Nuevamente, los maestros van a la lucha. Después de más de 30 años, la base magisterial se une para hacer escuchar su voz con las mismas demandas que en 1989, en aquel movimiento magisterial que logró importantes demandas.
Yo era apenas una niña, pero soy hija de maestros. Recuerdo las reuniones del Comité Central de Lucha que se hacían en la Esc. Sec. Fed. No. 1, a las que acudían un gran número de docentes para organizarse, durante meses vivimos paros laborales y marchas que movilizaron a miles de maestros.
En aquellos contingentes que caminaban agrupados por escuelas, con lonas y pancartas escritas con las consignas que a coro gritaban, ahí, entre todos, solía reconocer a uno o varios de mis maestros. Sin duda, una experiencia que marcó mi vida, porque ver a mis maestros en acción, luchando por sus derechos en las calles, hacía realidad lo que tantas veces refirieron en el salón de clases.
En aquella emblemática lucha magisterial, se exigía el 100% al sueldo base y una jubilación móvil, que no se lograron, pero sí un aumento del 25% y cambio al tabulador. Lamentablemente, años más tarde, ese porcentaje fue disminuyendo al 12%, al 7%, hasta llegar al 4% anual.
Contrariamente, las exigencias en busca de una “educación de calidad” fueron en aumento. Se instituyó un examen para la adquisición de plazas, el cual, si bien ha permitido un ingreso más equitativo al sistema, también le ha exigido al maestro una formación cada vez más exhaustiva.
Ni hablar de la “reforma educativa” —o más bien, laboral— de Peña Nieto, que plateaba la evaluación no sólo para el ingreso sino para mantener la base, provocando una jubilación masiva, liberando bases que también se manejaron a ultranza. Lo peor, fue la campaña mediática que se generó en contra de los maestros, devaluando la imagen de quienes han sido constructores de la historia de México.
Hoy, los maestros, son los mismos que sacaron adelante la educación de los niños y jóvenes durante la pandemia sin tener los recursos necesarios y con todos los errores de las autoridades educativas; son los mismos que hoy tienen que enfrentar las problemáticas que se gestaron durante la etapa de contingencia; son los mismos que se ven obligados a tomar cursos, diplomados, incluso postgrados fuera de su interés, pero que sí estén dentro del catálogo del órgano evaluador USICAM, para aspirar a una promoción o incremento salarial que al jubilarse no se les tomará en cuenta.
Es verdad que hay docentes y directivos que tienen un sueldo por arriba de los 40 mil pesos, pero también los hay que ganan 5mil – 7 mil pesos al mes y tienen que viajar a diferentes municipios, o incluso, ir de una a otra escuela para poder cubrir sus horas laborales en un mismo día.
Con este paro, los maestros de más de 400 escuelas de Yucatán se unen a la petición de la CNTE del 100% al sueldo base, abrogación a la ley del ISSSTE 2007 y jubilación por años de servicio, así como la cancelación de la UMA y pago de pensiones en salarios mínimos. Pero, sobre todo, la redignificación del magisterio.
Responder