El pasado mes de septiembre se dieron a conocer una serie de documentos que dejaban al descubierto, al menos hasta el día de hoy, tres temas fundamentales para la seguridad nacional de nuestro país: uno, que el verdadero estado de salud del presidente y lo afectado que podría estar a nivel emocional y físico por la cantidad de componentes químicos que tuviera que ingerir para paliar el dolor; dos, que el poder que opera tras las sombras en el país es el Ejército Mexicano y tres, la vulnerabilidad de los sistemas informáticos de una de las dependencias de mayor importancia, desde antes, pero mucho más en este sexenio, como la Secretaría de la Defensa Nacional; principalmente, por estar siendo examinada con lupa todas sus actividades, esto derivado de la controversia generada por la anexión de la Guardia Nacional.
El tema de la salud del presidente no es menor, ya que, si en las democracias y en los regímenes republicanos es de relevancia la salud de un mandatario, en el caso de México durante esta administración es mayor, derivado de su forma de gobernar, donde todas las decisiones, críticas o no, tienen que llevar su visto bueno o su rechazo. Por tanto, tener a un presidente bajo los efectos de medicamentos para aliviar el dolor, provocado por sus múltiples enfermedades podría, si no es que lo ha hecho ya, afectar su capacidad de juicio y llevarlo a tomar decisiones poco razonadas y con consecuencias aún no cuantificables para el pueblo mexicano.

En una democracia real, las decisiones o las propuestas derivadas a posteriori del inicio de su tratamiento médico o la ingesta de analgésicos, sería motivo suficiente para invalidarlas e, incluso, solicitar su remoción al generarse la duda razonable de su estado de salud, que se agrava tras la decisión de ocultarlo y mantenerlo como información confidencial, dado que todos los gobernados debieron estar al tanto de su evolución médica. Así, pues, su argumento de que “es información pública y todo mundo lo sabe” no es completamente cierta, ya que, si no se hubiera dado la citada filtración, el viaje de emergencia de una ambulancia aérea del ejército mexicano hasta su rancho en Chiapas no habría sido dado a conocer.
Aunado a lo anterior, pareciera que no ha caído en cuenta el actual mandatario mexicano que su “privacidad” y su “derecho a opinar” caen fuera de su esfera estrictamente privada, dado que se sostiene con dinero público y la relevancia de su encargo como “ente público” afecta a millones de personas; por tanto, estos datos debieron hacerse públicos desde que ocurrieron y su derecho a opinar al menos en su sexenio debe quedar supeditado a las consecuencias que sus opiniones puedan traer, como el caso de la politóloga Denisse Dresser, casi linchada en plaza pública por la estigmatización provocada por el presidente en sus mañaneras.

Pero, yendo más allá de la filtración del estado de salud del presidente, la vulneración de los sistemas informáticos de una secretaría de altísimo valor estratégico como la SEDENA, genera más dudas que certezas en cuanto a la cantidad de información sensible que estará por darse a conocer, lo mal resguardados y protegidos que están los datos de los mexicanos (ya que si esto le ocurrió a esa institución, con el presupuesto y la preparación técnica que se asume deben tener, imaginemos lo que pasará con el padrón del INE o con los datos sensibles de las afores o del IMSS) y, además, ha desnudado de cuerpo entero a una administración que no siempre hace lo que dice, no siempre lo que dice es verdad y no siempre la verdad es “verdadera” (valga la expresión) ya que sólo lo es la que decide el presidente o sus acólitos, pues de otra manera nos encontramos que “tiene otros datos” o “no, no es así como lo estás interpretando” como le contestara al periodista Jorge Ramos de Univisión en una mañanera y que a pesar de tener los datos proporcionados por el mismo gobierno, el mandatario simplemente se remitió a descalificar primero al periodista y luego a los números.
El problema real no surgirá con base en lo que se revele en los más de 4 millones de archivos, según se ha estimado que contiene esta filtración, sino en las medidas que habrán de tomarse por parte del gobierno para desviar, contener o desaparecer aquello o a quienes puedan verificar que lo encontrado en las filtraciones es cierto.

Además, los fanáticos de Morena tendrán el pretexto idóneo para intentar ponerle “puertas al campo” presentando los legisladores del partido oficial algún tipo de regulación a la Internet, acercándonos peligrosamente a otro regimen autoritario como el de la China comunista, en donde todo el contenido o qué paginas web pueden o no visitarse, está restringido o controlado por el estado, como si la existencia del Internet fuera el problema.
Las lecturas que puedan surgir del hackeo a la secretaría de la Defensa son muchas y muy diversas, no sólo de contenido, sino también de fondo, pues revela el amplísimo margen de maniobra que se le ha concedido a la cúpula del Ejército Mexicano, al grado tal que tuvo que conocerse de esta forma que planean tener su propia línea aérea comercial y se especula que será con los activos que aún pueda tener la empresa Mexicana de Aviación, la cual está al borde de la quiebra, y ya sabemos que la situación de desesperación de unos puede ser el área de oportunidad de otros.

Es de observar la manera en la que puso en picota a nivel interior a la actual administración, temerosa de que salgan a la luz correos electrónicos, cables, investigaciones entre “otros datos”—como ya ocurrió, por cierto— que confirmen los nexos entre funcionarios de distintos niveles y entidades federativas con grupos del crimen organizado y en donde la verdadera organización criminal sea la que se ha enquistado en diferentes niveles del poder político y desde donde se le da atole con el dedo a la ciudadanía haciéndole creer que hay un genuino interés por combatir la violencia y a la delincuencia, cuando en realidad sólo pretenden tener el control de algunos grupos, para permitir la operatividad de los otros, dependiendo de quien se ponga a “mano” con qué funcionario; a lo cual por cierto el presidente negó enfáticamente aduciendo que se trata de sus adversario; es decir, y de nuevo como escribí líneas arriba, el presidente es quien decide qué es o no verdad aunque provengan de la misma fuente.
Esto aún está comenzando y lo más lamentable es que nos iremos enterando aquellos que realmente estamos interesados en el rumbo del país (a los demás los tienen sedados con las becas y regalándoles dinero), del cochinero en el que está convertido México tras bambalinas; también contemplaremos horrorizados y con total impotencia cómo se posiciona aún más el partido en el poder en el inconsciente colectivo con un mega concierto “gratuito” (pero pagado por el dinero de la gente) de una banda de musica grupera en el zócalo capitalino, sin que nadie le pueda señalar que eso que tanto criticaban cuando eran oposición es lo que ahora replican y que por más que digan que no son como los de antes, sus acciones lleven a concluir que siguen siendo peores.
Hasta la próxima.
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