La doctrina militar tradicional distingue diferentes formas y patrones en los que puede presentarse y categorizarse la guerra. Podemos clasificar un conflicto bélico de acuerdo al modus operandi, los actores involucrados, los medios empleados, entre otros. Se pueden distinguir entonces: guerras regulares o irregulares, convencionales o no, totales o limitadas, de desgaste o de guerrillas. Conforme a los espacios: guerra aérea, marítima, terrestre, entre otros tipos.
Si bien el caso de Rusia-Ucrania comenzó como una guerra convencional donde se distinguen ejércitos regulares enfrentados, conforme pasa el tiempo el evento ha superado las características de un simple conflicto: sanciones económicas, restricciones de tránsito, prohibición de participación en eventos culturales o deportivos, desinformación y propaganda…son eventos que hacen pensar en que las categorías tradicionales para comprender y analizar la guerra se han quedado cortas o son insuficientes para comprender a cabalidad lo que está sucediendo.
Los tiempos cambian, las formas de guerra se modifican. Esta premisa, ayuda a entender la importancia de discutir conceptos novedosos que pueden ampliar nuestra capacidad explicativa frente a eventos coyunturales.
Guerra de Cuarta Generación
Al terminar la Guerra Fría, después de la caída del Muro de Berlín, comienzan nuevas teorizaciones sobre los conflictos. Ya en 1989, William Lind entendió que las ideas y la tecnología son las características que han determinado la evolución de las conflagraciones entre países. Entonces Lind identificó cuatro generaciones de guerras:
- Primera generación: que inicia con las armas de fuego y la profesionalización de los ejércitos;
- Segunda generación: donde la guerra se industrializa, la movilización logística y las maquinarias bélicas escalan los conflictos;
- Tercera generación: basada en la velocidad y sorpresa de los ataques; y
- Cuarta generación: donde la superioridad de un ejército conduce al uso de “recursos no convencionales”.
En palabras de Lind (1989):
“La cuarta [generación] pretende derrumbar al enemigo internamente en lugar de destruirlo físicamente […] La guerra de la cuarta generación se libra en un espacio aparentemente difuso y en gran parte indefinido. La distinción entre guerra y paz será borrosa.” (Lind, 1989)
Como se ha comentado, gran parte de la evolución de los conflictos se debe a la tecnología disponible. En la guerra de cuarta generación, donde la tecnología es más amplia los espacios del conflicto se vuelven más difusos.
Es en este contexto donde tanto Rusia como Ucrania han hecho uso de la propaganda con el objetivo de mermar la influencia del enemigo. Y es que, si bien la propaganda ha acompañado a la guerra desde su primera generación en la cuarta generación, potencializada por las tecnologías de la información y comunicación, adquiere una dimensión totalizante.
En esta trama de guerra de cuarta generación, donde la cobertura de los medios de comunicación y el desarrollo de la estrategia de desinformación en las redes sociales generan opinión, Ucrania ha optado por una comunicación centrada en la imagen de Volodimir Zelenski: un humilde jefe de Estado al lado de su pueblo.
La contraparte rusa opta por comunicar la idea de la desnazificación de Ucrania, intentando una transposición de la victoria en la Gran Guerra Patria (término empleado en Rusia para referirse a la guerra contra la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial).
Pero la construcción del enemigo y la infodemia no es el único elemento relevante en estas nuevas categorías de conflictos; otra característica será la asimetría de fuerzas y las consecuencias que esto conlleva.
Guerra asimétrica
En los noventas se acuña el término “guerra asimétrica” para referirse a un enfrentamiento entre adversarios de desigual potencia que incluye modos de acción no convencionales para explotar vulnerabilidades del rival.
La guerra asimétrica implica:
“actuar, organizar y pensar de manera diferente al adversario para maximizar los esfuerzos relativos, tomar ventaja de sus debilidades y adquirir mayor libertad de acción. Puede ser política/estratégica, militar/estratégica, operacional o una combinación que implica distintos métodos, tecnologías, valores, organizaciones o perspectivas de tiempo. Puede ser a corto o a largo plazo. Puede también ser discreta o complementada en conjunto o con aproximaciones simétricas y tener una dimensión tanto psicológica como física” (Metz, 2002).
Desde 2014, el conflicto entre Rusia y Ucrania ha mantenido como característica de guerra asimétrica la presencia de al menos una docena de batallones y grupos paramilitares: se trata no solo el Batallón Azov, el primero en mencionarse en los medios por su clara ideología neonazi, también existe el Batallón Donbás, incorporado a las fuerzas armadas regulares del país, el grupo paramilitar Aydar, la Misanthropic Division, el Dnipro-1, el Batallón Batkivshchyna, National Corps, la Unidad Tornado y otros grupos de choque.
Esta proliferación de milicias nacionales, grupos guerrilleros, paramilitares o “legalizados” (al ser incorporados directamente al ejército ucraniano) ponen en evidencia que la resistencia a Rusia es más de la esperada, aunque la superioridad militar rusa sigue siendo enorme.
En esta guerra asimétrica, la extrema derecha crece, más allá de los reclamos de la ACNUR y Ammistía Internacional al documentar crímenes de guerra, asesinatos y violaciones masivas de grupos como Dnipro-1, Aydar y el Batallón Donbás. Pero el fanatismo y la participación de actores no estatales en el conflicto también puede explicarse desde el concepto de guerra híbrida.
Guerra híbrida
Al estudiar la guerra en el Líbano, Hoffmann (2007) definió una guerra híbrida como “una combinación de la letalidad de la guerra estatal con el fanatismo de la guerra irregular”. Es decir, una guerra híbrida conjuga modos de combate clásicos con irregulares. Constituyen conflictos en los que “al menos uno de los contendientes combina operaciones convencionales, guerra irregular, acciones terroristas y conexiones con el crimen organizado” (Schnaufer 2017, 18).
Una característica propia de esta guerra híbrida es la privatización del conflicto a través del uso de legionarios y mercenarios para “subcontratar la guerra” o “trasferir los riesgos” asociados a la misma.
En este sentido, el ejército ucraniano ha creado la “Legión Internacional para la Defensa Territorial de Ucrania”, una unidad militar con voluntarios extranjeros de al menos 50 países. A través de su sitio web, la Legión Internacional describe los siete pasos para unirse, mismos que inician con el contacto a la embajada ucraniana en el país de origen y concluyen con el arribo a Ucrania: Fight for Ukraine (fightforua.org)
Por el lado de Rusia, se han identificado empresas conocidas como Compañías Militares Privadas (PMC, por sus siglas en inglés), eufemismo cuasi legal para referirse a los mercenarios modernos. Se han identificado al menos siete PMC rusas con actividad en el conflicto: RSB-Group, MAR, ATK-GROUP, Slavonic Corps Limited, Wagner Group, E.N.O.T. Corp y Cossacks.
En de destacar la participación del Wagner Group, fundado en 2014 durante la anexión rusa de Crimea, que se distinguió por la brutalidad de sus operaciones en Siria y que, según fuentes de inteligencia estadounidenses, guarda vínculos directos con Vladimir Putin.
Comentario final
Las categorías de “guerra de cuarta generación”, “guerra asimétrica” y “guerra híbrida” sin duda ayudan a comprender la situación conflictual actual entre Rusia y Ucrania.
Nos encontramos frente a una guerra donde se conjugan diversos medios, actores y dimensiones que diluyen las distinciones clásicas de lo militar y lo no-militar; donde la propaganda se potencializa a través de las redes sociales, los rivales hacen uso de recursos no convencionales y la guerra se privatiza.
Ante todo, es necesario recordar que este análisis conceptual no debe distraernos de lo más importante: reconocer que toda comunidad debe vivir en paz y que la guerra debe ser superada a partir de espacios de diálogo y medidas que limiten la violencia directa, estructural y cultural.
Referencias:
Hoffmann, Frank. 2007. Conflict in the 21st Century: The Rise of Hybrid Wars. Arlington: Potomac Institute for Policy Studies.
Lind, William, Keith Nightengale, John Schmitt, Joseph Sutton y Gary Wilson. 1989. “The changing face of war: into the fourth generation”. Marine Corps Gazzete 73: 22-26.
Metz, Steven. 2007. “New challenges and old concepts. Understanding 21st century insurgency”. Parameters 37 (4): 20-32. Mulligan, William. 2008. “Total war”. War in History 15 (2): 211-221.
Responder