La cultura de hacer política y la política de la cultura en Hart

Conferencia pronunciada por la Dra. Eloisa Carreras Varona en foro juvenil «Con todos y para el bien de todos» realizado en el marco de la V Conferencia Mundial Por el Equilibrio del Mundo

Estimados delegados, jóvenes participantes en este magnífico foro juvenil, ddistinguidos invitados, queridas amigas y amigos, ante todo, reciban mi afecto.

Asimismo, ofrezco mi agradecimiento al Comité organizador de la V Conferencia Mundial por el Equilibrio del Mundo, por la responsabilidad que me han otorgado al invitarme a participar en este escenario para recordar al Dr. Hart. Muchas gracias por ello.

 Como podrán imaginar, estos encuentros están preñados para mí, de entrañables, emotivos y valiosos recuerdos, desde aquel inolvidable evento fundacional de enero 2003; pero hoy no viene al caso platicar sobre ello; porque en esta ocasión, el Dr. Hernández Pardo, a nombre del proyecto José Martí… y del Comité organizador me ha solicitado que conversemos sobre Armando Hart, la Cultura de hacer política y la cultura en la política. Y en aras de lograr una mejor exposición del tema, dividí la conferencia en cinco epígrafes esenciales, he aquí el primero:

I. La documentación atesorada en Crónicas…, pruebala impronta política, ético–moral y liberadora de José Martí y Fidel Castro en la cultura política del Dr. Hart

Armando Hart Dávalos

Crónicas… es un Macroproyecto sociocultural que tiene la misión de conservar, para investigar y estudiar y, desde luego, promover por distintas vías y medios, el pensamiento, la historia y la cultura cubanas desde la cosmovisión del Dr. Hart a partir de su documentación. Por lo que Crónicas… es un Fondo de Archivo y Documentación y, a su vez es también un espacio de investigación, desarrollo y promoción sociocultural, que presta un servicio a Cuba y al mundo desde la comunidad en la que se encuentra en su Aula–Taller–Museo y Galería.

La fidelista y martiana obra del Dr. Hart, que atesoramos celosamente en Crónicas, su Fondo Personal de Archivo, abarca un rico y diverso cosmos temático de quien, por más de 70 años con una intensa pasión revolucionaria, dedicó cada instante de su existencia a luchar con lealtad y consagración por la causa de la libertad de Cuba y favoreció el rescate de nuestra memoria histórica recreándola teóricamente. Es por ello que en Crónicas…, desde su concepción y en estos doce años de existencia, mantenemos viva, su vida, obra y pensamiento; para que no nos falte su voz y pueda seguir participando en el intenso debate de ideas y luchas que tienen lugar en Cuba y el mundo.

En las páginas escritas por el Dr. Hart, florece esa decisiva arista temática que prevalece en la obra que nos legó, de la que emerge su noción y discernimiento de una Cuba cubana, desde una perspectiva antimperialista, en cuya base y trasfondo se encuentra la esencia puramente fidelistas y martiana de sus ideas y pensamientos; la que en opinión de esta compiladora, viene a tener en su enfoque ideológico una propuesta que está marcada por esa “forma abierta, creadora, antidogmática, crítica y culta que tiene Hart de ver y entender la historia, la cultura y la política”.

Debo destacar, asimismo, que la Colección Hart que integra nuestro Fondo, está colmada de originales inéditos. Aproximadamente un noventa por ciento de toda la documentación conservada, se corresponde con transcripciones de sus intervenciones y discursos los que, casi en su totalidad, fueron improvisados; por lo que no son textos terminados, sino solo su vibrante oratoria ante cada minuto que le sirvió a la Patria. Esa papelería clasificó temporal e indudablemente, hasta el momento anterior a que logré su publicación, en el tipo de literatura conocida con el polémico término de «literatura gris». Los textos son de muy variadas tipologías documentales por su contenido y forma; los que, a pesar de que portan una información de gran utilidad para un número ilimitado de personas, son inéditos o también podría decirse que muy poco publicados, con ediciones inconstantes, pequeñas y dispares. Puedo confirmar que casi la totalidad de sus escritos han circulado como textos que apoyan sus labores con contenido técnico y especializado. Y comprenden la amplia gama de ponencias, conferencias, informes, notas e intervenciones circunstanciales, etc. Y claro que, el conjunto de estos escritos abarca diversos ámbitos y campos de la creación humana tales como, «la teoría filosófica, el pensamiento, los valores y la ética, la historia, la jurisprudencia, el derecho y la ley, la pedagogía y la educación, el arte y la cultura, la política, temas económico-administrativos, el trabajo y salarios, la producción, el periodismo y la prensa», entre otros muchos.

Esos papeles de Hart, de igual modo, están preñados de la urgencia con la que vive un combatiente en medio de la beligerancia que supone el campo de batalla… Pero lo que da verdadera unidad y caracteriza estos papeles, no es ni su belleza o pulcritud poética e intelectual; sino que son la expresión acabada de los valores y la ética política en la que se inspiraron los hombres de la Generación del Centenario que, como Hart, se dedicaron a darlo todo por la patria que se dispusieron a defender al precio de sus propias vidas.

Hart es un abogado de profesión, que entregó su vida a la Política, desde que se integró tempranamente a la lucha por la libertad de nuestra patria. Sus textos dan fe de que no estamos en presencia de un filósofo profesional al modo clásico occidental, por cuanto no existe ninguna obra suya sistematizada a la manera de los tratados filosóficos tradicionales, él no creó un sistema filosófico propio y no estudió ordenada y metodológicamente la filosofía; pero estos textos sí confirman que expuso sus ideas, pensamientos y conceptualizaciones en un discurso reflexivo y transformador de numen político filosófico, que nos permite una mejor comprensión de lo cubano, desde una perspectiva que va de lo nacional a lo latinoamericano y caribeño, a lo universal. Asimismo, su documentación nos aporta un valioso cuerpo de ideas, nacidas de una obra avalada por el resultado de sus actos, contentiva de sus preocupaciones como sujeto transformador de la realidad, desde lo propiamente filosófico, lo ontológico y epistemológico a lo axiológico y sus mediaciones, todo ello a partir de un discurso transdisciplinario, pleno de sensibilidad ecuménica, en cuyo centro está el hombre, su cultura y todo el universo circundante. Sus textos son importantes también, porque se relacionan directamente con la lucha que la humanidad libra a escala internacional por defender su propia existencia.

De igual modo, resulta importante recordar la aguda crisis por la que pasa la llamada cultura occidental; en la que han quebrado los principios éticos, políticos, jurídicos y las ideas filosóficas que tras larga evolución sirvieron de fundamento al propio sistema capitalista. En esta situación ha emergido un nuevo tipo de lumpen de origen cubano, desclasado y amoral; para el que es natural la descarnada grosería, la obscenidad, la chabacanería, la indecencia, la vulgaridad, la liviandad, la mentira, capaz de cualquier bajeza, con una narrativa soez, que representan lo peor del vale todo. En el mundo de hoy, esos vulgares canallas son nuestros adversarios y enemigos y, justamente, para enfrentar la Guerra cultural que nos han declarado, estamos obligados a combatir la ignorancia y a blindarnos de ideas y de cultura, tal y como lo indicaron estos tres paladines de la razón, la verdad y la ética. En ese sentido la brújula que nos ha ofrecido el estudio del pensamiento de la vida y la obra de Armando, es de gran valor, provecho y utilidad.

Se deberá tener en cuenta de igual modo, tal como nos lo confirmó el Dr. Hart en la totalidad de sus textos, que la cultura y la ética son hoy más necesarias que nunca antes y son la bandera esencial en la salvaguarda de nuestros pueblos.  

A pesar de que en este tiempo lo que se ha globalizado en el mundo es el materialismo vulgar y ramplón, al que se ha sumado la plena inseguridad, incertidumbre y el desajuste por la COVID. Cuando el caos y la inmoralidad, reinan por doquier; con nuestras labores en Crónicas…, nos empeñamos en contribuir a ese bastión antimperialista que es Cuba y para ello se requiere de una reflexión liberadora de la conciencia humana que nos permita ser más eficaces en el cumplimiento de nuestros objetivos y principios. Y en esa batalla en Crónicas… seguimos fieles a las ideas de la Cultura de hacer política, que se convirtió en una obsesión para Hart desde principios de los años noventa.  

Recordemos que, aquellos fueron los difíciles años del derrumbe del socialismo en Europa Oriental y la URSS y del comienzo del embarazoso Período Especial; circunstancias en las que se intensificó la necesidad de defender el original pensamiento de la Revolución cubana. De igual modo, ya se veía con claridad, el veleidoso dominio sobre los poderosos medios de comunicación, el desarrollo de las tecnologías cada vez más sofisticadas operando con una profunda distorsión y disociación en toda la gigantesca superestructura del mundo contemporáneo; la manipulación de la subjetividad en favor de la enajenación de los individuos y la atomización de las colectividades al punto de haber perdido por completo hasta el más mínimo resorte ético. 

No puedo olvidar que, a la tensa situación ya descrita, se incorporaron los infaustos resultados de las elecciones legislativas que tuvieron lugar en Estados Unidos en el propio año 1994. Porque ese fue el momento en el que los republicanos tomaron el control de ambas cámaras del Congreso y ello propició que se incrementara el poder de los grupos anticubanos de extrema derecha, en su afán de aumentar las presiones y sanciones de todo tipo contra nuestro país. Y por eso a partir del 9 de febrero de 1995, se interpuso el proyecto de la ignominiosa Ley Helms-Burton, con la cual creció de manera ostensible la hostilidad anticubana. Con posterioridad y basado en ese engendro, cada una de las administraciones norteamericanas, han venido atacando al pueblo cubano de forma creciente, abyecta, indigna y despreciable. No podemos olvidar que cada segundo que transcurre crece la agresión de los reaccionarios de extrema derecha contra nuestro pueblo y gobierno, ello hace que se multipliquen la vergüenza y la dignidad de los cubanos dignos por defender la patria, al precio de nuestras propias vidas, si fuera necesario. 

Desde la superpotencia imperial se lleva a cabo una política guerrerista e intervencionista que pone en peligro la existencia no solo de la especie humana sobre el planeta sino de todas las especies. Y en los textos de Hart se insiste en que en esta batalla a favor de la vida y de la paz, solo se ganará con las ideas y la cultura, lo que para Armando significaba blindarse con la Cultura de hacer política de Martí y de Fidel.

De igual modo, afirmó que tenemos por delante el reto permanente de aprender del pasado, porque estudiarlo es una forma de comprender el presente y también una manera de proyectarnos al futuro. Desde esa perspectiva le abrió paso a la investigación histórica de la cultura y a la práctica científica que se deberá llevar a cabo en esa área del conocimiento humano.

Por estas razones también, en cada una de sus páginas, él nos sitúa en el bando de los que aman y construyen con la verdad, en la guerra de pensamiento que se nos hace y en la que se juega a la desmemoria de las más jóvenes generaciones de cubanos que no vivieron y aún desconocen determinadas etapas de la Revolución.  No olvidemos que, para él, los sueños desde principios del siglo XIX, de Varela, de Martí, de todo nuestro pueblo, bajo la guía insuperable de Fidel, se harán realidad y seguirán adelante si nos inspiramos en sus nobles ideas.

Como afirma el amigo Eliades Acosta Matos, en el prólogo al tomo 2 de la Biobibliografía de Hart, las guerras culturales, que son la modalidad esencial de los enfrentamientos ideológicos del presente y el futuro, se dirimirán también en los archivos y las bibliotecas. Por ello para resultar vencedor en ellas, hay que aportar de manera jerarquizada ordenada y verificable, la mayor cantidad de datos y contenidos que sostengan una narrativa en disputa. Aquí no valen los linajes, ni el prestigio sacrosanto de las instituciones, sino la capacidad persuasiva de nuestro mensaje con todos los datos que lo sostengan. Dada la implacable guerra del imperialismo norteamericano contra Cuba, poner a circular una obra como la del Dr. Hart, es un canto de amor a una vida y una obra consagradas a la Revolución, es de los mayores aportes revolucionarios y patrióticos que se puedan compartir y eso es en definitiva lo que cada día hacemos en Crónicas…

II. El electivismo filosófico cubano núcleo y raíz de su cultura política

Para comprender el contenido y alcance de la Martiana Revolución de Fidel, a la que el Dr. Hart le entrego su vida, es imprescindible ir a los orígenes del pensamiento filosófico, político y pedagógico de más de dos siglos de historia que, desde el padre Caballero, Varela, Luz y Martí, han conducido a las ideas que hicieron síntesis en el carácter singular de este proceso. A mediados del siglo XX, el pensar y el hacer de la Generación del Centenario, surgió de la práctica política, inspirada en el electivismo filosófico cubano, fundamentado en el cuerpo de ideas y pensamientos de los principales representantes de la tradición electiva, de su contenido profundamente antidogmático y científico, ético-patriótico-nacionalista, independentista-liberador-democrático-popular, autóctono-creativo, de pura inspiración cubana. En ese sentido el Dr. Hart afirmó que, para él, el propósito de “elegir” estuvo orientado a hacer prevalecer la integralidad de la cultura para orientar el camino hacia la práctica de la justicia; asimilando lo mejor del pensamiento universal, para conformar un paradigma propio, diferente y creativo, que fuera capaz de encontrar respuestas propias a nuestras necesidades y urgencias como nación y país. 

Como sus ilustres Maestros, estimaba que las ideas no se debían cerrar en un sistema filosófico concreto, por eso ratificó que en su credo lo más importante era no adscribirse a ninguna Escuela o Sistema determinado, sino seguir el principio: “todos los Sistemas y ningún Sistema, ¡He ahí el Sistema!”, “todos los Métodos y ningún Método, ¡He ahí el Método!” …De igual modo, consideró como aspecto central de su concepción filosófica, la práctica de educar y mejorar al hombre mediante la acción social y política, orientada hacia la transformación ética y moral por medio de la Educación, la Ciencia y la Cultura, con el objetivo de preparar al hombre para la vida y ponerlo en consonancia con las necesidades de su pueblo. Por eso subrayó, si el método electivo en la búsqueda del conocimiento y los caminos de la acción los relacionamos con el principio lucista “la justicia es el sol del mundo moral” y con el propósito del Apóstol de echar su suerte con los pobres de la tierra y sus ideas en relación con el “equilibrio del mundo”, tendremos un núcleo central del pensar filosófico cubano de incalculable valor para fundamentar el quehacer pedagógico y la política culta que necesitamos en defensa de nuestro pueblo. Por eso pudo decir: “Caballero nos enseñó a pensar; Varela nos enseñó el camino; Luz nos enseñó a estudiar y conocer; Martí, con su inmensa sabiduría, descubrió los secretos del hacer y, por tanto, –para decirlo con una expresión de Lezama Lima- Martí nos enseñó a actuar y Fidel, nos llevó a vencer”. 

III. José Martí, en el centro del paradigma de la Cultura de hacer política que nos legó

En la Historia cubana contamos con el paradigma martiano, en el que se destaca la importancia de la Educación y la Cultura, en la transformación revolucionaria y moral de la sociedad; recordemos aquellos planteamientos centrales del Apóstol cubano: “Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre”;[i] “no hay mejor Sistema de Educación que aquel que prepara al niño a aprender por sí”,[ii] “se debe enseñar conversando, como Sócrates de aldea en aldea, de campo en campo, de casa en casa”.[iii] Y es que Martí da continuidad a esa línea de pensamiento independentista, anticolonialista y soberano, que nace de las entrañas más profundas de nuestra América, de los grandes próceres y pensadores cubanos y latinoamericanos. Precisamente, esa línea es el antecedente inmediato de la tradición del pensamiento radical latinoamericano, que el filósofo argentino Néstor Kohán ha llamado “la hermandad de Ariel, o la familia martiana de la tradición bolivariana”. De la cual la Generación del Centenario es también heredera, discípula y continuadora, porque esa Generación hunde sus raíces en esa noble y fecunda historia. 

Esa corriente tiene entre sus principales planteamientos, su acendrado espíritu antiimperialista, su denuncia y enfrentamiento al capitalismo y al imperialismo en el terreno económico y cultural; la defensa de la soberanía, la independencia nacional y la identidad cultural de nuestros pueblos, así como la unidad latinoamericana. Para Hart, precisamente, esa tradición del pensamiento radical latinoamericano responde a lo que él denominó: una Cultura de Liberación. Ese concepto, también fue llamado por él: Cultura de Baraguá o Cultura de Liberación Nacional, Social y de Resistencia. En definitiva, se trata de la Cultura patriótica, que viene de la tradición que se gestó en el proceso de independencia nacional, latinoamericanista y antiimperialista, de vocación universal que tuvo lugar en nuestra Patria desde el siglo XIX, en cuyas raíces está la tradición del pensamiento radical latinoamericano y fue forjada en el combate por la transformación del mundo en favor de la justicia y ha estado volcada hacia la acción. En ella se articulan los conceptos ética, política y cultura y las aspiraciones humanistas a favor de la justicia para los pobres y los explotados. 

En la Cultura de Liberación, se colocó como lo primero y esencial, la decisión de luchar por conquistar la liberación humana, el amor a la libertad y la independencia nacional. Asimismo, forman parte de esa noción la idea de la rebeldía, la disciplina, el sentimiento de eticidad que constituyen elementos definitorios de la cubanía consecuente, como expresión de la acción política. Se trata, en fin, de una Cultura que tiene entre sus atributos fundamentales, la opción ética que está en la “médula y el corazón de la Cultura Cubana y Latinoamericana, que para Armando es la Cultura de esencia e inspiración martiana”.

Estas ideas se tornan imprescindibles en el mundo de hoy y vienen a tener en José Martí a su guía y máximo inspirador, porque de él parte toda una línea de pensamiento que llega al siglo XX, la cual está integrada por una numerosa nómina de hombres enteros, herederos directos del paradigma martiano, que podemos simbolizar en los inolvidables comandantes Hugo Chávez y Fidel Castro.  

Hart nos reveló también que, en esa Cultura de Emancipación, está el pensamiento revolucionario y de acción política que en la actualidad nos puede asegurar la posibilidad de enfrentar la encrucijada colosal en la que se encuentra la humanidad; no olvidemos que para él, los sueños de principios del siglo XIX, de Varela, de Martí, se harán realidad si trabajamos inspirados en estas ideas, bajo la guía insuperable de Fidel —el principal heredero, discípulo y continuador del Apóstol cubano.

Tras el triunfo de enero, en el apogeo creador que trajo consigo la gesta revolucionaria del 1959, le tocó ocupar la cartera de ministro de Educación del Primer Gabinete del Gobierno Revolucionario con solo 28 años de edad y desde esa misión continuó con lealtad martiana la obra de Fidel; contribuyendo con modestia a la realización de objetivos que tuvieron como principios aquella certera definición del comandante, cuando dijo: “No le decimos al pueblo, cree, le decimos, lee”. Recordemos que, desde entonces, el joven ministro colocó como lema central de la educación cubana el principio martiano “Ser culto es el único modo de ser libre», ya citado en estas páginas[iv] y la tesis política de que «no puede haber Cultura si antes no hay sensibilidad, no puede haberla si antes no existe capacidad para la comprensión de nuestros problemas sociales».[v]

Al igual que Martí, diferenciaba la instrucción de la educación, considerando que la educación está dirigida a la formación del pensamiento y los sentimientos y asimismo, para él, es el pilar central del enriquecimiento y la superación del ser humano; proceso en el cual se adquiere el conocimiento que le permitirá asegurar su mejoramiento permanente.

El ideario educativo de Hart quedó plasmado en su histórico “Mensaje Educacional al pueblo de Cuba”. Documento crucial, en el que por su contenido y carácter, está implícita una Filosofía de la Educación, en la que se definen los principios de la Nueva Política Educacional, la proyección de la Reforma General de la enseñanza e incluso contiene de forma explícita, los ideales en los que se asentó la revolución educacional a partir de 1959.

Para entender la magnitud de la presencia martiana en sus concepciones educativas, hay que empezar por recordar el cardinal tema martiano de la utilidad de la virtud, que trae en esencia el tema de la ética. Asimismo, la ética martiana presente en el ideario educativo de Hart establece una relación íntima entre la inteligencia, la bondad y la felicidad, porque para él, igual que para el Apóstol cubano, no hay felicidad mayor que la de hacer un bien a los demás; del mismo modo que para Martí, Hart asegura que la maldad conduce inevitablemente a la infelicidad, recordemos que tanto en La Edad de Oro como en otros textos y documentos martianos se tiende a establecer ese noble vínculo.

Hart, de igual modo, tomó de las ideas martianas el hecho de que en la práctica política tiene que haber principios y fines de carácter ético―moral. Esto es posible porque la definición martiana de la ética viene dada por el postulado lucista, de que la Justicia es el sol del mundo moral y, obviamente, el fin de la práctica política martiana es la justicia. En Martí defender la justicia como objetivo esencial de la política se vincula también con los más altos principios del derecho. 

La Cultura de hacer política, es por lo tanto el aspecto decisivo que los une, porque como Martí, Hart subraya que se debe saber diferenciar y, a su vez, relacionar de un lado la ideología entendida como producción de ideas o como ciencia del estudio de las ideas y de otro, la práctica política concreta, porque la primera, inspira y orienta a la segunda, pero no es ella. La segunda promueve y desarrolla materialmente la acción política hacia los fines y objetivos que se propone. La confusión en diferenciar ambos conceptos ─dice Hart─ puede conducir al dogmatismo y, al mismo tiempo, no relacionar adecuadamente estas concepciones puede llevar a la dispersión y a la anarquía. En el equilibrio entre las formas de hacer política y los objetivos que se propone, está la esencia del pensamiento martiano en el que Hart se ha inspirado.

Hart nos recuerda también, que debemos entender la práctica política, como las acciones que se producen para lograr alcanzar los objetivos de la movilización de las personas a favor de tal o cual fin o aspiración. 

Sé que Armando vivió convencido que gracias a nuestra cultura el pueblo cubano sabrá vencer cualquier dificultad que se presente por gigantesca que esta sea, tal y como supieron hacer los hombres de Baraguá ante las dificultades que tuvieron entonces, porque nuestra Cultura de emancipación es nuestra Cultura de Liberación, es nuestra Cultura de Baraguá, que sirve de sostén a nuestro pensamiento radical transformador americano, ideas todas que él llevó adelante en su noble gestión de servicio a Cuba y a la humanidad; la que también brotó a lo largo de su prolija creación teórica en el proceso revolucionario cubano. Y en esa obra  que nos legó, nos invita a sumarnos a la ofensiva de su propuesta cubana, fidelista y martiana, latinoamericana y antiplattista, para que no solo defendamos, sino que desarrollemos una Cuba cubana para siempre.

Cada día que pasa la figura del Apóstol se agiganta y su pensamiento adquiere una dimensión más universal, por eso nuestra responsabilidad crece y crecerá, porque cada vez es más necesario su legado para las presentes y venideras generaciones, para que triunfen definitivamente entre nosotros el mejoramiento humano, la utilidad de la virtud y el equilibrio del mundo. Y en esa batalla Crónicas… seguirá siendo fiel al servicio de la patria, tras las huellas de la eterna martianidad de Hart. 

IV. La creación del CEM, la SCJM y la OPM, huellas de su eterna martianidad, frutos de sus contribuciones a la Cultura de  hacer política en la Revolución Cubana

A solo unos meses de haber sido nombrado ministro de Cultura, promovió la creación del CEM; por eso junto a Fidel, firmó el Decreto número 1 del 19 de julio de 1977 ―histórico documento en el que dispusieron la fundación del CEM, en el 82 Aniversario de la caída en combate del Héroe de Dos Ríos―. El CEM, se convirtió en la primera institución creada por el Ministerio de Cultura, que ejemplo nos ha legado…

El 20 de octubre de 1995 ―Día de la Cultura Cubana― quedó oficialmente constituida la Sociedad Cultural José Martí. Aquella prístina inspiración de Armando, me provoca una enorme satisfacción; porque en los  años transcurridos, los constituyentes y los miles de martianos en Cuba y el mundo que nos sumamos después, echamos andar a una organización que ha promovido la meritoria labor de difundir la obra del Maestro y hacer realidad las responsabilidades de los martianos hasta la actualidad. 

Pero el colofón de este cimiento llegó con la invitación que le hizo Fidel, en los últimos días de diciembre de 1996 de crear la OPM, lo cual se materializó el 9 de abril del 1997. Bien conocemos que la OPM, es el espacio en el que se coordinan de forma regular todas las acciones del sistema martiano para difundir y promover, la vida, la obra y el pensamiento del Apóstol y estimular los más honrosos rasgos y virtudes del ser humano; incitando a partir de sus nobles ideas a enfrentar los egoísmos, las arbitrariedades y las injusticias, cumpliendo con un deber histórico de incalculable valor. Un ejemplo de ello es la creación del Proyecto José Martí de Solidaridad Internacional y el desarrollo y celebración de estos encuentros y conferencias inspiradas en las nobles ideas del Apóstol cubano.   

Desempeñó esta función con espíritu rebelde y pensamiento radical, anticolonialista y liberador. De igual modo, desarrolló una amplia capacidad para orientar, escuchar, debatir y fundar dentro y fuera de Cuba; laboró partiendo de un gran respeto al trabajo y resultó ejemplar su austeridad extrema, su ejemplar laboriosidad, sistematicidad en las tareas, su cultura política y manejo de la teoría revolucionaria en los asuntos en los que debía intervenir. Mucho me regocija recordar el elogio que el amigo Omar González, uno de sus más cercanos colaboradores en la etapa del MINCULT, pronunció sobre él en el marco de la Feria del libro 2017, entonces lo calificó como un hombre bueno, que no era capaz de hablar mal de otras personas, al punto que no lo hacía, ni siquiera con los que se lo merecían en verdad.  

Armando fue un pensador optimista y un optimista práctico, que se hizo martiano muy tempranamente en su hogar. Ese es el hombre que Fidel llamó, para solicitarle que fundara la OPM, una institución muy necesaria para Cuba, la cual se encargaría de coordinar tanto en nuestro país como en el mundo “todos los empeños con relación a la más amplia difusión y conocimiento de la vida, obra y pensamiento de José Martí y la vigencia de su cosmovisión”.

Conservo nítidamente, el grato recuerdo de la inmensa felicidad que Armando sintió después de sostener aquella conversación con Fidel; porque entonces él sintió que Fidel lo había colmado de honor al ofrecerle esta responsabilidad y que asimismo, le ratificaba la infinita confianza que había puesto en él, ante el sagrado deber que le solicitaba y que él ―una vez más― aceptó con sumo placer porque lo consideró la más importante responsabilidad de toda su vida. Y por eso afirmó que la llevaría adelante, inspirado en el ejemplo de las inmortales figuras de la Cultura de hacer política, entre las que destacó a Bolívar, Martí, el Che y el propio Fidel. 

Hoy siento que todo pasó tan rápido…, él no descansó ni un solo segundo…; estaba seguro que, desde estas sagradas instituciones, se podía defender nuestra patria en medio de la crisis de valores éticos, políticos y jurídicos y el inmenso vacío y la angustia espiritual de la moderna civilización. Por eso amanecía y terminaba el día lleno de proyectos.

Soy testigo que la SCJM y la OPM fueron su total obsesión desde su creación hasta su último suspiro.

V. El Dr. Hart, fiel heredero de la Cultura política y de la Cultura de hacer política en Martí y Fidel

Desde los inicios la lucha tuvo para Hart un contenido profundamente ético y político, piénsese en su elocuente afirmación: “Para mí todo empezó como una cuestión de carácter moral”. Esa frase demuestra el enorme peso que tuvo la ética en la formación de su carácter y a lo largo de toda la vida. Para él, el tema de la Ética es el tema central de la política y así fue en su propia práctica política.  

Hart se refugió toda la vida en el mundo de las concepciones y en su inmensa pasión por la abstracción porque, como él decía, cuando se siente pasión por una causa, por un valor abstracto como la Justicia, todo hombre honrado debe darse a él y es honor al que no se renuncia y deber ante el que no se debe claudicar. Cuando advertimos el entorno donde creció y se educó, encontramos los componentes esenciales que contribuyeron a su martiana formación. No olvidemos que cuando recordaba a su madre, su primera asociación era el pleno rigor y la exigencia, mezclados con el amor, la bondad y la justicia, sentimientos con los que también relacionaba a su padre, además del estricto cumplimiento de la Ley. Les agradeció infinitamente la educación brindada, la cual empezó con la prédica de su intachable ejemplo. De sus padres conservó siempre vivencias entrañables; de ellos aprendió los estrechos vínculos entre el derecho y la moral, principios esenciales que sustentaron la educación que Marina y Enrique brindaron a sus hijos; por ello recordaba que, en su hogar, cuando querían distinguir a alguien por sus cualidades, decían: “esa es una persona decente”.  

Ese es un detalle clave para entender a esta familia, el origen de sus ideas y actuación en la vida, porque como bien él afirmó: “si entendí la Revolución cubana, el socialismo, y tomé partido por las causas justas, fue porque he aspirado siempre a ser una persona decente y honesta”. Soñaba que debía trabajar para transformar la realidad a partir de la ética y la justicia. Eligió la carrera de Derecho porque pensaba que de esa forma podría encauzar sus ingentes inquietudes políticas y su vocación de lucha por la justicia y la moral. Deseaba ejercer una Cátedra como profesor universitario de Derecho Constitucional, lo que, —como se conoce— no llegó a realizar porque pasó directamente a servir a la patria en la lucha contra la dictadura batistiana.  

Con una tenaz insistencia recordaba la identidad de la lucha por el bien y la justicia social y en ese sentido afirmaba que la humanidad en su conjunto está necesitada de una reflexión educativa, filosófica y cultural profunda, sugiriendo la imprescindible urgencia del conocimiento del pensamiento martiano para poder contribuir a la salvaguarda de nuestra supervivencia. Subrayaba que ante la quiebra de los valores culturales, éticos y jurídicos de la civilización, es necesaria la ciencia, la ética y también la utopía, en un mundo en el que las instituciones educacionales tienen que empeñarse en reafirmar los valores espirituales, jurídicos y los paradigmas éticos que demanda la Humanidad, para lograr salvarse  de un desastre de proporciones incalculables.

Él afirmó que en Cuba, los fundamentos teóricos de la cultura se gestaron desde los tiempos forjadores de la nación e inspiraron y condujeron la política de José Martí en sus luchas por la independencia plena del país y de Fidel Castro por alcanzar la unidad nacional y la justicia social. Y agregaba, cito: “Entender la raíz de los problemas sociales, económicos y culturales desde concepciones filosóficas de grandes pensadores como Martí y Fidel, constituye hoy una exigencia urgente para enfrentar los males de la Humanidad actual, para el futuro de Cuba y del mundo.” Fin de la cita

La categoría o concepto la Cultura de hacer política, es una de las contribuciones que el Dr. Hart aportó al proceso revolucionario cubano; nacida como resultado no solo de su estudio, sino de su destacado y relevante protagonismo en la primera trinchera de combate, desde que se inició en la lucha  insurreccional contra la tiranía de Fulgencio Batista, en los años en los que fue un genuino líder estudiantil en la Universidad de La Habana hasta el 2017, año de su partida física.

Para Hart la política es una categoría de la práctica en la que según Martí, hay que combinar sabiamente la radicalidad con la armonía y la misma deberá estar regida por principios éticos. Pero no podemos olvidar que para él, la cultura política –por más amplia y diversa que esta sea– será incapaz de conseguir los más elevados propósitos y objetivos si «la Cultura de hacer política» no la asiste debidamente, los ejemplos están a nuestra vista.

Consideraba a la cultura política como la fuente nutriente del patrimonio cultural y a “la Cultura de hacer política” como la forma práctica de su materialización y realización, como los modos de vencer los obstáculos que se levantan ante todo proyecto progresista y revolucionario.

Claro que la cultura política es la fuente esencial de una doctrina o actividad política dada y de ella depende la habilidad y la certeza política para conducir, regir con las técnicas y métodos afines los asuntos de naturaleza propiamente política. Pero reitero que, por brillante, refinada, honorable y respetada que sea una política dada, en opinión del Dr. Hart, tendrá que nutrirse necesariamente, no solo de esa inmensa sabiduría, sino también de las formas prácticas que permitan su materialización plena, lo que incluye ser capaz de remontar exitosamente, los obstáculos que se levantan ante todo proyecto trascendente y de cambios. En este caso se vuelve un ejemplo muy elocuente, la propia definición de la política, por el Apóstol cubano, que todos aquí bien conocemos. Pero recordémosla textualmente por su inmenso valor para la Cultura de hacer política: la política es «el arte de inventar un recurso a cada nuevo recurso de los contrarios, de convertir los reveses en fortuna, de adecuarse al momento presente, sin que la adecuación cueste el sacrificio, o la merma del ideal que se persigue; de cejar para tomar empuje, de caer sobre el enemigo, antes de que tenga sus ejércitos en fila y su batalla preparada». Fin de la cita

En el caso de Fidel, por su valor, Hart reiteraba con una frecuencia desmedida la valía del paradigma revolucionario sin par de «unir para vencer», que él desarrollo superando la vieja divisa reaccionaria del «divide y vencerás», que atraviesa a la historia de la civilización occidental dominante. Para resumir puedo afirmar que en «la Cultura de hacer política», se trata de iluminar y esclarecer, desde la cultura y la erudición, las formas prácticas de hacer política; para lograr defender, desarrollar y hacer vencer todos los obstáculos interpuestos en su avance a la idea prístina por la que se lucha.

Ese legado, en conjunto, constituye la Cultura de hacer política, concebida como una categoría de la práctica que, en lo fundamental, consiste en derrotar el divide y vencerás, y establecer la idea revolucionaria de unir para vencer, sobre fundamentos éticos que incorporen a la gran mayoría de la población.

Entre Fidel y Hart se dieron otras hermosas coincidencias, porque ambos sintieron la Política como la mayor motivación de sus vidas.

Cuando se conoce la trayectoria ideológica y política de Armando, resulta muy elocuente esta afirmación suya, cito: “Mi integración al Movimiento 26 de Julio fue el resultado de un proceso natural. El programa del Moncada llegó a materializar el sentimiento ético que estaba profundamente arraigado en la tradición patriótica cubana. Por eso con certeza puedo afirmar que mi vida está dividida en dos etapas fundamentales: antes y después de conocer a Fidel;  porque él lleva en su conciencia toda la ética y la sabiduría política que faltó en el siglo XX y aun en el XXI.”  Fin de la cita

La obra de Hart viene a ser también una contribución al análisis que estamos urgidos en el contradictorio momento presente. Recordemos que él subrayó que el hilo central que caracterizó a la cultura cubana y, especialmente, a la cultura política cubana desde su surgimiento en las postrimerías del siglo XVIII y hasta hoy, es su acercamiento a una cultura política militante de vocación latinoamericana y universal, en la que, por razones obvias, no se produjo antagonismo entre lo político y lo cultural. De manera que, el pensamiento de Hart, y a lo largo de toda su obra, se enfrenta a la nueva mentalidad plattista sin Enmienda, que en su opinión, es la misma de siempre, por su rancia esencia injerencista y neocolonialista.

Ya conocemos que a lo largo de su febril existencia, los ejes por los que latió su corazón, fueron invariablemente Martí, Fidel y la Patria. Asimismo, la práctica política y su servicio a Cuba, fueron el centro de su actividad y la esencia de su vida. A la causa de la liberación cubana, subordinó todo, ello incluyó, “ambiciones, afectos, el deseo de ser feliz y hasta su propia vida”. Pero en verdad, él era tan humilde y discreto, que eso lo pude confirmar después que Fidel partió a la inmortalidad, desde aquella triste y larga noche y de los conmovedores días de duelo subsiguientes. Al punto que ya he repetido muchas veces que solo entonces fue que comprendí que Armando había vivido para que Fidel viviera…

Siempre he pensado que mientras los recordemos así, no se irán nunca y por eso de alguna forma con este encuentro que le hemos dedicado ha vuelto este hombre de la historia, del entusiasmo y la bondad, este hombre de la Cultura de hacer política de Martí y de Fidel, que vivió para defender su amada patria, Cuba.

“Querido mío, Bienvenido de vuelta a tu trinchera de combate la que no abandonaste jamás”. 

Hasta la victoria siempre.

Muchas gracias


[i] M ARTÍ J. Obras Completas. T. 8. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975. p. 289.

[ii] Ídem, T. 8, p. 421.

[iii] Ídem,m T, 13, p. 188.

[iv] José Martí. Obra citada, T.8, p. 289.

[v] “Específicas y terminantes las palabras de orientación del Ministro de Educación”, periódico Finanzas, La Habana, 10 de enero de 1959, recorte de prensa.

Eloisa Carrera Varona
Editora y escritora, investigadora cubana por más de dos décadas de la vida y obra de Armando Hart y fundadora de la Asociación Hermanos Saíz. Esposa y compañera de batallas del Doctor Armando Hart Dávalos. Investigadora de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí (BNCJM) y directora del Proyecto Crónicas.