Hacia el final del pacto

Las denuncias y exigencias del movimiento feminista contra la violencia de género y los feminicidios, por el ejercicio pleno de los derechos de la mujer y el fin del pacto patriarcal, poco a poco van teniendo un eco más profundo y van influyendo-transformando la realidad político-social y cultural de México y el mundo. La fuerza y vitalidad del movimiento feminista con todas sus expresiones se muestra cotidianamente, pero resplandece con intensidad especial cada que se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora (8 de marzo), pues las movilizaciones en el mundo despliegan un sentido poético a la lucha enalteciendo sus demandas y reivindicando la emancipación de la mujer.

El origen reivindicativo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, su raíz de dignidad y su espíritu de lucha por un mejor mundo, no es la fiesta de consumo que nos han enseñado, en la mayoría de las escuelas no suele decirse el verdadero surgimiento, se oculta y tergiversa, ya que desde el principio está vinculado por naturaleza a demandas socialistas-proletarias como el sufragio, el respeto e igualdad de derechos laborales (salario, jornada de trabajo, condiciones materiales adecuadas y de salud para la realización de las funciones, entre otros).

En 1910 se realizó la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague (Dinamarca), con más de 100 delegadas, destacándose la participación de Clara Zetkin, quien impulsó la realización del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, siendo aceptada la resolución en solidaridad internacional con las luchas de las trabajadoras en diversas partes del mundo. En 1911, se efectuó la primera conmemoración el 19 de marzo en países como Estados Unidos, Suiza, Dinamarca y Austria, y se eligió el 8 de marzo como la fecha futura, trabajadoras de Francia, Holanda, Suecia y Rusia se fueron sumado, al igual que de países latinoamericanos, pues recuérdese que en Yucatán se efectuó en 1916 el Primer Congreso Feminista de México y el segundo de Latinoamérica, ya que el primero fue en Argentina. En 1917, durante la Revolución de Febrero en Rusia, la participación de las mujeres fue fundamental, convirtiendo la manifestación del Día de la Mujer en una huelga de masas que ayudaría al inicio de la Revolución Rusa, quedando ese año instituida la conmemoración en la URSS. En 1975 la ONU oficializó la conmemoración.

Desde entonces, la evocación reclama este legado y el de muchas otras luchas de mujeres aún invisibilizadas por las diversas historias oficiales y la cultura machista-patriarcal, pero, en suma, el potencial revolucionario de las mujeres se demuestra en cada ocasión. Las sociedades han ido avanzando, pero aún el camino es largo y la noche todavía es profunda. El sueño de Rosa Luxemburgo de “un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” aún está lejos. El esfuerzo de TODOS hará que podamos celebrar la dignidad humana como debe ser. Los hombres tenemos urgentemente que asumir nuestro lugar y papel en esta lucha dejando de reproducir el machismo y de sostener la estructura patriarcal-capitalista. Construyamos nuevas masculinidades, rompamos el pacto para siempre, revolucionemos de raíz nuestras sociedades y demos paso a ese mundo mejor tan esperado.

Cristóbal León Campos es Licenciado en Ciencias Antropológicas con Especialidad en Historia por la Universidad Autónoma de Yucatán. Integrante fundador de la Red Literaria del Sureste México-Nuestra América. Es editor de Disyuntivas. Cuaderno de Pensamiento y Cultura. Colaborador de Por Esto!, La Jornada Maya, Novedades de Yucatán, De Peso y diversos medios impresos y digitales. Coautor del libro Héctor Victoria Aguilar. Esbozo para una biografía (SEGEY. 2015), coeditor del libro Migración cubana y educación en Yucatán. Actores, procesos y aportaciones (SEGEY, 2015), autor de En voz íntima (Disyuntivas ediciones, 2017). Miembro de la Asociación Mexicana de Estudios de la Caribe (AMEC) y del equipo de promoción de Archipiélago. Revista cultural de Nuestra América (UNAM-UNESCO), miembro de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC). Fue coordinador académico de la Casa de la Historia de la Educación de Yucatán de 2010 a 2019. Actualmente es Coordinador de la Cátedra Libre de Pensamiento Latinoamericano «Ernesto Che Guevara».