Queridos Lectámbulos:
Llegamos a diciembre, último mes del año gregoriano, en el que parece que el tiempo, las prisas, las compras, se nos vienen encima. Desde semanas antes de acabar noviembre, la magia del marketing nos adelanta el futuro con pinos navideños en los aparadores de las tiendas y roscas de reyes a elección. Con esto comienza la emoción —presión— por la carrera hacia una de las festividades más hermosas y comprometedoras del año: la Navidad.
Es la época en la que los niños esperan recibir un regalo de Papá Noel o los Reyes Magos; las familias, cenar juntos el 24 de diciembre y, por supuesto, recibir el Año Nuevo con un pavo, puerco, o ya en el mejor de los casos, un pollo asado; porque la derrama económica decembrina permite un mayor ingreso a los comercios formales y también a los pequeños comerciantes; es el mes de los aguinaldos, pero también de los despidos, cuando hay un cambio de gobierno, o en la iniciativa privada es cuando aprovechan cortar el contrato para recontratar en enero con la finalidad de que el trabajador no genere antigüedad.
Son tiempos en los que las diferencias suelen marcarse más que en cualquier otra época del año, puesto que algunos sectores en la sociedad se organiza para llevar juguetes, ropa y comida a los más necesitados, lo cual, a pesar de la generosidad de esta acción, hace notar una diferencia radical de clase ante el derroche excesivo, el cual que parece justificarse con esta caridad que no resuelve la condición de pobreza ni generan vínculos reales de solidaridad.
El marketing tiene su magia, nos sabe llegar al corazón, nos emociona con el tintineo de los cascabeles, las luces de los adornos navideños, la nieve artificial que nos hace ilusión, en fin, nos dibuja una Navidad de cuento de hada; un cuento que quizás no es el mejor para los dependientes de las tiendas de ropa, los supermercados, gasolineras y aquellos que prestan servicios en Noche Buena. Tampoco lo será este año para los habitantes de Gaza, Líbano, Ucrania y los países que están en conflicto.
Estos días el marketing navideño logra la enajenación social y nos hace olvidar las amenazas bélicas de Trump para el mundo y los migrantes, así como las medidas arancelarias que generarán una mayor crisis para México; que cada día desaparecen 81 personas en nuestro país; que tan sólo entre enero y septiembre de 2024, se registraron 2, 624 asesinatos de mujeres en México, de los cuales 598 se investigan como feminicidios, crímenes por razones de género, y 2,026 como homicidios dolosos, según el último reporte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Esto representa un promedio de diez mujeres asesinadas al día, o una cada dos horas y media, una tendencia constante desde 2015.
Por eso, esta edición No. 51 de Lectámbulos decidimos titularla Marketing y tradición, ya que si bien, las fiestas decembrinas están cargadas de estas hermosas tradiciones sincréticas que tienen su origen en la época colonial, cada familia crea sus propias tradiciones y cada uno de nosotros tenemos la oportunidad de decidir hasta donde nos dejamos influenciar por el marketing.
Es así como, nuestro deseo de Navidad es que la paz, el amor y la armonía reine en sus corazones y en sus hogares hoy y siempre: ¡Feliz Navidad! y ¡Prospero 2025!
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