Estimados Lectámbulos:
Abrazamos el primer trimestre de este 2024, año bisiesto en el calendario gregoriano y del Dragón de madera, en el calendario chino; año que muchos esperaban para dar fin al periodo kármico y de cambios radicales que se presentaron en 2023.
Lo cierto es que más allá de los movimientos espirituales y personales; transitamos por los tres primeros meses de un año en el que todavía está presente el fantasma de la guerra: entre Rusia y Ucrania, la cual ha pasado a segundo término en el top de las noticias internacionales de los medios occidentales, ante el conflicto entre Israel y Palestina, que sigue generando dolor y muerte en Gaza; y, ni hablar de la guerra en Sudán, que pareciera que no existe, porque nada se habla de ésta; pero que ha generado la ola de destrucción y desplazamientos más grande en la historia de esta zona geográfica.
Cabe recordar que Sudán es el país más joven del mundo, pues apenas este 9 de julio cumplirá once años como estado independiente, para lo cual, el 99% de los habitantes de Sudán del Sur votaron en 2011 a favor del referéndum para separarse del norte; sin embargo, esto sólo recrudeció la violencia y el hambre del pueblo.
La organización Acción Contra el Hambre estima que “los cinco años de conflicto han provocado cerca de 400.000 muertes, muchas de ellas como resultado de ataques a civiles por motivos étnicos, incluidos niños y niñas y personas de avanzada edad”.
Por otro lado, tenemos en puerta el 8M, día en el que salimos a las calles a pedir que paren los feminicidios y que vuelvan las desaparecidas. Sin embargo, después de la pandemia, el actual estado de guerra que vive el mundo es el escenario perfecto para la violencia extrema, en donde las mujeres son usadas como armas de guerra, donde las violaciones y la esclavitud sexual está a la orden del día y el escenario de terror que las rodea, a ellas y a sus hijas e hijos, ponen de manifiesto el lado más oscuro de los seres humanos.
Por eso, desde un país como México, en el que se calcula que a diario son asesinadas de 10 a 11 mujeres, y en el que veremos por primera vez a una mujer en la presidencia de la república, pensamos y decimos que es necesario visibilizar los deferentes contextos en los que viven o sobre viven las mujeres y las niñas de hoy, y uno de estos es la guerra, que como bien señala Mireya Cidón de Amnistía Internacional, “es otro de los escenarios en los que el papel de las mujeres queda invisibilizado, pese a ser tan protagonistas como los hombres y sufrir las consecuencias”
Es así como esta edición doble (febrero – marzo), la nombramos Con-textos diversos, como diversas son las ideas, las palabras, los escenarios, las circunstancias y las mujeres mismas.
Sin necesidad de ser clarividente, podemos asegurar que este el vigésimo cuarto año del siglo XXI y del tercer milenio continuará la tendencia que venimos viendo desde la pandemia: un mundo más convulso y polarizado, más violento, en el que las mujeres seguirán siendo participes de los acontecimientos.
Aun así, si hacemos oídos a la cosmovisión de oriente, este año el Dragón nos invita a vivir un nuevo comienzo, un tiempo de siembra, de abrir paso a las nuevas ideas y proyectos, de poner en palabras lo que deseamos y salir al mundo, un mundo que necesita nuevos vientos de inclusión, congruencia y solidaridad.
Responder