China ha sido, en los últimos años, el principal socio comercial de Brasil, por delante de Estados Unidos. El comercio bilateral alcanzó, en 2021, la cantidad de ciento veinticinco mil millones de dólares. El problema: la falta de diversificación y el bajo valor agregado.
El gobierno del presidente Luis Ignacio Lula da Silva, tendrá que reencontrarse con el desarrollo económico que implica: reindustrializar a la nación y domesticar el saqueo del medio ambiente, mientras continúa con los procedimientos, que sabe y conoce, con el propósito de distribuir la riqueza para ayudar a emerger más a las clases medias, desarrollar programas para el campo y fortalecer su imagen.
Lo difícil para Brasil, en este momento, es que durante los cuatro años del gobierno del presidente Jair Bolsonaro, se provocó un “agujero negro” en la economía y por lo tanto será necesario hacer un esfuerzo muy serio, para revertirlo, en lo máximo posible y pronto. Esto no quiere decir, que el interés del imperio americano no esté dispuesto, a presionar al gobierno, con el fin de que regresen a “gobernar” los globalistas neoliberales. Ante los eventos mundiales que se perciben en el desarrollo político mundial, el gobierno americano está consciente que, para poder seguir sin perder el poder hegemónico, tendrá que lograr subvertir el orden interior de estas naciones y provocar condiciones de enfrentamiento entre las comunidades de los pueblos que eligen gobiernos progresistas, por otros más de acuerdo a sus intereses de dominación.
China se ha convertido en interés estratégico para América Latina, de tal suerte que, invirtió once veces entre lo que logró en 2001 y lo que alcanzó en 2022. Su filosofía de inversión es simple: “Regrésame mi dinero y gobiérnate como quieras”.
Las condiciones geopolíticas están cambiando, como señalamos arriba. Luego de la segunda guerra mundial, el Imperio ha insistido que la victoria ante el fascismo se debe a ellos, y han tratado y tratan de desvirtuar y que se ignore, la fuerza y voluntad del pueblo ruso, que en ese conflicto largo y sangriento conflicto, perdió 23 millones de soldados hasta la toma de la Reichstag que, al momento de izar la bandera de la Unión Soviética en la parte más alta del edificio, marcaba, con ese acto, la rendición de Alemania.
Dentro de ese cambio geopolítico, la restauración de la Ruta de la Seda, por China, es una preocupación más, al imperio. La apertura de puertos industriales; carreteras en países y continentes, pero de manera incisiva en América Latina, en Asia y África, marca un avance importante de la penetración del capital chino limita, cada vez más, los campos de acción de Estados Unidos. Son 21 países de América Latina quienes ya suscribieron el tratado.
Europa siente y acuse el golpe. La creación del Banco de Infraestructura Asiático, de China, será quién impulsará y coordinará las cuantiosas inversiones; y sabemos, por funcionarios de muy alto nivel, que Estados Unidos no disponen de recursos suficientes para apalancar a esas naciones y evitar el ingreso de China y Rusia a su área de influencia. Esto hace que Europa se sienta alejada del cuerpo de inversores, además de cumplir su compromiso con Estados Unidos, a través de OTAN, con la guerra de Ucrania; compromiso impuesto por el Imperio y con lo cual, hacer “notar” que ellos, el imperio, no están en la guerra. Sin embargo, los millones de dólares en armas, implican, quieran o no, su intervención.
Después de obligar a Europa a renunciar al gas y petróleo ruso, los obliga a comprarles hasta un máximo posible, cantidad marcada por ellos mismos y a precios un 25% más caro que el que compraban antes. Sumisión total. La Unión Europea está presionada por la OTAN, lo que la obliga a tener que accionar aun en contra de algunos de sus principios. Los pueblos de Europa están manifestándose por las acciones de sus gobiernos. Cada uno en su forma y estilo. Europa está, cada día, más gobernada por la derecha y algunos, con marcado estilo fascista, intentan gobernar, abiertamente, con las “sugerencias” de la OTAN, léase, Estados Unidos.
Esto que observamos, nos permite identificar que, el Imperio “sufre”, porque ya no es la potencia dominante de antaño. Que el mundo puede comerciar con otras monedas, que no sea el dólar y percibe que ya no tiene la fuerza hegemónica de antes.
No lo pueden evitar. Siempre se cumplen, invariablemente, las leyes de la naturaleza. En geopolítica hay una ley que se conoce con el nombre de “Ley de Suma positiva”; que, a su vez, enuncia: “Lo que sube tiene que bajar”. “Lo que uno pierde, otro lo gana y viceversa”.
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