La culpa es de AMLO

Las elecciones del 6 de junio solo comprobaron dos cosas, que, si bien eran algo visibles, muchos no querían aceptar, primero que Morena tenía asegurado un sexenio más en la presidencia (es muy seguro que le alcance otro sexenio más, así sin despeinarse) y que la oposición no es más que una caricatura ridícula a nivel político. A falta de verdaderos escándalos de corrupción como sí los hubo en el pasado en el seno de la familia presidencial, se aferraron a extender narrativas absurdas como que los hijos de AMLO iban a un partido de beisbol en el extranjero, rentaban un departamento carísimo, compraban unos tenis o un celular de lujo y así estaban derrochando el dinero público al igual que lo hicieron los hijastros de Fox o la Gaviota con su famosa Casa blanca. La oposición se la pasó en los juzgados interponiendo demandas absurdas y tomándose la foto para que en la prensa apareciera “X diputado o legislador demanda a AMLO por esto y lo otro”. Y para cerrar con broche de oro quisieron ligar al gobierno de AMLO con el narcotráfico, mientras que de manera cínica el prianista García Luna esperaba sentencia en Estados Unidos por haber sido partícipe del narcoestado que fue México durante el gobierno de Felipe Calderón.

Aunque el sentido de la manipulación mediática fue más allá de lo perverso, tergiversando todo lo que se decía en las mañaneras e inventando todos los días cosas como “AMLO desmanteló el sistema de salud”, “le quitó las guarderías a los niñas y niños del país”, “desapareció el FONCA y dejó desprotegido a los artistas” y muchos etcéteras, aún así, la oposición no logró inmutar a un electorado que sintió un respiro de todo el embate neoliberal, ya que le habían cargado la mano durante los primeros 18 años del siglo XXI con estos gobiernos prianistas. Ahora la recaudación de impuestos fue hacia las grandes empresas que se habían dado un festín en las administraciones anteriores, se implementaron también programas sociales que permitieron que muchas personas tuvieran un respiro en el día a día. Estos programas fueron muy criticados por la oposición que de inmediato inició una campaña de desacreditación bajo el eslogan de que el Estado mantenía a los huevones y eso nos impedía avanzar. Se nos había vendido la idea de que un presidente solo tendría que trabajar para enriquecer y proteger a empresarios, familias de políticos y privatizar los recursos naturales y las empresas del Estado, ahora que se trabaja para los pobres la oposición ha puesto el grito en el cielo porque sienten que el dinero se está desperdiciando al darle a la ciudadanía un poco de apoyo económico. 

La realidad del país es terrible, sobre todo cuando se está en situación de pobreza, ¿cuántos niños desnutridos, golpeados, abusados y en situaciones muy complejas que difícilmente pueden rendir escolarmente existen en toda la república mexicana? Una beca de las que otorga el gobierno federal es a veces es la posibilidad de medio comer algunos pocos días para una familia (que no es pobre porque quiera) cuyos ingresos son precarios. Que si el padre se emborracha con eso, que si sirve para comprar drogas, pues todo es posible, pero igual está la madre soltera, la abuela que se hace cargo de nietas y nietos, etc. Estas becas ascienden a 920 pesos al mes, 9200 pesos al año. Y todavía hay prianistas que se ofenden porque los “pobres” se andan «aprovechando» de nuestros impuestos ya que los niños ni aprovechan la escuela porque faltan o reprueban y no le están sacando provecho a esos 9200 pesos que el gobierno les “regala”. Miremos a otro lado, ¿cuánto gana un supervisor, un secretario de educación y qué hacen a favor de la educación? Si los prianistas quisieran preocuparse hacia dónde van nuestros impuestos tendríamos que empezar por ahí.

Nos vendieron la idea de que el dinero público no debía destinarse a la población marginada, que uno se lo debería ganar a pulso y mientras este discurso se introyectaba y se repetía como mantra, el dinero del erario se le «regalaba» a aviadores de la educación y de todas las secretarías o se robaba sistemáticamente a través de licitaciones o productos fraudulentos, los destinatarios no eran personas necesitadas sino gente ávida de acumular aún más y más. Parece ser que el discurso es que el dinero del erario está mejor en las cuentas de Andorra de los prianistas, en las estelas de luz, en la estafa maestra o en aquellos programas fallidos como la Enciclomedia de Fox o el famoso Toallagate: 7 millones 800 mil pesos gastados en toallas y sobrecamas. Ahí no había gritos en el cielo porque estos mismos prianistas decían que los millonarios y poderosos sí saben en qué gastar el dinero, ellos sí lo saben manejar, no lo desperdician porque saben lo que es ganarlo, así se cayó en el discurso falaz de “a los pobres no hay que darles porque solo lo gastan en alcohol”. Y con todos los escándalos de robos y desvíos al erario de los primeros 18 años del siglo XXI, ahora que le dan 9200 al año a niñas y niños en situación de pobreza, 6100 al mes por un solo año (a diferencia del aviador que vive del dinero del erario un sexenio completo y al final le regalen una plaza) a personas que no estudian ni trabajan para que a partir de ahí puedan construirse un futuro laboral y 3000 mil pesos al mes a las personas mayores de 65 años, muchas de ellas que si no fuera por esto vivirían en situación de calle, ya que abandonamos a las personas mayores por no ser productivas; entonces ahora sí que sentimos que nos están robando.

El triunfo avasallador de Morena en estas elecciones es producto de estos programas sociales, de una inclusión nunca antes vista que peyorativamente se le ha llamado “populismo”, la justicia social que tanto ha sido despreciada por los prianistas porque han preferido robarse todo el dinero del erario y gastarlo en lujos demenciales les viene hoy a cobrar factura. Fox dijo en algún momento que no podía haber pensión universal a la tercera edad porque se corría el riesgo de que quebrara el Estado, se pronosticó que en tres años con el gobierno de AMLO nos iríamos a la debacle por este populismo y miren el país que se entrega, porque dinero hay, pero la cultura del latrocinio que corre en las venas prianistas siempre ha sido más fuerte y todavía hoy se preguntan entre ellos ¿Cómo es que perdimos?  

Director del Grupo “2012 TEATRO”. Estudió la Maestría en Dirección de Escena (ESAY) y la Licenciatura en Literatura Latinoamericana (UADY). Cursó el II Diplomado Nacional de Estudios de la Dramaturgia (INBA-CONACULTA) y el Diplomado Nacional de Dramaturgia de la Zona Sur (CONACULTA-ICY). Premio Estatal de la Juventud en el área artística 2007 y Medalla al periodismo cultural “Oswaldo Baqueiro López 2017”. Finalista del Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo en 2005, 2009 y 2013. En el año 2010 fue ganador del II Concurso Regional de Creación Literaria Dante en el área de teatro. Obtuvo el primer lugar en la categoría B (lectores de hasta 12 años) en el Premio Estatal de Literatura Infantil “Elvia Rodríguez Cicerol 2011”. Premio Regional de Poesía “José Díaz Bolio 2014”. Primer lugar en el V concurso Nacional de Dramaturgia Altaír Tejeda de Tamez 2015. Ha publicado media decena de libros, su obra ha sido incluida en diversas antologías, revistas y suplementos culturales a nivel nacional.