“Cuídate de lo que deseas, no vaya a ser que se te cumpla”
Y para evitar la cantaleta de los amolovers que insisten en señalar el “porqué antes no decíamos nada sobre los grandes males del país”, quiero recordar que en otro medio (el periódico ¡Por Esto!) igual de importante y significativo que Lectámbulos donde hoy escribo, tuve la oportunidad de publicar en el sexenio neoliberal anterior varios artículos cuestionando el modelo de Educación Superior imperante en México.
En aquellos artículos insistí hasta el cansancio sobre los aspectos negativos de la mercantilización de las universidades que implicó modificar sus programas de estudio y ofertas educativas para ponerlas al servicio del mercado y del gran capital, es decir, para que se dedicaran a “formar capital humano útil” pero sin capacidad de análisis o crítica social.
Critiqué desde una postura de izquierda el uso de nuevos lenguajes en ellos, por ejemplo, el hablar de “competencias” contribuyendo con esto a crear el ciudadano ideal para una economía neoliberal, individualista, aislado y en constante competencia con sus iguales; destruyendo con esto vocaciones auténticas y de paso la mística de los pueblos originarios basados en el bien común, la ayuda mutua y la solidaridad social. Recriminé que sus autoridades olvidaran que las universidades debían ser lugares donde se formaran inteligencias con autoridad social, para advertir y crear contrapesos en la opinión pública, sobre los programas y proyectos que los gobiernos de aquel entonces y el de ahora vendían y venden como positivos, pero que en realidad sólo sirven para beneficiar a los poderosos y atentan contra los intereses de las grandes mayorías como por ejemplo, los que promueven actualmente el despojo del territorio de las poblaciones mayas y las destrucción de nuestros montes y fuentes acuíferas. Me refiero a proyectos como el mal llamado “tren maya”.
Este sistema de “competencias”, aplicado a sus propios investigadores y profesores, implicó que mantuvieran a estos con un sueldo base, en cada generación contratada con menores prestaciones y aumentos anuales poco significativos, pero con estímulos al desempeño: becas de productividad, apoyos de Conacyt para financiar posgrados e investigaciones, entre otros, estímulos por los que literalmente competíamos fieramente entre nosotros/as ya que el obtenerlos implicaba nivelar los ingresos, la posibilidades de alcanzar un grado académico o financiar importantes investigaciones. Así, nos mantenían trabajando arduamente en contaste competencia y carrera presurosa, sin objetar que las autoridades los aplicaran directamente, ya que era fundamental para nuestras economías e investigaciones alcanzar los preciados “estímulos”.
El pensamiento optimista de “no nos puede ir peor”, nos lo canceló de tajo la cuarentena obligada por el Covid-19 y el actual gobierno neoliberal de la 4 T. Ahora, los profesores-investigadores de las universidades, somos calificados con desprecio como “fifís” por nuestro presidente y al parecer nos convertimos en “los enemigos del pueblo bueno”, sustituyendo como villanos a los grandes empresarios neoliberales, aliados de los anteriores gobiernos y de este. Páginas pagadas, para congraciarse con el actual gobierno, nos acusan de tener sueldos exorbitantes y señala como culpables de la existencia en nuestros centros educativos de altos niveles de corrupción, promoviendo el odio y el linchamiento social contra la comunidad universitaria.
Y para colmo, la cuarentena, que obliga al personal activo a dar sus clases de manera virtual, utilizando buena parte de sus recursos en la compra y uso de sus computadoras, para el pago de servicios a empresas digitales y electricidad, resultó un buen pretexto para desaparecer todas las fuentes de financiamiento para nuestras investigaciones y becas de estímulo al desempeño. Todo lo anterior ocurre sin que se nivelen los salarios, ¿para qué? Si, según difunden algunos medios vendidos, vivimos como millonarios. Además ¿Con qué presupuesto? Si las universidades han visto disminuir sus recursos severamente gracias a las políticas de austeridad del gobierno federal.
Así, de un plumazo, el gobierno federal desaparece las fuentes de financiamiento para realizar investigaciones y para otorgar becas a los estudiantes de nivel superior, lo que cancela la posibilidad de que personas de escasos recursos accedan a centros educativos de alto nivel; y las investigaciones que permitían la realización de una de las funciones sustantivas de las Universidades, la generación de nuevos conocimientos, serán imposibles o se realizarán de manera mediocre y con muy bajo perfil.
Sí, ya sé, al menos ya no se promoverá la famosa “competencia” entre profesores e investigadores, pero tampoco se premiará el trabajo en equipo y el compromiso comunitario, ni uno ni lo otro, ni siquiera la posibilidad de ser la voz crítica y científica de la sociedad ya que cualquier cuestionamiento a los proyectos neoliberales de la 4T nos expondría a que en alguna mañanera se nos acuse de peores cosas que ser “fifís” y nuestra universidad termine con cero recursos y con peje zombis rodeándola con antorchas, a menos que recuperemos el carácter humanista y progresista con el que Felipe Carrillo Puerto fundó nuestra universidad y encabecemos la resistencia contra un régimen tan neoliberal como los anteriores, pero aún más autoritario y represor. Es cuánto.
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