Estamos ya tocando las postreras semanas de este año, por lo que vale hacer una breve reflexión sobre uno de los libros que este año nos ha legado, y me refiero a la obra: “Un día como hoy…” es el título del último libro publicado por el maestro Carlos Francisco Chablé Mendoza, ilustre cronista de la ciudad de Felipe Carrillo Puerto la antigua Noh Kaj Santa Cruz de los mayas rebeldes. Libro que es fruto de dedicación y ahincó que nos muestra un trabajo de investigación archivística y bibliográfica que respaldan una serie de eventos importantes fechados en el calendario civil y emocional de los peninsulares, tienen por eje central la ciudad de cronista y la amplia región federativa del estado quintanorrense. Trabajo que entra de lleno a la sección yucatanense de la bibliografía, volviéndose un obligatorio libro de consulta en las bibliotecas.
“Un día como hoy” está bien situada y está relacionada con los diferentes eventos, que van desde lo regional en concordancia con lo nacional. El pueblo maya es el elemento guía y aderezo que logra la unificación.
Porque como bien dice el autor en la obra señalada, no podemos seguir delimitando —y dividiendo— territorios desde la visión imaginaria y política cuando compartirnos, en un mismo un territorio, una cultura madre como lo es la maya, con una misma historia y provenir. Así luego entonces, podemos decir Yucatán la madre amorosa de las hijas Campeche y Quintana Roo.
Yucatecos, campechanos y quintanorrenses, todos pendemos del mismo cordón umbilical o como escribe Joaquín Tamayo: “para empezar todos nos conocemos y al parecer seguimos colgados de alguna rama del mismo flamboyán genealógico. Seguimos siendo, pese al desfogue citadino, una gran y retorcida y, en ocasiones, hasta forzada parentela, ósea: provincia de buen talante.”
Y es que Un día como hoy… nos recuerda, trae a la memoria actual ese hecho principal, esa oportuna efeméride que, desde la visión personal del autor tiene la relevancia necesaria para ser recordada en el presente. La fecha da la pausa, que un día como hoy marcó el camino de la historia regional.
Los mayas, nuestro ancestro dictaban que todo es cíclico, las ruedas de Tzo kín, el calendario maya, regresan con el mismo nombre de día y mes, para hacer el mismo día que señaló un punto en el camino. Esto refiere a la historia en el devenir del tiempo, se necesita una fecha, un año que marque ciclos determinados, lapsos necesarios para escribir el pasado, la historia. El amanuense que escribió el Chilam Balam de Chumayel, lo deja entre ver en cuando escribe: “Escribo su memoria para que se pueda ver cuántos años después va a haber otra…”
Mientras que, en el pensamiento occidental, aristoteliano, que nos inundó el territorio de la América Septentrional, se habla de la memoria como centro donde ocurre todo el pasado, el presente y el futuro. De la presencia del ayer en el pensamiento de hoy. Es muy sugestiva la propuesta que hace San Agustín, que invita a ver el tiempo a través de la categoría precisamente de la memoria, que es el presente de las cosas pasadas; la visión, presente de las cosas presentes, y de la espera, que es presente de las cosas futuras.
Un libro de historia, es memoria escrita de un tiempo pasado. La permanencia de la historia inmóvil. Se mueve con lo ojos y con la mente, en la lectura, la imaginación en la creación de hipótesis y nuevos planteamientos. Como diría Juan Villoro: “La historia tiene mucho que decirnos en las nuevas generaciones…” Yo diría que este libro es un arma importante, para las aulas para el servicio, para fomentar la pretensión cívica, despertar el interés por la historia.
Pero es que escribir un libro como este, no solo tiene en su forma un estilo y método, también tiene límites, un formato que hay que cuidar y seguir. Los múltiples hechos históricos y contemporáneos, la versatilidad en que son presentado y la sección de estos hechos dependen del autor, de su carácter y sus ansias. Por ejemplo, un día nos habla de un evento especifico de la guerra de castas, y al otro día informa del nacimiento del primer telegrafista de la zona maya.
En el panorama de la bibliografía yucatanense, podemos encontrar algunos ejemplares de libros de efemérides. Por ahí de 1995, la secretaría de educación sección Yucatán, publicó su Calendario de fechas cívicas. Con el objetivo de llevar a las escuelas las efemérides de la semana, que eran leídas al final de los homenajes a la bandera en las escuelas públicas.
En Quintana Roo en 1988 el escritor Fernando Bautista Pérez publica su obra: Efemérides Quintanorrenses. Mientras que en Campeche en 1991 se publicaba el libro: Efemérides Patria y Tierra obra de Mario H. Aranda González, patrocinado por los ayuntamientos de Hecelchakán y Hopelchén. Finalizando el siglo pasado el gobierno del estado de Campeche, publicaba el libro de efemérides: Campeche: sucesos y personajes en 1999. Regresando a Yucatán, en 2006 el doctor Renán Góngora Biachi pública su libro: Memoria histórica de Valladolid Yucatán. La obra de Renán Góngora y la de Mario H. Aranda, son las únicas que abonan al regionalismo, el mundo gira alrededor de Valladolid y de Hopelchén.
Dentro de estas referencias nace y sale a la luz pública la obra de Chablé Mendoza, que llega para actualizar y a nutrir con nuevos datos e información contemporánea las páginas de la historia regional de Quintana Roo.
La obra del cronista Chablé Mendoza, se ha vuelvo obligatoria de consulta, en la cual el historiador encuentra el dato precioso para su estudio, la guía para el etnógrafo, la fuente de conocimiento en la apropiación de hechos y, ante todo. en la nueva aportación de datos, en la pluralidad de su contenido. Mujeres, hombres, sabios, intelectuales, sucesos de comunidad, personas de carné y hueso que han pasado en el tiempo marcando son sus huellas el pasado antiguo y reciente.
La obra ayuda a comprender la historia de Quintana Roo en la armonía de los datos históricos, nos ofrece la visión de que todo lo que pasa en la península nos afecta a todos, no importa los límites territoriales políticos. Nos revela con la prudencia necesaria esas visiones de la historia. Aclara puntos, y perpetua el hecho histórico de la protesta, hay algo en sus paginas de lucha fuerte, de reclamo vivo, de que la inmolación contra la injusticia no puede quedar en el olvido. Así vemos que aborda puntual los hechos de huelgas, de exigencias de personas, de reclamos necesarios, cuyos ecos de justicia en el presente vienen de un Un día como hoy, pero del año… que se pierde en el concierto de la historia.
La presentación de eventos por fechas o épocas, permite de mejor manera, tener una visión más vigente de acontecimientos que han forjado la historia desde Carrillo Puerto Quintana Roo, considerado el eje para esta obra. Estos eventos, más la descripción biográfica de ciudadanos ilustres oriundos de esa ciudad, permiten comprender el orgullo por esa tierra y su nicho en la historia peninsular, y ciertamente en la historia de país, no como un pueblo del pasado, sino como un pueblo en marca surco, que marca camino en su andar.
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