“Siempre he sabido que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza”, así inicia Rosa Montero su última obra titulada “El peligro de estar cuerda”, que es un recorrido por los senderos de la creatividad. Me va quedando claro que entre el genio y la locura hay un solo paso. La autora nos narra diversas historias de artistas y, particularmente de escritores, específicamente de novelistas, explicando cómo estos han logrado escribir y dejar una que otra huella en la historia de la literatura.
Pues bien, los y las artistas de todos los géneros han tenido pizcas de creatividad e ingenio para realizar sus obras, pero éstas van combinadas con otras pizcas de cierta locura, digamos de algunos trastornos de ánimo donde la mente juega un papel fundamental, ya que es la vasija donde nacen las ocurrencias, los pensamientos, recuerdos y donde dejamos expandir la imaginación que es la que nos lleva a crear, ya sea una obra de arte o un arte en bruto. Pero, al googlear “arte en bruto” para no escribir disparatadas, caigo en cuenta que “Art brut” significa todo arte que es creado por personas ajenas al medio artístico y que no tienen una formación académica, todo este enrollo definido por Jean Dubuffet en 1945.
Regresando a la autora y a la relación de la creatividad y los tormentos mentales de aquellos que nos dedicamos al arte, ella nos hace un planteamiento interesante: “la de si ser artista ya sean buenos o malos te hace más proclive a algún desequilibrio mental”, por lo cual nos lleva al recorrido de desentrañar ¿qué hace a una persona más creativa que a otra?, y sobre el funcionamiento químico de nuestro cerebro, los niveles de cortisol, la función de las neuronas, los neurotransmisores, digamos que nos presenta una miniclase de psiquiatría, pero lo suficientemente clara para entender el tema en cuestión.
Rosa Montero nos lleva a espejearnos en sus palabras, a entender o entendernos, como ser raro no tiene nada de raro, pues ella asegura por diversos estudios que ser normal es lo raro y que las rarezas abundan más de lo que podemos imaginar.
Aunque hasta este punto no sé si alegrarme o preocuparme. Porque si de la mente hablamos y nos sinceramos, creo que tendría tres tomos de las jugarretas que nos hace, de aquellas ideas extravagantes, absurdas, catastróficas que inventa, pero que vaya, entre todo eso surge la creatividad.
Pero vayamos finalizando, no me pueden trastornar más los libros que hablen sobre escritura, arte y creatividad, más cuando se intenta entender el funcionamiento de nuestro cerebro y cómo la lista de artistas con desequilibrios mentales es larga, lo que nos lleva a pensar en Virginia Woolf, Sylvia Plath, Alejandra Pizarnik, Ernest Hemingway, Vincent van Gogh, entre otros muchos más, que tuvieron finales fatídicos y, sin embargo, nos dejaron grandes obras de arte. Sin duda alguna, ésta es una lectura recomendada y seguramente te seguiré escribiendo de ella.
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