Filosofía, educación y cultura en los inicios del siglo XXI. Conferencia de la Dra. Rita Buch Sánchez. Primera parte.

Para hablar de educación y cultura es inevitable recurrir a la filosofía, es por eso por lo que en esta edición presentamos, a manera de homenaje, la conferencia “Filosofía, educación y cultura en los inicios del siglo XXI”, que la Dra. Rita Buch Sánchez (La Habana, 1953-2019) dictó al respecto en 2014, en el I Foro Internacional “Educación y Cultura en los espacios que habitamos”, celebrado en la ciudad de Mérida, Yucatán, México, en 2014, en el marco del Festival Internacional de la Cultura Maya.

Resulta un hecho indiscutible que, ante las circunstancias que caracterizan los inicios del siglo XXI, época de peligro inminente incluso para la supervivencia de la especie humana, una de las interrogantes que debemos hacernos es la siguiente: ¿Qué papel deben desempeñar la educación y la cultura en nuestro tiempo, y particularmente en nuestra sociedad?

Sólo la educación y la cultura nos permitirán prepararnos ideológicamente para luchar contra esos inmensos peligros que enfrenta la humanidad toda. Sobre este tema, si bien se ha escrito profusamente, aún queda mucho por decir.                                                                                                                                              

A lo largo de la historia del pensamiento humano, filósofos y hombres ilustres en los más variados campos, han incursionado sobre tan importante temática. Ya en la antigüedad, los grandes filósofos, conscientes de la importancia de la educación y la cultura, reflexionaron sobre su significado social.

Resulta incuestionable la importancia que reviste el conocimiento de las fuentes originales del pensamiento griego antiguo, para justipreciar sus significativos aportes al pensamiento filosófico universal e incluso, para constatar la vigencia de algunos de sus planteamientos.

En el campo que nos ocupa, muchos serían los ejemplos que pudieran citarse. Por sólo mencionar algunos, podrían relacionarse, las preocupaciones de Demócrito sobre la educación de la juventud, la importancia del método socrático en el ámbito de la pedagogía, el planteamiento de Platón acerca de la importancia que reviste la educación del ciudadano para el estado y el ideario ético de Aristóteles.

Por su parte, Sócrates, maestro de maestros, dedicó su vida a educar a los jóvenes atenienses, y otorgaba el más alto valor al “Bien” y a la “Virtud”, como valores éticos. Asimismo, advertía sobre la diferencia esencial entre “educar” al hombre para la vida, e “instruir” o transmitir conocimientos.

La máxima socrática: «Conócete a ti mismo», de inspiración délfica, expresaba la necesidad de practicar la introspección como vía de autoconocimiento y la Mayéutica como método para llegar a la verdad. Así, la denominó el arte de hacer parir ideas al alma humana, expresión del método que aplicaba el maestro, a través del diálogo directo y oral con el discípulo. A su vez, la llamada “ironía socrática”, invitaba al auto-reconocimiento de la ignorancia, expresable mediante la frase: “Sólo sé que no sé nada”, estado preliminar que, aunque doloroso, resultaba necesario e imprescindible para que el discípulo, ya despojado del falso conocimiento o la aparente sabiduría que poseía, estuviera en disposición de buscar y alcanzar la verdad y la virtud o verdadera sabiduría.

Sobre este importante filósofo, el investigador alemán Werner Jaeger, reconocido especialista en la cultura griega y autor de la obra Paideia. Los ideales de la cultura griega, texto que ha devenido un clásico para los estudiosos de la antigüedad, ofrece su apreciación de la manera siguiente:

Sócrates es una de esas figuras imperecederas de la historia que se han convertido en símbolos (…) Sócrates se convierte en guía de toda la Ilustración y la filosofía modernas: en el apóstol de la libertad moral, sustraído a todo dogma y a toda tradición, sin más gobierno que el de su propia persona y obediente sólo a los dictados de la voz interior de su conciencia; es el evangelista de la nueva religión terrenal y de un concepto de la bienaventuranza asequible en esta vida por obra de la fuerza interior del hombre y no basada en la gracia, sino en la tendencia incesante hacia el perfeccionamiento de nuestro propio ser (…) Sócrates es el fenómeno pedagógico más formidable en la historia del Occidente.[1]

El nuevo enfoque del filosofar y del papel del maestro de filosofía en Sócrates, entre otros factores, conducirán al pensamiento antiguo hacia los grandes sistemas idealistas de Platón y Aristóteles y a la creación de las grandes escuelas filosóficas fundadas por ellos, La Academia y El Liceo, respectivamente.

La condena a muerte de Sócrates por un tribunal democrático ateniense, fue un hecho que conmocionó a Platón y determinó de manera definitiva su orientación filosófica hacia la priorización del ideario educativo y ético-político en su sistema, por una parte y, por otra, hacia la elaboración de una vasta literatura filosófica, compuesta fundamentalmente por diálogos, en los cuales intentó perpetuar la memoria del maestro y rendirle singular tributo, lo que explica que en su inmensa mayoría, Sócrates aparezca en estos como el principal interlocutor y expositor de su propia teoría y de la filosofía platónica, cuestión que en no pocas ocasiones ha traído dificultades a doxógrafos y estudiosos del pensamiento platónico, a la hora de establecer un ordenamiento o clasificación de sus obras.

La orientación eminentemente ética del pensamiento socrático, tras la muerte del “maestro”, sería continuada y defendida por sus discípulos, y especialmente por Platón, el más destacado de todos.

En el sistema platónico, la política ocupará un lugar de primer orden y ella se encuentra en estrecho vínculo con sus concepciones éticas y educativas. Platón le otorgó gran importancia al problema del estado y construyó su ideal a partir del concepto de justicia. En su filosofía, destacó la interrelación que existe entre el estado y los ciudadanos que lo conforman y llegó a manifestar que un estado es justo, sólo cuando quienes lo integran practican la justicia en el alma, a nivel individual. En su conocido diálogo “La República”, expresó:

(…) lo último que se percibe, aunque ya difícilmente, en el mundo inteligible es la idea del bien, idea que, una vez percibida, da pie para afirmar que es la causa de todas las cosas. En el mundo visible ha producido la luz y el astro señor de ésta, y en el inteligible, la verdad y el puro conocimiento. Conviene, pues, que tenga los ojos fijos en ella quien quiera proceder sensatamente tanto en su vida pública como privada.[2]

Si bien su filosofía asumió la postura del idealismo filosófico, al plantear la existencia de un mundo ideal suprasensible, en el que existen objetivamente las “ideas” como entes eternos e inmutables que constituyen los arquetipos o modelos de todo cuanto existe en la realidad sensible, sus planteamientos sobre la importancia de la educación de los ciudadanos en el estado y el significado de primer orden que le otorga al bien y a la virtud en sus concepciones éticas, entre otros aspectos, lo convierten en un clásico de obligada referencia.

También Aristóteles, quien ha sido denominado “la mente más universal entre los griegos” se pronunció sobre la temática que nos ocupa. Su sistema filosófico constituye la síntesis del saber acumulado durante varios siglos en la antigüedad. Fue un gran naturalista y su obra escrita es monumental, pues incursionó en los más variados campos del saber. Su filosofía aún causa asombro y provoca nuevas lecturas e interpretaciones.

Para algunos fue “el gran moralista”, pues vivió en los inicios del helenismo y elaboró una clasificación de las ciencias, en la cual otorgó a la ética, al igual que a la política, un lugar especial, entre las que denominó “ciencias prácticas”, por depender de la acción del hombre.

En su conocida obra “Etica a Nicómaco”, dedicada a su hijo, expresó que la verdadera felicidad consiste en hacer el bien, y que un hombre bueno es un hombre virtuoso. También ha sido denominado el filósofo del “término medio”, por cuanto en sus concepciones éticas, definió la virtud como el justo medio entre dos extremos. Así, Aristóteles definió la virtud como:

…una disposición voluntaria adquirida, que consiste en un término medio en relación con nosotros mismos, definida por la razón y de conformidad con la conducta de un hombre consciente. Y ocupa el término medio entre dos extremos malos, el uno por exceso y el otro por defecto.[3]

La virtud para Aristóteles consiste en lo que él denomina la prudencia-sabiduría, que implica y abarca las demás virtudes. Ninguna de las virtudes éticas se encuentra en los hombres de modo natural. Antes bien, la virtud nace de un hábito o costumbre. Por eso expresó, que la excelencia moral es el resultado del hábito. Es decir, nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía.

Para Aristóteles la moral es, una técnica, un arte, un quehacer práctico. Y de hecho, constituye una parte integrante de la política, por cuanto es base y principio de esta. Por tal razón, la educación que recibe el hombre reviste un especial significado, en tanto repercute en su comportamiento moral.

Como ciencia de las acciones morales del individuo, la ética estará orientada a la felicidad, como el bien supremo de la vida humana y se presenta en tres niveles:

 1) Ciencia que orienta las acciones humanas individuales al bien (Ética);

 2) Ciencia que orienta la organización familiar al bien (Economía) y

 3) Ciencia que orienta la organización estatal al bien (Política). Estos tres niveles se complementan como un todo orgánico, por cuanto para Aristóteles el hombre es un animal político, con una tendencia natural a vivir en colectividad.

El conocimiento de las fuentes originales del pensamiento griego antiguo a partir de una perspectiva crítico-valorativa, reviste gran importancia en nuestros días, por cuanto nos permite por una parte, justipreciarlo, señalando sus aportes significativos al pensamiento filosófico universal, así como sus limitaciones, y por otra, constatar la vigencia de algunos de sus planteamientos.

Grande en sus vuelos y en sus caídas, en sus glorias y en sus miserias, fue Grecia. Ningún otro pueblo del pasado se atrevió a ser lo que era con tal juvenil denuedo. Justificado está, por eso, que se acerque uno a Grecia con amoroso impulso. Y, justificado también que un profundo rencor nos recorra el cordaje de la sensibilidad al penetrar en su pensamiento, en su arte, en su agonía; pero lo que ya no puede admitirse, en puro rigor científico, es verla como no fue ni investirla de atributos que no tuvo, ni ofuscarse con el fulgir de sus irradiaciones, como un colegial embelesado con los ojos de su novia.[4]

Así expresaba Raúl Roa, destacado intelectual cubano, en 1949, su crítica a la visión idílica sobre la cultura griega que había prevalecido en la historiografía especializada hasta la primera mitad del siglo XX y hacía un llamado a colocar tan importante tema sobre bases objetivas y científicas.

De modo similar, reconocía con especial respeto, los aportes que en tal sentido había hecho Werner Jaeger con su Paideia…, texto que, por su visión profunda y transdisciplinaria, así como por su amplio enfoque cultural y objetivo, resultaba en aquellos días, y aún en los nuestros, un libro que no ha sido superado, a pesar de su larga vida.

Hoy, lo expresado por Roa sobre la importancia de Grecia para la cultura universal, con palabras que conservan a más de seis décadas, total vigencia, cobra singular importancia:

Resulta hoy sobremanera fácil advertir la trayectoria solar del proceso histórico hacia una síntesis dialéctica de todos sus aportes. Jorge Guillermo Federico Hegel, en soberano arranque, lo intuyó hace un siglo. En ese sinfónico desfile de pueblos y culturas, Grecia constituye el primer centro universal del espíritu europeo, convirtiéndose en punto de partida de toda evolución espiritual ulterior. La importancia y el interés que tiene para nosotros la antigüedad griega radica, justamente, en esta vinculación suya al devenir de la cultura occidental, a la que lega un profuso semillero de conquistas y un horizonte en perpetuo renuevo.

Como escribiera nuestro José Martí, según Roa, nada sospechoso de grecofilia:

Muerta es la vieja Grecia y todavía colora nuestros sueños juveniles, calienta nuestra literatura, y nos cría a sus pechos, madre inmensa, la hermosa Grecia artística. Con la miel de aquella vida nos ungimos los labios aún todos los hombres.[5]

Esto es muy cierto. Aunque la vieja Grecia quedó atrás, el estudio sobre su historia y sus manifestaciones espirituales y materiales suscita un interés permanente a nivel universal. Y nada mejor para saciar nuestra sed de conocimientos sobre la antigüedad griega, que la lectura de un buen libro como es la Paideia[6]. En sus páginas encontraremos si no todas, casi todas las respuestas que anhelamos tener sobre Grecia, desde una perspectiva historicista y cultural. He aquí el acierto de Werner Jaeger en su afamado libro y lo que lo ha convertido desde su primera edición en la década de 1930, en un clásico de obligada referencia para todo investigador de la historia de las ideas, de la filosofía, de la educación, de las doctrinas sociales y de la cultura en la Grecia antigua. 

RITA MARÍA BUCH SÁNCHEZ (La Habana, 1953- 2019). Fue doctora en Ciencias Filosóficas (1998) y Doctora en Ciencias (2009). Profesora Titular y Profesora Principal de Historia de la Filosofía de la Universidad de La Habana. Directora Académica y autora de los tres primeros tomos de la Antología Historia de la Filosofía. Especialista en Filosofía Antigua, Medieval y Moderna, y en pensamiento filosófico cubano de los siglos XVIII y XIX. Su tesis doctoral en ciencias filosóficas “José Agustín Caballero, el iniciador de la reforma filosófica en Cuba”, obtuvo Premio del Consejo Científico Universitario al Mejor Resultado en los Estudios Fundamentales de las Ciencias y las Humanidades, y Premio Anual de la Academia de Ciencias de Cuba, 1999. Su tesis doctoral en Ciencias, “Aprehensión de la historia de la filosofía con sentido ético-cultural. Su concreción en el pensamiento cubano electivo”, obtuvo Premio Anual de la Comisión Nacional de Grados Científicos de la República de Cuba, y Premio Anual de la Academia de Ciencias de Cuba, 2010. Fue miembro de la Sociedad Cubana de Investigaciones Filosóficas y de la Sociedad Económica de Amigos del País.


[1]Werner Jaeger: Paideia. Los ideales de la cultura griega.  Tomo I. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1971, p. 389.

[2]Platón: La República. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1973, pp. 207-208.

[3] Aristóteles: Ética Nicomaquea. Libro II. Cap. 6. en: Obras. Editorial Aguilar. Madrid, 1973, p. 1190.

[4]Raúl Roa: Historia de las doctrinas sociales. Ediciones Memoria, Centro Cultural Pablo de la TorrienteBrau. La Habana, 2001, p.52.

[5] Citado por Raúl Roa, en Historia de las doctrinas sociales. Ediciones Memoria, Centro Cultural Pablo de la TorrienteBrau. La Habana, 2001, p.50.

[6]Paideia: Término de origen griego asociado a la cultura clásica.

Nació en Mérida, Yucatán el 3 de enero de 1978. Licenciada en Educación Secundaria con la especialidad en Español por la Escuela Normal Superior de Yucatán y Maestra en Cultura y Literatura Contemporánea de Hispanoamérica por la Universidad Modelo. Diplomada en Competencia Lectora: un Enfoque para la Vida y el Aula (Tecnológico de Monterrey, 2013); Investigación Literaria con enfoque de estudios culturales (Univ. Modelo, 2008); Periodismo, protocolo y Literatura (IECY, 2004-2005) y Literatura y Crítica Literaria (ICY-Santillana, 2002-2003). Actualmente, estudia el Doctorado en Ciencias Filosóficas en la Universidad de la Habana. Narradora, poeta y editora. Ha recibido el Premio Estatal de Cuento Corto El espíritu de las Letras (2015); el Segundo Lugar del Premio Nacional de Cuento Jesús Amaro Gamboa (2005); el Premio Estatal de Poesía Joven Jorge Lara (2005) y la beca del Programa Creadores del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Yucatán (FOECAY- 2004). Becaria en dos ocasiones del Programa de Fomento y Coinversiones Culturales del Fondo para la Cultura y las Artes en 2006 y 2016, la primera por su proyecto Palabra Viva (2005-2008) para mujeres internas, jóvenes acusados de delitos violentos y enfermos de VIH y SIDA internos en el Cereso de Mérida. La segunda, fue por el proyecto Ko’olelo’ob, migrantes del tiempo que tejió un puente de memoria a partir de la palabra entre hijas, madres y abuelas de cuatro comunidades mayas de Yucatán. Es presidenta de Zedík, A. C., miembro del Centro Yucateco de Escritores, A. C. y miembro distinguido del Colegio de Profesores de Educación Básica de Yucatán, A. C. por su labor educativa dirigida generar estrategias de fomento a la lectura con niños, como el proyecto Kanules del Mundo Maya (2012-2018) y públicos vulnerables. Titular la cápsula radiofónica A salto de página, en Grupo Rivas dentro del noticiero Arcadio en la Radio, un breve espacio dedicado al placer de la lectura (2013-2016). Ha participado como ponente y conferencista en diversos encuentros y coloquios nacionales e internacionales de escritores y de educación. Coordinadora fundadora de la Escuela de Creación Literaria del Centro Estatal de Bellas Artes y de su programa de formación (2008-2011), así como del programa Biblioteca Básica de Yucatán de la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de Yucatán (2009-2013) y de la Unidad Editorial de la misma Secretaría de 2013 a 2018. Creadora y organizadora del Foro Regional Educación y Cultura, con el tema En los espacios que habitamos en octubre de 2014 y La filosofía y la imaginación en las lenguas originarias de América en 2016; asimismo del Coloquio Internacional de Filosofía de la Ciencia y de las Grandes Ideas en octubre de 2015 y que en su emisión del 2017 llevó el subtítulo Cosmogonías de los pueblos vivos de América; y el Seminario Internacional de Periodismo que reúne a colaboradores del periódico Por Esto!, evento que se realiza desde 2015. Directora editorial del suplemento infantil MUNDOS del periódico Por Esto! (2016-2020) donde también publica artículos periódicamente. Entre sus publicaciones se encuentran Cartas a Sofía, epistolario filosófico para niños publicado por entregas en el periódico Por Esto!, el libro digital Ko’olelo’ob, migrantes del tiempo, hijas, madres y abuelas escribiendo la memoria (FONCA, SEGEY/2017), la colección infantil interactiva Kanules del Mundo maya (SEGEY/2012-2018), el libro de cuentos Vestido rojo y sin tacones (H. Ayuntamiento de Mérida/2008) y Memorias de mujeres en prisión y otros relatos (ICY, Zedík/2006), entre otros.