Felipe Calderón, Vicente Fox, López Dóriga, Lili Téllez, Elba Esther Gordillo y otras “personalidades” de la misma calaña convocaron a una campaña para “defender” al INE, la pregunta es ¿Defenderlo de qué? Durante este sexenio se ha realizado una campaña mediática para hacernos creer que las instituciones están desapareciendo para dejar el camino andado a la instauración de una “dictadura” de izquierda, cuando lo que se pretende es apagar el fuego de una política de saqueo y rapiña que ha dejado al país al borde de la quiebra. Al grito de ¡quieren desaparecer el seguro popular, dejarnos sin la posibilidad de un sistema de salud!, todo el panismo y sus aliados se pusieron a la defensiva para evitar que todo el saqueo que hacían del dinero público gracias a la opacidad de este programa se concretara. Bajo la consigna de ¡Quieren desaparecer las guarderías!, ¡qué harán las madres trabajadoras!, todo el panismo vio con desilusión cómo el lucrativo negocio que tenían con las guarderías subrogadas donde inventaban niñas y niños inexistentes para obtener más recursos del erario, se esfumaba.
Este sexenio hizo un cambio estratégico en la administración de los recursos y muchos programas no dejaron de operar, sino que se eliminó a los intermediaros para que los recursos llegaran directamente a los beneficiarios, ¿qué significó esto? Que los gobiernos estatales u otras dependencias políticas ya no pueden o se les es más difícil desviar esos recursos o beneficiarse con ellos, esto obviamente es una traición a la “democracia” ya que los beneficiarios gastarán ese dinero en cosas que no les “benefician”, de ahí que lo más sensato, piensan los panistas, es que el control del dinero lo tengan ellos, quienes sí saben qué hacer con él.
Ahora, regresando al INE, fuera del discurso ramplón de “nos quieren quitar la democracia” o “tiene que haber un contrapeso que le ponga un alto al tirano”, tendríamos que cuestionarnos ¿por qué organizar marchas y hacer movilizaciones? ¿Qué está en juego? Bueno, de entrada, lo que sí es una certeza hasta para el más despistado es que el INE no desparecerá, sino que cambiará de nombre, ya que ahora se llamará, de aprobarse la reforma: INEC (Instituto Nacional Electoral y de Consultas). Además, seguirá siendo autónomo. Pregunta seria ¿usted saldría de su casa un domingo por la mañana solo porque a una dependencia electoral le quieren aumentar una “C”? Aunque si me adelanto a su respuesta, pienso que muchos sí marcharían por el significado de la “C”, ya que algunos consideran grave eso de querer consultarle a la ciudadanía las decisiones por los problemas del país, qué saben ellos de esto, para eso están los “sabios políticos”.
Otra cosa que propone la reforma es reducir el número de diputados de 500 a 300, ¿no hemos gritado que estamos cansados de mantener a los diputados con todos los lujos cuando en realidad no aportan nada y solo votan por lo que les dicen desde sus partidos sin un sentido crítico ni nada?, me parece que ahora es la oportunidad. Lo mismo pasa con el número de senadores, que pasarán de 128 a 96.
Otra cosa que ha hecho que el INE sea incondicional al poder, es que los consejeros del INE y magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) siempre habían sido impuestos por ellos mismos, ahora serán propuestos por los tres poderes de la Unión y elegidos por medio de voto popular en elecciones abiertas. Otra osadía, ¿cómo pretendemos que el voto popular determine algo tan importante?
La reforma electoral elimina privilegios, persigue que la “democracia” en México no sea tan costosa en términos monetarios y que el dinero público no sea destinado a tantos parásitos, no solo pide recortar el número de consejeros de 11 a 7 sino que también quiere que el financiamiento público a partidos políticos solo sea para campañas electorales, ¿en qué se afectaría a la ciudadanía con esto? Y otro de los grandes beneficios es que plantea una reducción a 30 minuto diarios de propaganda política en radio y televisión para evitarnos ese bombardeo mediático de 24/7 al que estamos expuestos durante las campañas políticas y quienes los únicos beneficiados son los medios de comunicación, ya que nuestros impuestos terminan ahí. Podríamos seguir hablando de cómo esta reforma es una oportunidad para replantear la manera en la que se hace la política en México, pero hay quienes prefieren quedarse en la idea de que se quiere destruir a la democracia, sin mirar siquiera lo que la reforma plantea y la historia del INE a lo largo de los años. El “yo defiendo al INE” es la defensa de los privilegios y el insulto a toda la clase trabajadora que, ganando el mínimo, ve a Lorenzo Córdova y toda su banda con bufets de lujo, autos blindados, prestaciones onerosas y sueldo de cientos de miles de pesos al mes.
Si García Luna estuviera en este país, igual que muchos, saldría a defender al INE y haría sentir orgullosos a todos esos manifestantes por ser de esa gente de bien que quiere lo mejor para el país, desde su privilegio, claro…
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