Cada año la Feria Internacional de la Lectura, FILEY, 2024 abre un espacio para acercarnos a los libros y a la lectura de todos los géneros literarios; tenemos la oportunidad de escuchar y departir con los autores, quienes muchas veces nos parecen lejanos, pero que sin duda alguna son a los lectores, y viceversa, su media naranja.
Este año, la FILEY, recibió a cientos de visitantes con una exposición fotográfica que rindió homenaje a los escritores yucatecos del siglo antepasado hasta algunos más contemporáneos, quienes fueron capturados por la lente de Francisco Martín.
Sin duda, lo que hace especial esta serie fotográfica es que fue preparada para la actualización del libro La voz ante el espejo, minuciosa investigación de Rubén Reyes Ramírez que también captura a autores de yucatecos desde el siglo XVIII hasta años recientes. Esta actualización se preparaba publicarse dentro de la colección Biblioteca Básica de Yucatán, pero lamentablemente, los tiempos institucionales ya no lo permitieron.
El poeta y doctor en Cultura por la Universidad de Sevilla y Literatura por la Universidad de la Habana, Rubén Reyes Ramírez, escribe:
Una mirada a vuelo de pájaro sobre la creación literaria en Yucatán muestra que ésta tiene raíces que se internan en el imaginario mitológico de la Antigua Civilización Maya y en la tradición literaria ibérica. Es, de origen, una literatura bilingüe e intercultural.
Pero la producción literaria moderna de Yucatán surge en la expresión fundada durante el siglo XIX, en forma estrechamente ligada al pensamiento y circunstancias de la Independencia nacional, como una rama verde de la literatura mexicana.
Sus vertientes textuales en maya y en español se desarrollan de manera asimétrica: por mucho tiempo aquella, en una oralidad arterial profunda; ésta, más visible, con predominio de la escritura.
La literatura en español se despliega con fuertes influencias de las corrientes neoclásica y romántica e influjos tardíos del modernismo y las vanguardias, en una dinámica de continuidad y ruptura de la tradición.
Balbuce sus acentos tempranos sin conseguir deslindarse con claridad del periodismo ni de la filosofía y la historia, de la política y la reflexión social. Forja luego los surcos de sus ríos genéricos: entonces, al sustentarse en el asunto vernáculo del neomayismo, erige su identidad insignia. Sale más tarde en búsqueda de nuevos aires, enfrentando el desafío esencial de afirmar entre la bruma los rasgos íntimos de un perfil contemporáneo.
Elaborada con base en la nómina de La voz ante el espejo. Antología general de poetas yucatecos (1995), la serie de retratos reunidos ahora en la exposición fotográfica constituye una muestra amplia, aunque no exhaustiva, de los creadores que han sostenido la literatura en esta región de México. En la atmósfera del conjunto gravita el aura de una cultura compartida: cada rostro atestigua la lucidez de su voz y la forma nuestra de estar y coincidir en el mundo.
Estas fotografías, que formarían parte de un libro, y que ahora muestra el rostro de los escritores, acostumbrados al anonimato cotidiano de los lectores, abren el diálogo con la voz más que con la imagen de estos hombres y mujeres de letras, quienes a través de su obra recrean, como dice el título de la obra primigenia, un espejo en donde las emociones y expectativas del lector fluyen y se reflejan.
Es así como el fotógrafo Francisco Martín reflexiona a cerca de su trabajo en el que dialoga entre las letras, la imagen y la memoria, y en la hoja de sala leemos:
Cuando miramos una fotografía, nos apoderamos del otro, lo registramos en nuestras mentes y conservamos su personalidad. Nuestra imagen es expresión de nuestro pensamiento; nuestro rostro es metáfora de nuestro yo interno; nuestra forma física final. Lo que comemos, lo que vemos, oímos es el resultado de lo que el pensamiento y el lenguaje producen. Por eso, el retrato ha sido tan importante para los humanos, primero en la pintura y luego en la fotografía.
Imposible evitar ser quienes somos. Aunque la imagen simula objetividad, el sujeto como tal, sólo está en sí mismo, inalcanzable. Los lentes en la cámara tratan la imagen de aquel sujeto interpretándolo; van redimensionando la experiencia del sujeto.
Philippe Halsman creó un concepto al que llama “Jumpology”, Saltología. Con él explora al sujeto saltante y su personalidad; cada imagen va fijando lo que son y dejan de ser en la misma toma: un milisegundo de vida es suficiente para captar su ánima.
Marcel Duchamp, al final de sus días, desarrolló el concepto de “Infralevedad”. Dicha idea habla sobre las sutilezas físicas que deja la existencia humana. Propuso el acto artístico como infraleve. Tal como en los sucesos cotidianos, en el arte existe una fuga cuasi inmaterial: una física suave, evanescente. Pienso que el acto fotográfico tiene la cualidad natural de registrar dichas levedades.
Conozco a estos Personajes, voces de Yucatán, por sus retratos. Leo sus caras, en cada lectura interpreto su pensamiento, evito que miren la cámara, conservan intimidad. Dejo que la vean de frente, se reafirman; pero la cámara guarda ese recuerdo, toma su ausencia, nos deja verlos en privado. Son el pensamiento y la voz ante el espejo. La voz como memoria, el espejo como retrato.
Al tenerlos ante la lente, pido que llamen un pensamiento, aquello que esté relacionado con sus afectos, ya sean experiencias positivas o negativas. La cámara es capaz de proyectar resquicios de los recuerdos. Son ellos y la cita del momento vivido. Su imagen, un infraleve de la memoria.
La evocación del pensamiento en esta serie intenta trascender la simple representación. El índex que reproduce establece y transmite el sentir del otro. Su huella lo representa, no sólo a él, sino a todo su entramado vivencial, toda su configuración, todos sus avatares. Es su esencia en un instante ante el medio: la fotografía.
El retrato de estos artistas y la evocación de su pensamiento acarician su recuerdo en nosotros, la memoria en la expresión física, los recuerdos en el cuadro de la imagen. ¿Está esa evanescencia en estas imágenes? ¿Somos capaces de percibirla?
En esta obra vemos a los grandes maestros como Eligio Ancona, Ermilo Abreu Gómez, Rosario Sansores, Raúl Renán, Agustín Monsral, Sara Poot, pero también a la generación que nos abrió paso en las políticas culturales durante los años 80: Beatriz Rodríguez Guillermo, Roger Metri Duarte, Jorge Lara Rivera, Irving Berlín Villafaña, Oscar Sauri; los poetas mayas Indalesio Cardeño, Felilciano Sánchez, Miguel May May, entre otros, que si bien no son todos, son una muestra de la emblemática obra La voz ante el espejo, que guarda la memoria de los creadores literarios del Yucatán.
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