Por estos tiempos cuando se habla de vacunas, se asocia a una fuente de esperanza, a la posibilidad de terminar con tan largo período de aislamiento, el que, aunque sea físico, toca los afectos, las inseguridades, los proyectos, los encuentros que sorprenden y auguran esperanzas de nuevas amistades, amores, aspiraciones, en fin, nuevas luces y señales de vida. Se repiensa en nuevos caminos en los que muchos tendrán en cuenta toda esta etapa de incertidumbres, miedos, monólogos, retrospectivas, que serán tenidas en cuenta en el futuro, toda vez que las vacunas sean una realidad y el mundo pueda contar con ellas.
Vacunarse significa hoy, salvarse, poder pensar en planes pospuestos, activar proyectos pensados desde el aislamiento provocado por la pandemia. Cierto es que desde tiempos remotos algunas regiones del mundo han vivido crisis sanitarias como la Fiebre Amarilla, el Cólera, la Malaria, el Ébola, el Dengue, entre otras enfermedades e infecciones que provocaron la muerte de miles de personas.
También es cierto que muchos científicos de entonces fueron considerados desequilibrados, cuando trataron de mostrar variantes para contrarrestar dichas situaciones sanitarias creada por bacterias, virus no conocidos y por tanto difícil de contener y eliminar. Otros científicos operaron en secreto para llegar a sus resultados. Algunos fueron amenazados por no poder llegar a resultados satisfactorios, quedando en la miseria y olvidados a pesar de sus buenas intenciones.
Así mismo hay profesionales inescrupulosos que han puesto la ciencia al servicio de operaciones inhumanas, ocasionando muertes, implantando plagas e infecciones creadas en laboratorios para doblegar y someter a pueblos enteros, sin importarles el daño generado a miles de personas. Una mirada dese este prisma significa que las vacunas también pueden hacer el mal, para matar, para deshacer sueños, provocar miseria, dolor y ganar en hegemonía.
Hoy, en pleno siglo XXI, el mundo tiene una situación sin precedentes, pues nunca antes se vivió algo así; surge en la región Oriental del mundo un virus que se propagó rápidamente, al tiempo que grupos de científicos han realizado estudios profundos para identificar sus características e identificar la forma de contenerlo.
A pesar de que se ha intentado colocar la idea de que es un virus construido en un laboratorio, esta idea no ha prosperado, pues su complejidad y variabilidad han enlentecido las respuestas de importantes equipos de científicos enfrascados en encontrar cómo detenerlo mediante una vacuna, cómo contribuir a que la humanidad vuelva a alcanzar su equilibrio, a pensar que un mundo mejor será posible, que las esperanzas de todos y todas llegarán a ser realidad.
En el mundo varios países han logrado candidatos vacunales y otros ya comercializan productos acabados, con resultados probados. Las esperanzas vuelven. Algunos las alcanzan con mayor rapidez, de hecho, muchos han sido vacunados, otros esperan su momento con el anhelo de lograr ser inmunizados para seguir sus destinos, sus proyectos pospuestos. Hay quienes han tenido tiempo para modificar y repensarse con nuevos bríos e ideas que los mantienen y les genera nuevas ilusiones.
Las vacunas sí son sinónimo de esperanzas en circunstancias de crisis mundial sanitaria, esas esperanzas son vividas de diferentes maneras, pues todas y todos no vivimos en condiciones semejantes. Hay quienes han perdido familiares y hasta casi la familia entera, esos, además del sufrimiento vivido, necesitan de una fuerza interior suficiente para crecerse ante tanta adversidad. Otros perdieron su empleo, bien porque desapareció en medio de la crisis, o porque es sobreviviente de la pandemia que vivimos hoy; la Covid-19, resultante de un coronavirus responsable de la situación de salud actual del mundo, identificada por la Organización Mundial de la salud como Pandemia.
La realidad actual deja a muchas personas desconcertadas, sin esperanzas, sintiendo cómo pasan en aislamiento los últimos años de sus vidas, vivenciando fechas importantes que no han podido celebrar, enterrando familiares, amigos y conocidos. Muchos buscan alternativas para reinventarse, se desarrollan nuevas habilidades y capacidades para existir profesionalmente de nuevas maneras, aprovechando las bondades de la realidad virtual.
Los artistas, por solo poner un ejemplo, han dado muestras de gran capacidad creativa y adaptan su arte para mostrarlo a los otros, a través de las redes sociales. Así lo han hecho muchos psicólogos y otros prestadores de servicios. En Cuba el Sistema Nacional de Educación ha modificado su forma de interactuar con los alumnos y de llevarle nuevos conocimientos.
Cuba, si bien es un país pequeño, ha trabajado arduamente en varios candidatos vacunales que hoy son una realidad: Soberana 1, 2 y Plus; Abdala, y Mambisa. Ellas son hoy esperanza para el pueblo cubano y por qué no, para otros pueblos que seguramente podrán contar con ellas.
Llegar a las vacunas con tantas limitaciones y bloqueo económico ha sido un tremendo esfuerzo, pero esos científicos con los que cuenta Cuba son verdaderos héroes, se han entregado y han crecido y multiplicado sus capacidades para finalmente lograr lo que todo un pueblo esperaba de ellos. Ya hoy las vacunas cubanas son una realidad, ya están siendo vacunadas miles de personas. La esperanza llegó, pero de la mano deberá seguir el cuidado y la necesaria responsabilidad que lleva consigo esta etapa de alto riesgo y contaminación.
Las vacunas en el mundo han sido empleadas más para el bien que para el mal, lo segundo es siempre peligroso, pues nunca se tiene todo el control y se puede lastimar a personas inocentes que no se quiere afectar. Por suerte el mundo ha girado más a favor de la vida humana, y esta debe ser responsable de sus actos, pues esta vez quedó demostrado que no es fácil diseñar y obtener una vacuna; ellas son posibles con un alto nivel científico. La humanidad ha tenido tiempo esta vez para repensar como vivir con mayor felicidad, qué le conviene más al mundo entero para no desaparecer, entonces pensemos en todos y todas, contribuyamos a mejorar la humanidad y no a dañarla, dejemos que los científicos pongan su sabiduría al bien común, pensemos en un mundo saludable, de paz y bienestar.
Responder