Armonía

Hay momentos en esta vida en que se habla de la tristeza, si bien, es una sustantivo abstracto que nos remite a las despedidas, como esas noches en que la luna de otoño, detrás de su séquito de miradas luminosas, camina taciturna, vestida de gris y se muere causando tristeza; del mismo modo en que esas señoras caminan arrastrando los recuerdos con los hombros encorvados, en ocasiones puede resultar en desanimo para esos seres, quienes debidamente entrenados entornan los ojos, miran el suelo, mientras estiran las manos en busca de lo que uno pueda darle.

O también, cuando el tiempo se ha terminado, es la misma personificación de un hada que huye despavorida para que Hades no se la lleve al inframundo, sus gemidos mudos desconsolados nos dejan indefensos. ¿Podría haber algo más doloroso que estar en un cortejo dominical avanzando sobre la avenida? ¿O cuando avanzamos con el rostro pálido vestidos de nevado, con lentitud, sin tener a dónde ir, en medio de una multitud sin que ninguno se percate de nuestra tristeza?

Desde el principio de los tiempos, la tristeza es un personaje que tiene un escenario, un coro, un espacio en la vida de cada ser humano, la aceptamos, es parte de nosotros, la tristeza es gemela de la alegría. Podemos estar en la fiesta bailando, disfrutando de un concierto y, en medio de un acorde, la tristeza llega sin avisar, igual a como llega la muerte sin avisar, inoportuna; o bien, cuando ya anunció su llegada, en una fracción de segundo el reflejo de cristal acompaña a la tristeza del que sabe que va a morir.

Hay besos insondables que duran un instante, donde los labios trémulos al posarse con los labios jugosos nos hacen vibrar de felicidad por la conexión lograda, de manera análoga, hay besos que se dan en el imaginario de la soledad dando su estela de desconsuelo y tristeza. Es como ir a una biblioteca y leer un libro, es una forma de felicidad. Las letras nos dicen tanto que también nos causan infelicidad.

Hace un año, no tenía claro que la salud contaba demasiado. Cada cual es tan sano como se siente, hay personas que rebosan de energía hasta antes de morir, por otro lado, hay personas sanas que se marchitan de tristeza, angustiadas por cómo van a morir. Para finalizar, me digo, existen diversos sentimientos, pero en el fondo son uno solo, como lo es el día y la noche, lo blanco y lo negro, la tristeza y la alegría.

Profesora de Educación Preescolar, licenciada en Educación por la UPN, con maestría en Desarrollo Curricular con enfoque intercultural. Ha sido funcionario público en instituciones como CONAFE, CECITEY, SEGEY; ha coordinado talleres de formación y capacitación para fortalecer competencias docentes. Ha recibido el Diploma al Mejor Funcionario Público Federal en 2002 otorgado por CNDH de Yucatán. Poeta, maestra, investigadora en el área de educación indígena y comunitaria. Ha cursado Diplomado de Literatura Hispanoamericana en la UADY, en cursos impartidos de poesía con Aula Grama Escuela con la escritora Viviana González, en talleres dados por la editorial Luz Vesania con la escritora Dora Mora, Lucila May Peña, con el Colegio de Escritores de Latinoamérica con el escritor Ignacio Martín, con Foto TRIPSMX Curso “Autobiografía y Fotografía: exploraciones a partir del cuerpo y autorretrato” impartido por la artista visual Abigail Marmolejo así como diferentes talleres de creación literaria.