente estos tenían sus contras. Pero, tu inmundicia de alma las borró de tu mente.
Por eso, me dirijo a ti, pseudo ser humano cuyo valor es de menos cero, para decirte El violador eres tú. Por eso, te repetiré las virtudes, sólo para hacer más grande tu vergüenza por ignorante y maléfico. Las Virtudes, son siete, tres Teologales, o sea que vienen de Dios: Fe, Esperanza y Caridad, y cuatro Cardinales, o sea que nacen del Corazón de las personas: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza.
Como defensora permanente de los Derechos Humanos, particularmente de las mujeres, me queda muy claro que ni las comprendes, ni las valoras, pero algún día tendrás que pagar por tu indiferencia ante ellas, indiferencia que tiene que ver con la falta de respeto que te debes a ti mismo y a los demás; respeto, que al haberlo perdido te deja en la total miseria como ser humano; grandeza, que de haberla tenido no te tendría con valor inferior a cero. Un verdadero ser humano, con principios y valores, se asquea de sólo imaginar a una bestia capaz de dañar a un pequeño ser humano indefenso. ¡Tú eres Inaudito!¡Baldón eterno para ti!
Hombres honorables y mujeres de bien están haciendo mucha falta en el espacio íntimo del hogar, pero no por la cacaraqueada perspectiva de género, o por la famosa lucha por la igualdad, de a ver quién lava los trastes. No señor, hace falta aquello que nos enseñaban nuestros Tatas, aquel respeto que se tenía a los mayores por su sapiencia y su experiencia, aquel cariño con que se trataba a las y los niños que les cuidaba su inocencia y los protegía de cualquier mal. Nos hace mucha falta recuperar el equilibrio del Orden Universal, pues esta marea consumista, individualista y cruel, nos está dejando al garete y nos está aniquilando como sociedad.
Retomemos la Constitución Política Hogareña, pongamos normas y reglamentos que cumplir y logremos que la Fortaleza, la Justicia, la Prudencia y la Templanza recuperen lo más valioso de nuestra nación, nuestra capacidad respetuosa de recuperar la dignidad que nos brinde paz interior. Con los genes de mis abuelos y mis padres, y agradeciendo su dura formación, me despido, dejando una profunda reflexión de tarea. Si quieren comentar les espero en chivizenteno@hotmail.com o en el 9992 71 38 92. ¡Los adoro y respeto!
Silvis: cada vez que leo tus escritos, veo que tenemos más cosas en común, como el hecho de que tuvimos padres y abuelos estrictos. La enseñanza de reglas principios y valores ha recaído por tradición más en las mujeres, no por eso los hombres de mi familia deslindaban su responsabilidad de educar; así que de mis abuelos aprendí mucho, sobre todo cuando nos decían: » a las mujeres no se le pega ni con el pétalo de una rosa», » a los mayores se les respeta porque no son iguales a ustedes», «a las personas de edad se les habla de usted, no de tu» y otras cosas que ya mencionaste, que las groserías o palabras altisonantes eran para agredir verbalmente o herir a las personas, por lo que cuando las escucho de labios de»mujeres liberadas» no lo comprendo. Por otro lado mi abuela y mamá trabajaron siempre, la primera cuando en ése tiempo era inaceptable que una mujer lo hiciera ( «no era bien visto», tuvo que hacerlo ya que mi abuelo tenía secuelas de balazos recibidos en la Revolución), y la segunda fue pionera en la escuela de medicina,( aún da consulta), y el orden natural del equilibrio en sus hogares no tuvo mella ni tampoco disolución de la estabilidad (tal vez debido a que realmente creían en la familia). De mis abuelas aprendí las virtudes teologales puesto que nos inculcaron la religión, que dicho sea de paso ahí se ven éstas. En resumen creo que la mujer sigue teniendo la gran responsabilidad de crear y criar seres humanos como los mencionas: honestos, honorables dignos y respetuosos. No por ello les quito su parte a los hombres que son padres, «ya que la educación se…..»
Amiguita linda buen dia ya leí el primer artículo ya que lo hago cuando estoy tranquila y en paz sin gente, te felicito ya que realmente es una bendición muy grande el que hayas nacido en esa cuna. creo que realmente lo básico es la educación que recibimos en casa el ambiente en que nos desenvolvemos realmente todo lo que estamos viviendo Es la falta de valores. Ojalá que lo lea mucha gente y que intenten imitar Esas reglas tan importantes y básicas que son las de la casa, digo intentarlo porque es muy difícil ya que con tal de conseguir las cosas materiales trabajamos mucho tiempo fuera de casa y con los aparatos electrónicos ya ni falta les hacemos y desafortunadamente son armas de doble filo.
Recordando las palabras de una excelsa diputada de derechas de mi pais, Macarena Olona, al banquillo de las mujeres de izquierda, en el Congreso de los Diputados: «No viola un hombre, viola un violador».
Además es seguro que un violador tiene o tuvo madre, hermana, hija,… No es de género la cosa. No es el patriarcado el responsable. La violencia se gesta en la familia, en las calles. El mismo Estado y las injusticias sociales de los que gobiernan la producen.
No enfrentemos el problema de la violencia con más violencia u odio, el universo nos devuelve aquello de lo que no podemos desprendernos.