Mientras que todas las demás ciencias han avanzado, el gobierno está estancado; apenas se lo practica mejor hoy que hace 3000 años
John Adams , segundo presidente de Estados Unidos, citado por Barbara Tuchman
La política se practica y ejerce a través de símbolos y es común escuchar una verdad de Perogrullo… Si hoy los candidatos crecen estadísticamente, es, en buena medida, porque sus oposiciones no nacieron aún.
Mi cuenta, a 37 años de distancia, en que esta hermosa ciudad me permitió gozar de la mejor calidad de vida que jamás había tenido, me tengo que sentar una vez más en mi banca de pensar del semivacío parque de San Juanistas a hacer una sincera reflexión.
La última vez que me senté a reflexionar en este mismo parque, y por semejantes motivos, fue en el 2005; sin embargo, la respuesta es mucho peor de la analizada entonces. Ermilo acababa de mudarse al reino de la Luz y yo resentía enormemente su ausencia —que en realidad, me sigue doliendo aún—, y se avecinaban elecciones, las primeras sin él, quien había sido siempre políticamente muy activo. Entonces, en su recuerdo, reflexioné qué había pasado con su amada ciudad de Mérida, la hermosa, y qué tan alejada estaba de ser la ciudad que podría ser, si sus gobernantes hubieran honrado su palabra. Milo que jugó como candidato para gobernarla —obvio que al ir por el PT no ganó—, no dejó de cuidarla y amarla hasta su último día, y si reviviera y la viera hoy, le daría su patatús y volvería a morir.
No analizaré tema por tema, pues la lista sería demasiado larga, sólo resumo diciendo que además de los problemas urbanos cotidianos, se suman en increíble sinergia los problemas humanos, del centro histórico, de los barrios, de los fraccionamientos, que ya ni siquiera estrenan nombre, sólo se van llamando con un número más: Vergel 1, Vergel 2, Vergel 3… Vergel 37. Desde luego, los problemas de las sempiternas abandonadas comisarias, que ahora están siendo invadidas por los “espectaculares” desarrollos habitacionales con torres inteligentes y casas gigantescas de promoción campirana que compiten en espacio con las pequeñitas casas de los predios aún ejidales que se han logrado mantener gracias a la protección sagrada de Dios, porque del Alcalde, no.
Nos llenamos la boca —particularmente, los políticos y los gobernantes— de decir que Mérida es una ciudad donde nada malo pasa, jodidos los del Norte del país, los de Jalisco, incluso ahora los de Michoacán, y quien lo creería, hasta los del antiguamente calmado Guanajuato. Nooo, pues sí, ahí sí está fea la situación. ¿Mérida? ¡Nooo! Aquí todo está “re-chulo”, tanto que el saliente e inacabado alcalde, dice que basa su experiencia en “lo bien” que gobernó, y se lanza de nuevo —y por tercera ocasión—, para ser el candidato al máximo cargo del estado de Yucatán.

Así es, mi buen cuate Reni —a quien conozco de cerca desde hace 36 años por cierto—, ahora me ofrece, nuevamente, un futuro seguro, y si seguro que me va a costar mi parte, seguro que en esta vuelta —si gana—, sí tendremos que pagar —de su capricho— la parte que nos cargará a través del predial, nuevamente aumentado, nuestro “moche” del asuntito—9 años diferido— ese de las luminarias, eso es lo único seguro que yo veo. Bueno, me corrijo, también veo seguro que el Ayuntamiento de Mérida tendrá que responder finalmente, después de “n” amparos, al Tribunal Colegiado en Materia Penal y Administrativa por el asunto de Urban Center, donde nuestro flamante candidato tramitó, o permitió, que se tramitara la construcción de 26 000 metros útiles de suelo en una zona donde el máximo permitido es de 10 000 metros, dejando —como se estipula en autos—, constancia de haber realizado mediciones a modo que encubrieron la falta cometida. ¿Es parte del estilo de gobernar del tío Reni, o sólo fue un “descuido” que no se repetirá ahora que tengamos “más Mérida”?
¿Seguro que ahora si se va a comprometer por Mérida? Trato y trato de acordarme de las grandes respuestas que le dio a la Ciudad y a los Meridanos en su anterior administración. Rebusco en las mejoras, en el manejo de la basura, en el rescate de monumentos históricos, en el rescate de los centros de manzana del Centro Histórico, en la conformación exitosa de los comités ciudadanos que acudían a resolver con él los problemas de sus rumbos…. Bueno, para que le sigo, nada de esto pasó. No, lindo hermoso, yo no he visto nada de esto cumplido. Eran tus anteriores promesas de campaña y ahí siguen, y no te sientas tan mal, tampoco Mau las cubrió.
Y esto activa mi reflexión y me hace pensar en el miedo. Ese miedo que es señal de alerta, ese miedo que es una luz roja que nos advierte de un peligro. Estoy meditando sobre ese miedo que resulta indispensable para sobrevivir y no tiene justificación racional. Es un miedo que se siente en el cuerpo, que es instintivo y que te moviliza para protegerte. Y se me enchina el cuero de pensar que a unos dias de “la madre de todas las elecciones en el país”, mi palabra clave es miedo.
Los meridanos, los yucatecos en general, y muchos mexicanos, estamos entre el miedo y la desesperanza, porque vemos con grandes ojos las ofertas en todo el país del infaltable, ahora sí, ¡Vuelvan a confiar en mí! Les prometo que ahora sí me voy a preocupar por su seguridad, de su bienestar, de su progreso, de su desarrollo, etcétera y más etcétera. Cientos miles de etcéteras, con una pequeña salvedad, ninguno dice cómo, cuándo, dónde y con qué. Aclaran, eso sí, primero voten por mí y les juro por el osito Bimbo que les cumpliré.
Claro, aquí dirán que Mérida se mantiene como un gran polo turístico o de inversión, que Mérida es una ciudad que tiene incuestionable desarrollo, que es la más segura para vivir y que la belleza de esta nueva plancha de cemento calurosa no es culpa del Ayuntamiento de Mérida per se y entonces ¿Por qué tener miedo? ¿Será que no es cierto? ¿Será que no me han cumplido y no me van a cumplir? ¿Será que, al contrario, seguiremos en picada con una ciudad deteriorándose más y más?
En fin, estoy segura que debido a que en mi colonia, la Buenavista, la mayoría son panistas, no tenemos nunca “el placer” de ver aparecer por aquí a ningún candidato, dirán que ya “la tiene segura” o “perdida”. El caso es que, por aquí ni se aparecen, nadie, ni Renán, ni el Gordito Marín, ni la Vero; bueno, ni siquiera “el hijo de la leyenda”. Obvio, ni los candidatos a diputados, nadie nos viene a decir nada de nada a la cara. A lo mejor porque temen que les digamos la verdad de lo que pensamos y sentimos. ¡Vaya ustéd a saber! A lo mejor saben que a catorce años de sufrir diariamente, sí, día a día, la mentada “Glorieta de la paz”, paso deprimido o alberca pública, como le quieran decir, no nos tienen nada contentos.

Y pues, en mis reflexiones al aire libre, con mi perrita Reyka y sin vecinos alrededor, por eso del coronavirus, me pongo teórica y retomo a Bárbara Tuchman, historiadora estadounidense del siglo pasado, quien distingue cuatro especies de mal gobierno1) tiranía u opresión; 2) ambición excesiva; 3) incompetencia o decadencia; e 4) insensatez o perversidad.
Y me gusta la idea de estacionarme mentalmente en la cuarta especie, para calificar como insensatez las políticas de gobierno que actualmente más nos afectan. Dicha insensatez debe cubrir tres requisitos: “ser percibida como contraproducente en su propia época; deben haber existido alternativas viables para resolver alguna problemática presentada durante la administración; y debe haber sido dictada por un gobierno de tipo colectivo o por una sucesión de gobernantes en un mismo cargo”.
La señora Tuchman piensa que, al parecer, en cuestiones de gobierno la humanidad (o sea, no sólo México, no sólo Yucatán y desde luego no sólo Mérida), ha mostrado peor desempeño que en cualquier otra esfera de actividad humana. Para ella, el autoengaño y la testarudez, serían factores determinantes en la insensatez gubernamental que la caracteriza. En su libro: “La Marcha de la Locura. La sinrazón desde Troya hasta Vietnam” muestra la desproporción entre el esfuerzo realizado, enorme, y la posible ganancia, modesta. Ella menciona que la locura consiste en persistir, aun después de haberse revelado una medida o política implementada como ineficiente e incluso descabellada; mayor es la locura cuando quienes ejercen el gobierno se obcecan en no ver alternativas a las políticas aplicadas y, por tanto, se niegan a cancelarlas o a invertirlas en 180 grados, proceso que sería la respuesta indicada, pero que el Ego y la Soberbia de los gobernantes no les permite dar la vuelta, en una de las peores categorías del autoengaño.
¿Les suena? ¿Lo recuerdan? Lamentablemente, a mi cuate Reni muchas, muchas veces, se le comentó la necesidad de hacer un alto y reflexionar sobre sus acciones de gobierno, y la respuesta constante fue seguir adelante con sus propósitos, aunque el sentido común le mostrara que eran inviables. Por lo que, al menos él, no podrá verse asombrado ahora que le recuerdan sus acciones insensatas.

La pena es que la insensatez es hija del poder, de ese poder que corrompe, de ese poder de mando que frecuentemente causa falla del pensamiento y que, a menudo, se desvanece conforme aumenta su ejercicio. Y es justo ahí, donde está el problema de perder de vista la responsabilidad general del Poder. Es ahí donde sentimos que, en general, las experiencias pasadas no brindaron al pueblo un gobierno razonable que hiciera lo posible, en el interés del Estado y de sus ciudadanos, es por eso que a todas y todos los candidatos de todo el arcoiris de colores, les está costando mucho trabajo convencernos. Ahora nos piden otro chancecito por favor, además, su choro no es decirnos lo que sí van a hacer, sino decirnos vota por mí, porque al cabo los otros son peores. ¿Cómo la ven ustedes mis queridos lectores?
¿Podrá alguno de los candidatos meridanos mantener abiertos el juicio y el criterio ciudadano? ¿Podrá alguno de ellas o ellos resistir al insidioso encanto de la terquedad? ¿O mantendrán una persistencia equivoca en una política que puede demostrarse que es inviable o contraproducente?
Reiteradamente, en su momento, un ilustre periodista, amplio conocedor de la política meridana, nos vino advirtiendo de lo que está realmente pasando en esta ciudad y en este estado “donde no pasa nada”. Varios años nos probó con hechos reportados puntualmente en su rotativo, cómo se ha ido deteriorando la seguridad “tan defendida”, cómo ha desmejorado el bienestar de los ciudadanos por el deterioro constante de la infraestructura citadina, y cómo los “turisteros” —por ambición—, han trasquilado a los turistas indispensables para la mejor inversión de la ciudad, “invitándolos” a no volver con sus abusos y nadie le escuchó. Ahora que ya es inminente reconocer el deterioro, su voz está lamentablemente en silencio, pero aquí estamos desde esta fabulosa revista digital Lectámbulos levantando la bandera, e invitando a todas y todos a tener un verdadero amor por nuestra ciudad, por nuestro estado y por nuestra patria.
Hemos dejado en manos insensatas nuestra ciudad, hemos dejado pasar y no hemos advertido el riesgo. Hemos visto de alguna manera decaer nuestro bienestar individual —apurados diariamente por “perseguir, no ya la chuleta, si acaso los huevitos para el almuerzo”— y no hemos hecho nada ante la desaparición de “las buenas maneras”. Hemos percibido —sin hacer nada—, cómo se nos están yendo de las manos los valores que los yucatecos teníamos por delante, como razón de existir. Tardíamente hemos empezado a notar que nuestra ciudad se va pareciendo a otras del país, ya destrozadas por muertes, asaltos, o secuestros ¿Qué estamos esperando? ¿Ver en nuestros medios locales de comunicación las terribles imágenes como en otros estados?
Espero contar con ustedes, mis queridos lectores de antaño, y deseo que, en esta colaboración, logre yo alertar a todas y todos, para que en esta crucial etapa que estamos por vivir, actuemos razonablemente, sintamos con el corazón atento y con la mente lúcida, cuál es nuestro compromiso con esta hermosa casa de todos, con esta tierra hermosa que está reclamando nuestro compromiso real y contundente.
Escuchemos con sensibilidad la voz de nuestros hijos y nietos que reclaman de nosotros la obligación de cuidar su legado, que es nuestro patrimonio y lo es de nuestros herederos. Escuchemos las respuestas, no del qué quieren ellas y ellos. Hagamos las preguntas del ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? y votemos por quien tenga la sensatez para realizar una crítica profunda de la hipocresía y de las falsas promesas.
Mérida bien vale la pena, Yucatán lo merece. Procura estar alerta y establece qué estás tú dispuesto a hacer para proteger este hermoso estado y esta linda ciudad. Te invito a que lo pienses y si se te ocurre algo para decir en esta columna, no dudes en comunicarte conmigo, que muchas cabezas piensan mejor que una. Esta ciudad, históricamente heroica y bella, realmente te necesita. No te quedes con los brazos cruzados.
Yo soy Sylvia Zenteno Ruano y aquí sigo pendiente de mantener la bandera en alto, para seguir en lucha permanente por lograr mejores condiciones de vida para el pueblo, con el espíritu presente de Milo junto a mí, en este mes que es el 17 Aniversario de su transición a la Luz.
Si quieres entablar comunicación conmigo te espero en el E-mail chivizenteno@hotmail.com. Anhelo saber de ti. Hasta pronto.
Chivis esa relatoría tan puntual que haces de Mérida
y sus problemas aplican en todo el país. me produjo sentimientos encontrados de placer porqué aún hay mucha gente como tu que a travez de sus escritos nos ilustran para que palpemos lo que sucede en el ámbito de la politica y de sus politicos de todos los colores y me entristece mucho que no haya mas voces como la tuya y de muchos otros escritores que por no decir lo que los politicos quieren que digas, los satanizan y los descalifican sin ningún pudor y sin argumentos validos. amparados en un poder que nosotros mismos les hemos dado con la esperanza de que las cosas cambien para bien de las futuras generaciones como tu lo comentas. ¿ QUE PAIS LE VAMOS A DEJAR A NUESTROS HIJOS? DIOS TE SIGA DANDO EL DON DE LA COMUNICACION PROPOSITIVA Y REALISTA DE NUESTRO DIA A DIA