Las familias ¡Espacio de crecimiento!

Las familias en tanto grupos primarios donde se organiza la vida de las personas desde que nacen, resultan importantes espacios de crecimiento, formación y desarrollo personal.

Ellas son diversas por su tamaño, lugar de residencia, posición social, condiciones económicas, estilos de convivencia; también difieren por su composición: pueden ser heteroparentales cuando la constituyen un hombre y una mujer como madre y padre, o pueden ser homoparentales cuando la forman dos mujeres, dos hombres dos personas trans. Nucleares cuando está formada por un solo adulto y extensas cuando además de madre y padre hay hermanos tíos, abuelas, entre otras particularidades, por eso al referirse a ellas se emplea el plural, pues hay muchos tipos de familia.

Las personas por lo general se piensan sus familias como el lugar de socialización más íntimo, donde se aprende a convivir, te enseñan a intercambiar con los que te rodean, quieren lo mejor para ti. Se piensan las familias como grupos de personas unidas sobre todo por parentesco, pero muchas familias están integradas por personas que no tienen lazos de consanguineidad, pero que se aman por todo lo que han vivido juntos y/o por los fuertes compromisos que establecen entre sí.

Las familias constituyen una institución, por su organización y funciones. Ellas son capaces de hacer todo por sus miembros, incluso, aunque no lo merezcan. Constituyen el refugio de muchos/as, el lugar donde se respira el mejor y más tranquilo oxígeno, dicen algunos. También se dice que en su seno se encuentran los consejos más sinceros y se vivencian los sentimientos más nobles.

En el espacio familiar se aprende mucho, los buenos sentimientos cuando las familias son de bien y sentimientos no tan buenos cuando las familias no la conforman personas de bien. Ellas pueden ser portadoras de valores y sentimientos que dañan a otros y/o que se dañan ellos mismos.

Lamentablemente existen también familias disfuncionales, considerando como tal aquellas que tienen dificultades para realizar sus funciones, no se ocupan bien de la educación de sus hijos, o de su alimentación, higiene y cultura general.

Esta situación puede ser el reflejo de familias no enfocadas en la educación de sus hijos y que no creen en que, dándoles buenos ejemplos, pueden contribuir a su formación. Algunas de ellas centran su vida en los negocios, el enriquecimiento, en buscar cómo obtener ganancias sin esfuerzos, dedicando sus tiempos a asuntos que no contemplan la educación de sus hijos/as y dejando en manos de otros su proceso de crecimiento. Muchos de ellos van aprendiendo de lejos, a la distancia de sus padres y madres, sin que estos presten la atención que merecen sus descendientes. Luego, algunos crecen con carencias, con añoranzas, con resentimientos y toman el camino de la resiliencia o de cobrarle a la sociedad lo que no encontraron en sus familias 

A lo largo de la historia las familias han evolucionado, resultando sus límites diversos, también difusos, incluso estar separadas en diferentes países, esa son las llamadas familias trasnacionales. Para ellas, donde quiera que estén sus miembros, son reconocidos como tal.

Las familias también suelen ser fuentes de apoyo tanto cuando comparten proyectos con su descendencia como continuadores de una profesión tradición familiar; cuando siguen el legado de una familia donde el padre o la madre son carpinteros, albañiles, veterinarios, médicos, abogados, profesores y luego sus hijos también eligen esas profesiones y oficios. También las familias suelen apoyar cuando se comenten errores y se necesita de afectos para levantarse y seguir adelante, para rectificar y enrumbarse hacia caminos saludables. Quienes así lo consideran sienten que su grupo familiar está ahí para lo bueno y lo malo, está ahí para las fiestas y las vicisitudes, está ahí y es incondicional.

Las familias suelen ser fuentes de felicidad; para muchas parejas la formación de su propia familia es una aspiración a corto plazo, es un sueño desde la formalización del noviazgo. No obstante, hoy más personas forman parejas que no aspiran a tener hijos/as y no se perciben como algo raro, sino como parte de un derecho humano que les asiste en cuanto a tener o no descendientes. Son decisiones personales legítimas.

Esta idea que antes se sentía como descabellada e incluso el no querer tener hijos/as se asociaba con una sospecha de rareza o de homosexualidad, sobre todo en las mujeres, ya ha quedado atrás, pues las personas tienen proyectos futuros que requieren de mayores tiempos para ser culminados, otros no pretenden formar familia, se sienten cómodos compartiendo su tiempo con su pareja. Las mujeres hoy tienen planes profesionales a largo plazo, o sencillamente eligen no ser madres y no pasa nada.

Ojalá las parejas que por diferentes cuestiones de salud no pueden tener descendencia, asumieran este asunto con más naturalidad, muchas se obsesionan, enferman y hasta rompen la relación de pareja. Hay quienes buscan apoyo médico y resuelven el problema, otros definitivamente no pueden lograrlo, estos también forman parte de la naturaleza humana; algunos buscan en la adopción la solución y otros se resignan, creo que en cualquiera de los casos se debe comprender que no tener hijos por una u otra razón es también natural, además de un derecho humano.

Una mirada hacia otra dirección permite observar cómo cada vez hay más familias constituidas por jóvenes parejas que comparten los quehaceres domésticos, que no distinguen tareas para la mujer y para el hombre, ellos asumen lo que sea necesario y entre los dos deciden cuándo quieren hacer crecer la familia, opción que también toman como responsabilidad compartida.

Con frecuencia el que se casa, casa quiere, pero uno de los problemas de la juventud, al menos en Cuba, es que resulta difícil adquirir una vivienda propia para conformar su nueva familia y vivir solos. La convivencia entre varias generaciones no siempre resulta viable y se generan en ocasiones conflictos y contradicciones. Muchas jóvenes parejas forman sus nuevas familias en los hogares donde nacieron, requiriendo de estrategia de convivencias conscientes para lograr vivir en armonía.

Natividad Guerrero Borrego
Es Licenciada en Psicología, Master en Sexología, Doctora en Ciencias Psicológicas, Profesora Titular e Investigadora. Es autora de varios libros y numerosos artículos en revistas cubanas y algunas extranjeras. Es miembro de la Comisión de Grados Científicos de Salud Pública y de varias Asociaciones Científicas cubanas. Actualmente conduce una sección fija sobre orientación psicológica y sexológica de la Emisora Habana Radio, de la Oficina del Historiador de La Habana. Dirigió por muchos años el Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ), perteneciente a la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba, fue jefa del Departamento de investigación y Docencia del Centro Nacional de Educación Sexual CENESEX, donde se desempeña en la actualidad como especialista de esa institución, abanderada de la inclusión social en Cuba. Es miembro de varias Asociaciones Científicas (Psicología, Pediatría, SOCUMES y SOCUDEF). Ha recibido varios reconocimientos, entre ellos, la Orden “Carlos J. Finlay”, otorgada por el Consejo de Estado de la República de Cuba y Reconocimiento especial “Ángel Custodio Arce” otorgado por la Cátedra de Género, Salud y Educación Sexual de la Universidad de Ciencias Pedagógicas de la Habana.