Concluyó la edición XXXIII de los Juegos Olímpicos de verano de la era moderna, las cuales nos dejaron muchos momentos inolvidables y de aprendizaje, sobre todo de los principales protagonistas: los deportistas.
La persistencia y valor de la gimnasta Simone Biles quien regresó a triunfar, después de pasar por momentos difíciles, donde se atrevió a acusar a sus explotadores y violadores; la inocencia de la china Zhou Yagin, quién se sorprendió al observar la costumbre de morder las medallas obtenidas y decidió imitar a sus compañeras de podio; la serenidad del tirador turco, que sin aditamentos protectores, disparó su pistola; y la belleza de los cuerpos trabajados por años para poder nadar, correr y saltar, como el mejor del mundo; son sólo algunos de los recuerdos que nos dejará París 2024.
Sin embargo, causó más revuelo y corrió mucha tinta para plasmar las impresiones sobre la organización de estas Olimpiadas, a cargo de la bella Francia. El país de la revolución que luchó por la Libertad, Igualdad y Fraternidad, no podía prepararlas de otra manera. Con novedades como la utilización de estadios al aire libre, donde pudimos disfrutar al hermoso París, un paseo inaugural en el Río Sena y espectáculos donde nos contaron, a su manera, parte de su historia, entre otras cosas.
Muchas voces se escucharon criticando la figura de María Antonieta sosteniendo su cabeza decapitada, o la representación, según algunos, de la “Última cena” de Leonardo de Vinci o la “Fiesta de los Dioses” de Jan Harmensz, y en casos extremos, el desfile del supuesto “Jinete del Apocalipsis”.
Sin embargo, es para mí, de mayor relevancia, destacar la participación de las mujeres en esta fiesta deportiva. En París 2024, los géneros estuvieron perfectamente representados al incluir el mismo número de hombres y mujeres: 5250.
Alcanzar esta igualdad no ha sido fácil. En los llamados Juegos Olímpicos de la antigüedad, había una pequeña representación de las mujeres en los juegos llamados Hereos, esta competencia, organizada por mujeres para mujeres, consistía en una carrera en el estadio de Olimpia, pero reducido a una sexta parte. Corrían con el cabello suelto, una túnica que les llegaba encima de la rodilla y enseñaban el hombro derecho. A las vencedoras les concedían una corona de olivo y parte de la vaca sacrificada a Hera.
En la primera edición de los Juegos Olímpicos de la era moderna, realizada en Atenas, Grecia en 1896, no participaron mujeres. Éstas llegaron hasta la segunda edición, en el año de 1900, precisamente en París, donde se registraron 997 atletas, de los cuales 22 eran mujeres, las cuales compitieron en cinco deportes: tenis, vela, croquet, hípica y golf.
La primera mujer que ganó una medalla de oro fue Heléne de Pourtalés quien compitió en regatas representando a Suiza, junto con su marido, aun cuando nació en Estados Unidos. Poco a poco se fueron integrando las mujeres; por ejemplo, en México 68 participaron 5516 atletas, de los cuales 4735 eran hombres y, únicamente, 781 mujeres; es decir un 14 %.
Alcanzar el sueño de representar a su país en una Olimpiada ha significado para muchas un camino difícil, como fue el caso de las nadadoras, las hermanas Sarah y Yusra Mardini, cuya historia narré en artículo anterior, en donde competir representando a su país, Siria, las llevó a practicar en pleno bombardeo en las instalaciones acuáticas; todo esto derivado de la guerra civil que sufría su patria, lo que provocó que la decisión de su familia de ayudarlas a escapar hacía Alemania, intentar demostrar sus destrezas y participar en una Olimpiada.
Como muchos que intentaban cruzar de Turquía a Grecia, Sarah y Yusra Mardini cayeron en manos de traficantes que se quedaron con su dinero a cambio de proporcionarles endebles embarcaciones inflables para aventurarse en un mar peligroso y con exceso de pasajeros. Cuando el lanchón se empezó a llenar de agua, las hermanas tuvieron que tirar sus apreciadas medallas que su padre les había entregado para utilizarlas como una carta de presentación para comprobar su buen desempeño en las piscinas. No fue suficiente y la balsa continúo hundiéndose, por lo que decidieron amarrarse a la embarcación y tirarse al mar. Junto con dos o tres hombres que las imitaron, y después de nadar más de tres horas, llevaron a salvo la embarcación a la costa. En el año de 2016 Yusrah fue invitada a participar en las Olimpiadas de Río de Janeiro, Brasil, dentro del equipo de “refugiados”, logrando así su sueño y el de toda su familia.
Son muchas las historias de mujeres que para alcanzar sus sueños han tenido que pasar por difíciles pruebas, entre las que se encuentra el que se cuestione su género, por parecer y competir con una fuerza “muy masculina”, pero gracias a esas mujeres primerizas que se atrevieron a desafiar el machismo y supuesto paternalismo, hoy el camino se encuentra preparado y despejado para que sigan demostrando su valía en cualquier campo.
Los mexicanos aplaudimos la participación de las compatriotas que nos representaron y agradecemos los momentos de emoción cuando coronaron sus esfuerzos con una medalla, como es el caso de las tiradoras con arco.
Cuando se clausuraron hace unos días las Olimpiadas de París 2024 escuchamos la canción A mi manera como despedida y respuesta de Francia a las críticas. Lo reconozco: pensé que sería la de Édith Piaf, No me arrepiento de nada, pero fue un buen mensaje para el mundo, para que se respeten las diferencias. Preparémonos para la próxima emisión en Los Ángeles 2028, que se anunció con Tom Cruise en una moto al estilo Misión Imposible, ya que todos tienen derecho a mostrarse con el estilo e historia que les caracterice.
Como atinadamente me contesto mi querida amiga Ros, quien vive desde hace más de 40 años en Europa, cuando la cuestioné: ¿Qué te pareció el escándalo de la inauguración de las Olimpiadas?
—El escándalo es que se haya convertido en un escándalo.
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