Los bordes del abismo. Sobreviviendo el suicidio de seres queridos. Residencia de Murmurante Teatro en Montevideo, Uruguay, en 2016.

Advertencia

El objetivo global del trabajo que Murmurante Teatro viene realizando en torno al tema del suicido desde hace doce años, es visibilizar esta problemática desde la perspectiva de los Derechos Humanos y en muchos casos, como la consecuencia de la cancelación de estos derechos padecida por el sujeto a través de diversas formas de exclusión social.

Por otra parte, la puesta en foco de una problemática tradicionalmente evadida por las instituciones, tiene como finalidad llamar la atención sobre la urgencia de sumar a nuestro país a los pocos países afiliados a la OMS que cuentan con estrategias nacionales de prevención del suicidio. (Son solamente 28 de más de doscientos).

Las líneas de ayuda, los protocolos mínimos de atención en crisis y todas las posibilidades de vinculación de la sociedad con la prevención del riesgo suicida formarían parte de políticas públicas de urgente necesidad en nuestro contexto local y nacional. Las experiencias que se describen a continuación, y que tuvieron lugar durante la etapa de producción de nuestro largometraje documental Los Bordes del Abismo, pretenden contribuir a estos objetivos.

¿Por qué el suicidio?

En el año 2010, la productora y actriz Ariadna Medina y yo, decidimos que el segundo proyecto de Murmurante Teatro fuera sobre la problemática del suicidio en Yucatán. Teníamos poco tiempo de haber creado el grupo y no imaginábamos aún cuánto iba a transformar nuestra vida la creación de El viaje inmóvil, estudio en espiral sobre el suicidio.  La pieza, trabajada gracias a Ariadna, en colaboración con los creadores escénicos Jorge Vargas y Jesús Hernández, nos ha permitido ampliar nuestra concepción de la creación escénica y su incidencia en el campo de lo social.

También nos permitió abrir una relación de colaboración y asombro mutuo con el Dr. Gaspar Baquedano y el Programa Integral de Atención al Suicidio de Mérida, (PIAS) y a través de Gaspar, con su colega, la Dra. Silvia Peláez, directora de la ONG uruguaya “Último recurso, prevención del suicidio”.

Luego de más de 100 funciones de El viaje inmóvil en las que nos acompañaba con su testimonio alguno de los usuarios del PIAS, realizamos la versión documental, en la que se desarrollan tres historias de vida, entretejidas con aspectos de la producción de la pieza escénica. Para ello contamos con la generosa asesoría del cineasta Jorge Prior, y el espléndido trabajo de Josué Abraham como fotógrafo y editor.

Ambas experiencias nos llevaron con el tiempo a concebir el proyecto de Los bordes del abismo, con el cual, quisimos hacer un recorrido inverso. Partir de la creación de un documental y pasar a continuación a la creación de una pieza escénica sobre la experiencia de sobrevivir al suicidio de algún ser querido.

El proyecto ha sido, además, una exploración intercultural entre dos contextos geográficos muy distantes, pero que comparten una muy alta incidencia de suicidios: Yucatán y Uruguay.

Gracias al Fondo Municipal para las Artes Escénicas y la Música de la ciudad de Mérida y al Posgrado en Trabajo Social de la UNAM, logramos realizar una residencia de doce días en Montevideo para conocer y documentar las experiencias de sobrevivientes en aquella ciudad del sur del continente. Para ello, se sumaron al proyecto la talentosa cineasta Maricarmen Sordo, como directora de Fotografía y el realizador Daniel Peraza, codirector y responsable del guión, así como de la pre y post producción, ambos de Memorabilia Casa Productora.

Juan de Dios Rath, Ariadna Medina, Maricarmen Sordo y Daniel Peraza

Al sur del continente

Montevideo es una ciudad relativamente grande para su millón y medio de habitantes. Posee un centro histórico impresionante, con magníficos y altos edificios en su mayoría estilo art decó y neogótico, que a principios del siglo XX ubicaban a la ciudad como una de las metrópolis más modernas y prósperas del continente. “La Suiza de América”.

Juan de Dios Rath

Del Centro al Este, la impresión de bienestar crece a la vista de los barrios residenciales que dan a las Playas. Punta Carretas, Pocitos, Carrasco, con altos edificios en condominio que recuerdan Copacabana o la Riviera Maya y que se extienden por toda la costera hasta Punta del Este.

Del Centro al Oeste la situación socioeconómica se invierte hasta llegar al puerto, la zona de los frigoríficos y el emblemático Cerro de Montevideo, del cual toma su nombre la ciudad. En el cerro están los barrios obreros, formados por inmigrantes europeos. Polacos, griegos, turcos, italianos y españoles.

El Cerro es el lugar de nuestra primera cita. “Último Recurso” tiene ahí uno de sus centros comunitarios. Llegamos directamente a la vivienda de una de las familias que atiende la ONG. Lilian y Ricardo. Una pareja que sobrevive al suicidio de un hijo, acaecido hace diez años. Descendientes de polacos, honrados trabajadores y espléndidos anfitriones, Lilian y Ricardo nos reciben al mediodía y partimos de su casa ya casi al anochecer, con relatos entrañables y luego de una convivencia más que generosa.

Parte de nuestro proyecto consistía en exponer en tres foros uruguayos la situación del suicidio en Yucatán. Para ello programamos tres presentaciones de nuestro documental El viaje inmóvil.

La primera tuvo lugar en la Intendencia de Montevideo para los usuarios de “Último Recurso”, autoridades de la Intendencia y también para público en general. La segunda en el Hospital Policial del Ministerio del Interior para la comunidad de policías preventivos del Ministerio y la tercera ocurrió en la provincia de Carmelo, para usuarios de “Último Recurso” en aquella localidad, situada a trescientos kilómetros de la capital.

Cada una de las proyecciones nos permitió exponer parte de nuestra investigación escénico-social sobre el suicidio y, además, conocer a personas cuyas experiencias enriquecieron nuestro proyecto de producción de nuestro nuevo documental, Los Bordes del Abismo.

Historias de vida

Lilian y Ricardo, vecinos del cerro de Montevideo, son personas de muy especial condición. Son sobrevivientes del suicidio de un hijo y para “Último Recurso” ellos son referentes de la comunidad por la forma como han transitado las etapas de reconstrucción de sus vidas luego de aquel suceso.

Nos reciben con gran calidez. Nos hacen pasar a su vivienda. El recibidor cuenta con una mesa, un sofá, un librero y una chimenea.

Aunque pequeña, la estancia es cómoda y funcional, decorada con buen gusto. El ladrillo rojo y la madera hacen su parte para conferir al espacio un aire de modesta elegancia y calor humano, que se aprecia más al percibir los 9° del otoño austral. Entre los libros y la chimenea, justo enfrente del sofá una pantalla de televisión donde ambos se sientan a mirar películas.

El hijo de Ricardo y Lilian era un joven de 23 años que se había caracterizado por ser buen hijo, buen estudiante, buena persona. Su suicidio, como muchos otros, se sale de los estereotipos habituales y es difícil de explicar porque no había señales claras que denotaran riesgo suicida.

Lilian es en principio la protagonista de esta historia. A ella le afectó terriblemente la pérdida de su hijo. Nos comenta que desde aquello vive un vacío absoluto. Dejó de trabajar y ha estado deprimida al punto de pensar ella misma en el suicidio. Para sobrellevar las cosas necesita tratamiento psiquiátrico. No podría funcionar sin un par de ansiolíticos cada día.

Ricardo asiente a lo que ella dice y adopta una actitud protectora y comprensiva. Comenta que a él no le afectó en forma tan devastadora el suicidio de su hijo, pero tampoco lo ha superado. Tenía muchos planes y expectativas. Su hijo era además un buen compañero de trabajo, quien, para complementar los gastos, le prestaba una ayuda incondicional a Ricardo en quehaceres cotidianos como trabajos de herrería y electricidad.

Aunque Lilian tiene aún mucho que decir, decido animar a Ricardo a hablar él también. Me interesa mucho su percepción de las cosas y me conmueve profundamente porque me recuerda a mi padre. El gusto por lo técnico, las herramientas, la dignidad del trabajo reflejada en toda su persona. Mientras Ariadna intima cada vez más con Lilian, yo me concentro en Ricardo quien se anima visiblemente al sentir que tiene un interlocutor a modo. Me ofrece enseñarme el Galpón donde solía hacer los trabajos de herrería.

Lilian, Daniel Peraza y Ricardo

Ricardo es jubilado. Durante muchos años trabajó como soldador en una paraestatal y como herrero en sus ratos libres. La casa la hizo él mismo desde los cimientos hasta los acabados. Es minucioso y perfeccionista. Es un hombre profundamente afectado por el suicidio del hijo pero que se ve precisado a ser fuerte para Lilian. Es su sostén y se dedica con devoción a cuidarla. Su relación de pareja es muy fuerte y solidaria. Comparten los mismos valores pues ambos son vecinos del cerro desde que eran niños. Se conocen y se quieren de toda la vida.

 Nos muestran fotografías, nos hablan del suicidio de G. nos dan detalles. La Dra. Silvia Peláez, directora de “Último Recurso” se mantiene atenta porque estamos recién llegados y nos conoce poco, pero llega el momento en que nuestros anfitriones nos han adoptado y volcado en nosotros una gran necesidad de hablar. Silvia no se esperaba que la entrevista durase tanto y se tiene que retirar.

Ricardo y Lilian nos permiten conocer también a sus tres perras, dos ya muy ancianas y una más joven. Todas recogidas de la calle y fidelísimas acompañantes. También la cocina, el resto de la casa. La recámara de G., su colección de monedas, viejas fotografías donde se ve a toda la familia pescando, construyendo la casa, disfrutando la vida.

La generosidad de nuestros anfitriones no parece tener límites. Nos invitan a comer con ellos.

Ricardo y Liliam

En reciprocidad les compartimos un visionado del documental Murmurante en el umbral de lo escénico, que recién habíamos terminado y no lo habíamos mostrado en público aún. Lo vemos juntos en su sala de TV y con ello, les mostramos aspectos de nuestro trabajo artístico en Yucatán.

Durante la sobremesa sobrevino una revelación. G. no había dejado una carta póstuma. Ricardo comenta que revisó cada libro, cada objeto dentro de la casa, cualquier indicio que le permitiera inferir algo que explicara su decisión de suicidarse. Muchas preguntas sin respuesta.

Desde el comedor teníamos a la vista una imagen plasmada en una acuarela que ocupaba el centro de un pequeño muro junto a la chimenea. Una marina. La imagen de Punta Yegua, la ribera donde pescaba la familia cuando G. era niño ha quedado fijada en esa pequeña acuarela que decora la sala. Ese pequeño cuadro describe el lugar exacto donde la familia fue feliz y estuvo unida en torno a una actividad que les apasionaba. Pescar. Lo pintó la hermana de Ricardo y se los regaló hace muchos años.

Coincide con las fotografías que nos mostraron momentos antes. Ricardo y Lilian nunca más visitaron Punta Yegua. Desde la muerte de G. dejaron de ir a pescar. Sin embargo, esa pequeña acuarela acompaña todas las tardes de la pareja. Es el complemento del sofá, la chimenea, la TV, el entorno donde ambos comparten la ausencia de G.

El rostro de Ricardo se ilumina de pronto y nos pide que lo acompañemos al Galpón. Retira algunos objetos del camino, coloca una escalera que da hacia el tapanco y sube. Por un momento pienso que se va a caer y a lastimar porque lo miro moviendo cosas con cierta dificultad hasta que da con una caja de cartón. La toma entre sus manos y la baja para mostrarnos su contenido. Miramos expectantes cómo Ricardo deposita la caja en manos de Lilian y ella dice: “Esto es un tesoro”.

Abren la caja y vemos una red de pesca minuciosamente tejida a mano por G. Ricardo y Lilian nos dicen que cualquier pescador sabe lo que demora tejer una red así. No es un trabajo fácil ni mucho menos. G debió pasar muchas horas de su vida tejiendo esa red para ellos. “Cuarenta metros”, dice Ricardo orgulloso.

Nos vamos de allí con la sensación de que detrás de ese gesto de G, de haber tejido aquella red en silencio, hay una gran historia que aún no se ha contado. La red tiene fuertes resonancias poéticas y simbólicas. Pensé en Penélope tejiendo la ausencia de Odiseo, en las antiguas Moiras tejiendo los destinos humanos en sus ruecas.

Cuando lo comentamos con Daniel Peraza, el guionista de nuestro documental, de inmediato pensamos en Rosebud. Aquella metonimia de la esfera de cristal con el paisaje nevado y el trineo que utilizó Orson Welles en El ciudadano Kane. Aquella red de G tenía un valor poético análogo, que circunstancias afortunadas nos permitieron expresar en el documental como un acto de sanación realizado por Ricardo y Lilian en la playa de Punta Yegua, a la cual volvieron diez años después.

Fotograma de Los Bordes del Abismo

Así como Lilian y Ricardo, entrevistamos a otras siete u ocho personas más en Uruguay. Todas con historias profundamente humanas en las que el dolor encarnaba rostros muy diversos. Sin embargo, para el documental a realizar, la de Lilian y Ricardo sería una de las más significativas. Por eso volvimos a buscarlos y les propusimos un homenaje a G. Ir juntos a la playa, al mismo lugar donde pescaban y desplegar aquella red. Aceptaron. Construir junto con ellos esa escena ha sido una de las más bellas cosas que nos pasaron en Montevideo.

Perplejidades de la realidad espejo

Son muchas las diferencias entre Montevideo y Mérida. Sin embargo, como latinoamericanos, es la cultura lo que nos hermana. Después de haber leído en la adolescencia a Galeano, a Benedetti, a Rodó, uno trata de leer entre líneas todo lo que ve en la ciudad. Con el paso de los días en Montevideo, cada vez me resultaba menos raro ver a las personas en las mañanas caminando hacia el trabajo, abrigados de pies a cabeza y con el termo de agua caliente bajo un brazo y el mate en la otra mano. Quizás, de estar unos meses más allí, no habría tardado en hacer lo mismo. Los días grises del Uruguay la mayor parte del año y el frío, están entre los posibles factores de riesgo suicida. En nuestra latitud es el calor, el bochorno de los 40°.

Con la Dra. Silvia Peláez, directora de la ONG Último Recurso

Más allá de los factores climáticos y más cerca del corazón de lo humano está el silencio. El gran territorio de lo indecible respecto de la vida y de la muerte. En ambas latitudes lo que nos interesaba era poder atisbar el instante en que el silencio se quiebra y toma su lugar la palabra.

Uno de los grandes logros de “Último Recurso” es el de haber establecido vínculos con las autoridades uruguayas como lo son la Intendencia de Montevideo y el Ministerio del Interior. La Intendencia les ha proporcionado espacios comunitarios en el Cerro, en Carmelo, en el Centro de la ciudad, donde la palabra toma el lugar del silencio. La Dra. Silvia Peláez también logró gestionar una línea de emergencia patrocinada por una empresa telefónica.

En Montevideo también presentamos nuestro primer documental sobre suicidio en el Hospital Policial del Ministerio del Interior. Allí tuvimos la oportunidad de platicar con el director nacional de Asuntos Sociales, Dr. Leonardo Anzalone, quien tras la proyección de El viaje inmóvil nos concedió una extensa entrevista y se mostró muy interesado en la intervención que desde las artes se puede hacer respecto al problema del suicidio.

Anzalone nos ofreció un panorama general del problema en Uruguay, donde las tasas de se dispararon con la crisis económica del 2002, con hasta 24 suicidios por cada 100,000 habitantes. Las tasas actuales son de alrededor de 17, y comparado con Yucatán, que tiene tasas de alrededor de 11, observamos la magnitud del problema en aquel país.

En términos quizás más claros, estamos hablando de 541 suicidios en 2014, lo cual nos hace pensar en más de uno y medio por día, mientras que en Yucatán hablábamos entonces de uno cada 48 horas.

Los Bordes del Abismo fue reconocido como Mejor Largometraje Documental en el AQP Audiovisual Film Festival de Arequipa Perú 2020.

Por otra parte, solamente 28 países de más de 200 afiliados a la Organización de las Naciones Unidas tienen estrategias nacionales de prevención del suicidio. Uruguay es uno de estos países, no así México.

No obstante, en ambos casos el problema es invisibilizado. No se habla de suicidio, es tabú. Como si no existiera. Durante nuestra estadía en Montevideo, por testimonios de taxistas, dependientes de tiendas, mercados y personas en general, observamos que la mayoría tiene algún familiar, amigo o conocido que se ha suicidado o ha intentado el suicidio y, no obstante, se impone el silencio porque existe el miedo de que, al mencionarlo, se sugiera involuntariamente la posibilidad de que otros lo intenten.

Sin embargo, en Uruguay los actores sociales asumen su responsabilidad. No hay subregistro y los medios de comunicación son muy discretos al informar sobre suicidio. No explotan el sensacionalismo ni estigmatizan a las familias dando datos como el domicilio o los nombres completos, cosa que en Yucatán ha sido el pan de cada día, desafortunadamente. Un deber de la prensa es informar, pero también podría serlo ofrecer números de emergencia e información preventiva cuando reportan casos de suicidio.

Regresamos a Yucatán con una muy rica experiencia del Uruguay. De su gente. Personas sencillas, trabajadoras, con un gran sentido de la dignidad derivada de la cultura del esfuerzo. Los relatos acerca del dolor, las preguntas sin respuesta y las ondas expansivas, que, como efecto de un sismo, deja el suicidio de seres queridos, vienen a complementar un panorama local en el que tenemos la certeza de no estar solos, y de poder colaborar juntos ante el dilema de la vida y la muerte.

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¿Cómo se reconstruye la vida tras el suicidio de un ser querido?

Murmurante, a través de varios testimonios, explora esta temática en dos regiones de Latinoamérica que comparten, paradójicamente, la condición de presumir altos niveles de bienestar, y al mismo tiempo, elevados índices de suicidio: La península de Yucatán, México y la República de Uruguay.

El equipo de Murmurante ha interactuado con organizaciones de la sociedad civil que atienden la problemática del suicidio, como es el caso de la “Último Recurso”, dirigida por la Dra. Silvia Peláez en Uruguay, y “Eco”, Escuela de Conciencia, dirigida por el Dr. Gaspar Baquedano en Yucatán.

El documental, por medio de relatos personales, pretende dar a conocer lo que significa sobrevivir a la pérdida de un ser querido por suicidio.

De más de 200 países registrados en la OMS, solamente 22 cuentan con estrategias de prevención del suicidio, a pesar de que esta problemática ha venido a ser la segunda causa de muertes entre personas de 15 a 29 años y es superior a la mortalidad por guerras y homicidios en el mundo.

Dirección: Juan de Dios Rath, Ariadna Medina (creadora escénica con trayectoria del FONCA 2019) y Daniel Peraza/Guión y postproducción: Daniel Peraza/Fotografía: Maricarmen Sordo/Contacto: Juan de Dios Rath/9992008904/juandediosrath@gmail.com

CINEMA MURMURANTE invita a la transmisión virtual del documental Los bordes del abismo el domingo 19 de septiembre a las 20:00 horas en la plataforma virtual de Murmurante Teatro: https://www.murmurante.org/eventos
La transmisión se realizará también en la fanpage de Murmurante Teatro.

Juan de Dios Rath
Maestro en Trabajo Social y Licenciado en Literatura Dramática y Teatro por la UNAM. Desde 1993 ha actuado en numerosas obras escénicas en la CDMX y en Mérida como Crack o de las cosas sin nombre, La Hija del aire, La historia de la Oca, La importancia de llamarse Ernesto y El Tío Vania. También ha colaborado como actor cinematográfico en numerosos cortos y largometrajes. (Hasta Morir, The Davil’s Tale, Apocalipsis Maya, El asesinato de Villa) Desde 2008 es director fundador de Murmurante Teatro, grupo con el que produce espectáculos transdisciplinarios y películas documentales con un enfoque marcadamente social, tales como El viaje inmóvil, estudio en espiral sobre el suicidio, Manual de cacería, Las Constelaciones del deseo y Sidra Pino, Vestigios de una serie. Como director y actor ha participado en numerosos festivales nacionales e internacionales y con Murmurante recibió el Premio a la Cultura Ciudadana 2014. Ha sido profesor en la Licenciatura en Teatro de la Escuela Superior de Artes de Yucatán. Es doctorante en Historia en el CIESAS Peninsular y forma parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde 2022.