Personajes:
- Jacky (25 años)
- Piedad (50 años)
- Juan (30 años)
- Robert ( 50 años
Época actual. México.
Escena 1
Se escucha el sonido de sirenas policiacas.
Dos mujeres escondidas en un lugar sin nombre
Jacky —Hoy es más fuerte que ayer,
Piedad —Sí, cada día que pasa aumenta.
Jacky —Me desespera
Piedad —Me abruma
Jacky —Ensordece
Piedad —Enmudece, no sé por cuánto tiempo más podré soportar esto.
Jacky —Ya hace más de tres semanas que no sabemos nada de mi papá. Si se hubiera muerto ya nos hubieran avisado, ¿verdad?
Piedad —No sé, yo no he tenido noticias de mi hija, ni un aviso, nada. No sé qué le pasó, espero pienso que podría estar trabajando de mesera o muchacha arreglando casas o en algún restaurante; no me resigno a no verla, aquí sentada la espero como cada semana desde que se fue.
Jacky —Lo que se cuenta de la gente que cruza es horrible, ruego a Dios que mi papá esté bien, a veces me dan ganas de cruzar, ir por él, quisiera saber dónde está, abrazarlo, decirle cuánto lo quiero.
Piedad —No me hables de usted, ya tenemos algunas semanas de vernos aquí. Trátame de tú, dime: Piedad.
Jacky —Esta bien, Piedad.
Piedad —Y sí, tienes razón, creo que el impulso de ir detrás de nuestros seres amados es fuerte, pero lo mejor es esperarlos aquí, si regresan y no nos encontraran se morirían de la tristeza, creo que en el fondo tienen la esperanza de regresar a lo que fueron.
Jacky —¿Por qué se fue tu hija?
Piedad —Por miedo
Pausa
Piedad —¿Te conozco?
Jacky —Sí, Piedad ¿No te acuerdas de mí?
Piedad observa a Jacky
Piedad —¡Muchacha! Esta memoria mía, a veces prefiero olvidar para que el pasado no duela; prefiero que mis recuerdos estén cada vez más vacíos, carentes de rostros, de voces, de imágenes. ¿Sabes qué hago aquí?
Jacky —Estás esperando a tu hija, a Mara, así me dijiste que se llamaba y que se fue hace seis meses…
Piedad —¿Hace cuánto que estamos aquí?
Jacky —Bueno, yo vengo desde hace dos semanas más o menos, te estaba contando que…
Piedad —Acabas de llegar. ¿A dónde vas?
Jacky —A ningún lado; ya he llegado, igual que tú.
Pausa
Piedad —¿Cómo te llamas?
Jacky —Jacky.
Piedad —Ah sí Jacky, mi hija se llama Mara.
Jacky —Sí, ya lo sé,
Piedad —Es verdad. Ya me dijiste que yo te dije (ríe) Tiene 20 años.
Jacky —Igual que yo
Piedad —¿Tienes hambre? Traigo algo para comer.
Jacky —No gracias.
Piedad —Come algo, toma (le ofrece una manzana), no te descuides, debes tener fuerza para lo que viene.
Jacky —¿Lo que viene?
Ruido de sirenas de policía
Jacky —a pasó, que alivio.
Piedad —(mira su reloj) Sí ya está pasando.
Jacky —Entonces, así se siente.
Piedad —¿Qué?
Jacky —Esto, compartir la ausencia de alguien. En mi casa ya nada es igual; con mis abuelos que ya están muy viejitos pues casi ni se dan cuenta que mi papá se fue, es como si no existieran. Así que no hablan del tema, mi hermano pues nunca están en la casa, trabaja todo el día y a veces va a ver a una “amiga” que trabaja ahí en el table. No nos llevamos muy bien. A veces siento como si cargara el mundo a cuestas sin nadie que me ayude, al menos con papá sentía el cariño de alguien, ahora me siento sola.
Piedad —Mi casa está vacía, no hay “calor de hogar”, todo se ha ido endureciendo con el tiempo; parece que fue ayer cuando la tenía entre mis brazos y le enseñaba a caminar, a comer, a hablar…ahora no sé qué suerte tenga, si come bien o si le hace falta algo.
Jacky —Seguro le haces falta tú, como a mí me hace falta mi papá. Nos hacen falta Piedad.
Pausa
Piedad —Recuerdo que las corrientes eran demasiado fuertes, las piernas se me acalambraron, el corazón se me aceleró, y tragaba demasiada agua, no pude, simplemente no pude, ella intentó ayudarme, pero mis fuerzas no eran las suficientes, apenas llevábamos unos metros cuando nuestras manos se soltaron y le dije: “sigue Mara, vete”, su miedo le bastó para continuar. Yo me quedé aquí. Y te pediría no me preguntes más.
Silencio
Jacky —Mira hacia arriba Piedad, las estrellas escriben, alguien las deletrea en este mismo momento, quizá tu Mara, quizá mi padre…
Piedad —Ninguna frontera podrá impedirnos soñar y desear regresar a lo que fuimos y con quienes estuvimos.
Jacky —(come de la manzana) Pues mi papá se fue por que lo corrieron del trabajo, él cree que ahí puede conseguir algo mejor, aquí no hay trabajo y mis abuelos cada vez necesitan más medicinas, y son muy caras. El desempleo está cañón Piedad. ¿No vas a comer?
Piedad —Traje café. Pues nosotras no queríamos morir en manos de vándalos violadores como suele pasar en mi país. Mi vecino no la libró, a él lo mataron por defender a Mara; me cuesta dormir por las noches.
Jacky —Dormir, hace mucho que no logro dormir bien; cuando miro dormir a mis abuelos no puedo evitar pensar que poco a poco su luz terminará y su hijo no los verá jamás y entonces me pregunto si vale la pena todo esto.
Piedad —No lo sé, extraño a mi hija.
Jacky —¿Piensas venir todas las noches?
Piedad —Vengo desde que Mara se fue; alguno de éstos debe tener noticia de ella.
Jacky —Nos arriesgamos mucho.
Piedad —Unas horas más y salen los nuevos para intentar llegar hasta allá.
Jacky —¿Has oído hablar de Robert?
Piedad —Muy poco, dicen que es de los más antiguos aquí y que se sabe de todas todas.
Jacky —Pues a él es a quien quiero ver, a lo mejor y sabe algo de mi papá.
Silencio.
Jacky —¿Qué piensas?
Piedad —No pienso, si pienso me vuelvo loca, si pienso todo es peor, si pienso ya no existo.
Jacky —Necesitas creer que alguna vez podrás volar y existir para poder seguirla y así no la extrañarás más.
Voces desde afuera gritan
Hombre —¡Vamos, vamos, en fila. Rápido, rápido, rápido que nos cachan!
Jacky —Quisiera tener la fuerza para seguirlo, ir a buscarlo y traerlo de vuelta y decirle…
Piedad —Muchacha al intentarlo se nos puede ir la vida y ahora sí que no los volveríamos a ver jamás. ¿Y si regresan?
Jacky — ¿Y si no regresan? ¿Y si nos están esperando?
Piedad —¿Y si están muertos? Cómo puedes ir tras él si no sabes ni siquiera dónde está. No tienes alguna carta, no sé algo que te de indicios de dónde poder encontrarlo.
Jacky —Yo no, pero mi hermano seguro que sí sabe, solo que no quiere decirme, él sabe que adoro a mi papá y que soy capaz de ir tras él.
Piedad —Hasta que no tengas algún dato, mejor no cruces, es muy arriesgado.
Jacky —Tu hija, ¿cómo pudiste resignarte a no saber nada de ella?
Piedad —Hablamos de eso mañana, vendrás mañana, ¿verdad?
Jacky —(termina de comer la manzana) No sé, hoy me pude escapar, no sé si mañana pueda. Yo sé que tú vienes todos los días.
Piedad —Te diré algo, parece que mañana hay viaje, por si te interesa, ¿cruzarías?
Jacky —Es muy pronto, ya nos veremos pues.
Piedad —Hasta luego muchacha.
Jacky —Hasta luego Piedad.
Escena 2
Jacky de camino a su casa.
Jacky —Mi mamá me dijo una vez: los estudios y valores, es la mejor herencia que podemos dejarte hija, no desperdicies lo que tu papá y yo te estamos dando. Entonces, ¿por qué nos dejó? Tal pareciera que no tengo derecho a tener una familia primero ella, después él. La vida estando juntos no estaba tan mal, teníamos donde dormir, comida caliente, zapatos, sábanas limpias, y amor, bueno eso creía, que teníamos amor.
Piedad permanece en el lugar sin nombre.
Piedad —Cada vez que recuerdo las líneas de su carta el corazón se me quiebra: Mamá, lo mejor es que te quedes ahí en Tijuana, o bueno si quieres ir más para abajo, mucho mejor, busca una ciudad más tranquila, yo aquí me quedo y lo mejor será que no vengas, las cosas no son tan fáciles como pensamos, escapamos de violadores pero aquí me enfrento a otras cosas, ya con mi abogada estoy resolviendo mi estadía, estamos encontrando causales para que no me deporten, no quisiera que pases por lo que estoy pasando.
El Bravo no me asustó, mis piernas no se acalambraron, mi corazón no latía tan fuerte, separar mis manos de las tuyas, eso es lo que me duele al recordar la noche que partiste Mara. Mi corazón se transformó en un bunker.
Jacky —En el fondo papá no es malo, solo un poco distraído, si mamá se hubiera quedado quizá él no estaría lejos. Mi hermano me cuenta los pleitos que había en casa antes que yo naciera, pero si cuando nací creo que todo seguía igual porque se gritaban como si fuera un concurso. Extraño esos gritos, creo que era su manera de decirse cuánto se querían.
Piedad —A lo hecho pecho, no puedo cambiar el pasado, ni quiero pensar en el futuro. Primero está Mara.
Entra Robert
Piedad —Robert
Robert —Piedad, ¿qué noticias me tienes?
Jacky —Si se da la oportunidad, ¿por qué no ir tras ella?
Escena 3
Piedad en el lugar sin nombre
Piedad —No llega la muchacha. Seguro cambió de parecer.
Jacky en su casa.
Jacky —No puedo escaparme. Condenado Juan, porque no vas a ver a tu amiga la del table.
En la televisión se escucha un reportaje sobre polleros. Jacky mira la televisión
Entra Juan su hermano mayor, tiene 30 años.
Juan —¿Qué miras Jackeline? Duérmete, ya es tarde, mañana tienes que trabajar y cuidar a los abuelos, yo trabajo doble turno.
Jacky —Ja ja… doble turno. Seguro vas a ver a tu a-mi-gui-ta.
Juan —Ya duérmete y ya deja de veras esas pendejadas que solo te causarán pesadillas.
Jacky —No sabemos nada de él Juan, ¿qué tal si sale algo en las noticias? Solo quiero saber dónde está, si come bien, dónde duerme…
Abuelos —Jacky, hija ven.
Jacky —Ya voy abuelitos. Deberías ayudarme tantito Juan.
Juan —Estoy cansado Jackeline.
Jacky sale, Juan se sienta frente al televisor, continua el mismo reportaje.
Entra Jacky.
Jacky —Mis viejitos; lo bueno es que no saben ni se fijan que papá no está, parecen niños chiquitos, el otro día se estaban peleando por que la abuela no quería compartir la leche con el abuelo; ¿te acuerdas cuando estaba mamá con nosotros y cada fin de semana íbamos juntos a verlos a su casa? Cierro los ojos y huelo el chocolate caliente que la abuela tenía listo para que tomáramos y cuando el abuelo nos levantaba y nos tiraba hacia el cielo, era tan fuerte. Papá desde lejos nos veía y tomaba la mano de mamá. ¿Qué pasó Juan?
Juan —Ahorita vengo Jackeline.
Jacky —¿A dónde vas? Acabas de llegar, ya es muy tarde.
Juan —Cómo chingas, ahorita regreso ya te dije.
Jacky —Si papá estuviera aquí sería otra cosa.
Juan —Pero no está y te aguantas.
Jacky —No, no me aguanto. No es justo lo que haces Juan, parece que te estorbamos; te necesitamos y casi no estás en la casa solo piensas en largarte de putas y muy feliz de la vida. Parece que te quedó como anillo al dedo que papá se haya ido.
Juan —No es verdad.
Jacky —Pues eso parece Juan.
Pausa
Juan —No te enojes Jacky, tengo unos asuntos que atender.
Jacky —Sí asuntos ¡cómo no!
Juan está en la puerta de su casa.
Jacky —Cuídate Juan.
Juan —Ya anda a tu cuarto.
Juan sale.
Jacky sola en la sala, sigue mirando la televisión. Se levanta va hacia la cocina, toma un vaso de leche lo bebe, se dirige hacia el cuarto de los abuelos.
Jacky —Buenas noches abuelitos. Descansen.
Entra Jacky, apaga la televisión. Saca un cigarrillo, está a punto de fumar y entra Juan quien pasa de largo, se va hacia su cuarto.
Jacky fuma, toma un papel, escribe.
Escena 4
Jacky en el lugar sin nombre
Jacky —Piedad, Piedad, Piedad.
Piedad —Jacky, viniste, están a punto de partir.
Jacky —Quiero ver si se da la oportunidad.
Piedad —De verdad, ¿pretendes seguir a tu papá? Es muy peligroso, el Bravo te puede jalar y ahí te quedas no’más, y si en vez de ganar, pierdes, ¿no te has puesto a pensar en eso? Tus abuelos, te necesitan, ¿quién los va cuidar?
Jacky —Mi hermano Juan. Iré por mi papá y cuando regresemos todo va será diferente, todo volverá a ser como antes.
Piedad —Lo dices tan fácil, ¿sabes dónde lo vas a buscar? Hay miles de personas cruzando el río.
Jacky —Mira, tengo una foto de él, además no hay muchos como él. Lo voy a encontrar muy fácil. Él me decía que tenemos familia ahí, una hermana creo, tengo anotada la dirección aquí en un papelito, mira. Será muy fácil, cuando llegue a casa de mi tía todo será muy fácil.
Piedad —Si tú lo dices.
Jacky —Sí, tengo que hacerlo hoy, estoy decidida.
Piedad —Me gustaría tener tus ánimos para seguir a mi Mara, pero no las tengo, y mi edad no me ayuda en nada.
Jacky —¡Vamos Piedad! ¡A lo mejor sí la encuentras! Y ya con ella pueden empezar de nuevo.
Piedad —Muchacha, a veces es difícil cambiar y la verdad no quiero darle problemas a Mara, ya ves cómo está la situación ahora.
Jacky —Vamos a hacer algo, dame la información que tengas de Mara y cuando llegue veo el modo de que regrese con nosotros, conmigo y con mi papá. Seguro conoceré al tal Robert y con su ayuda lograré a saber algo de ellos.
Piedad —Eres joven y con tantas esperanzas Jacky.
Jacky —Como dicen por ahí: La esperanza es lo último que muere, ¿o no?
Piedad —Sí. Deja te anoto la dirección que tengo de Mara.
Piedad busca papel y lápiz.
Piedad —Esta pluma no escribe bien, ¡carajo!
Voces desde afuera
Hombre —Se acabó el tiempo.
Jacky y Piedad se miran
Al unísono Piedad y Jacky —Se acabó el tiempo
Piedad —De cuando en cuando es necesario recordar
Jacky —De cuando en cuando es necesaria la esperanza
Piedad —De cuando en cuando necesitamos respirar
Jacky —De cuando en cuando necesitamos amar
Piedad —De cuando en cuando, odiar
Jacky —Y ahora voy por ti Papá. Hasta luego Piedad.
Piedad —Cuídate niña (le entrega un papel con datos mal escritos) si ves a mi Mara dale un gran abrazo.
Jacky —Adiós Piedad.
Jacky sale.
Silencio.
Entra Robert se acerca a Piedad.
Robert —Bien hecho Piedad.
Piedad no responde.
Robert —Y ahora a ti, ¿qué te pasa? ¿Por qué la cara larga? No me digas que tuviste pena de la muchacha, no es la primera vez que lo haces.
Piedad —No, no es la primera.
Robert —Y tampoco será la última Piedad. Recuerda que Mara está del otro lado y si fallas no te aseguro que Mara vaya a pasarla bien.
Piedad —No tienes que recordarme nada Robert.
Robert —Pues parece que sí. Sabes cómo es este negocio, desde que entraste te dije cómo eran las reglas y tú las aceptaste, no vengas a decirme que ahora eres hermanita de la caridad… no quisiera tener una sorpresita de tu parte. No es la primera vez que pones esa cara Piedad y no me gusta; ¿esa muchacha te recordó a Mara? ella ahora está muy bien atendida y no tiene queja alguna. Estás advertida.
Piedad —No volverá a pasar Robert.
Robert —Más te vale. Cambia esa cara que me vas a acompañar a una reunión y quiero que vayas bien arreglada y no con esa cara de velorio que traes. ¡Ya cámbiala carajo!
Piedad —Ya te escuche, no me grites.
Piedad sonríe, toma el brazo de Robert, Robert le da un beso en los labios y salen de escena.
Escena 5
De mañana. Llueve. Casa de Jacky. Se escuchan voces.
Abuelo —Jacky, ven.
Silencio
Abuela —Jacky, buenos días.
Silencio
Juan —Jackeline, contesta, te están hablando.
Silencio
Abuelo —Juan, ven.
Juan —Pérense, voy a buscar a Jackeline. Ahorita va a verlos.
Abuela —Apúrate mijito.
Juan sale de su habitación hacia el cuarto de Jackeline.
Juan —¿Dónde estás Jackeline?
Sobre el televisor una carta. Juan la toma y la lee
Juan —¡No mames! Jacky, papá está muerto.
Meses después
Se mira sobre la pared un reportaje especial en la T.V.
Voz de mujer —Después de meses de búsqueda agentes de la PGR y elementos de Sedena logran la captura de un hombre y una mujer acusados de delincuencia organizada y trata de personas. La Procuraduría General de la República (PGR), a través de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) y de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), en coordinación con la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), lograron la detención de “Robert” y “Piedad” con esta detención se espera el rescate de cientos de personas víctimas de trata de blancas a cargo de esta organización y se espera continúe la persecución a los delincuentes involucrados en la trata de personas.
La sala de casa de Jacky. Tocan a la puerta. Juan entra, abre la puerta, es Jacky.
Juan y Jacky se abrazan, ella llora desconsoladamente.
Oscuro.
Fin.
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