Escandaloso origen de la farsa sónica

Fotografía: Dariagna Steyners Patiño

Por estos días se cumplen tres años del inicio de una sucia maniobra contra Cuba de los sectores terroristas en la política exterior estadounidense, cuando la agencia de noticias Associated Press (AP) en un despacho fechado el 15 de septiembre de 2017 se refería a los daños ocasionados por el huracán Irma y los efectos de la penetración del mar en el edificio que alberga a la Embajada de Estados Unidos en La Habana.

La propia AP informó dos días más tarde que un funcionario del Subcomité Nacional de Seguridad (NSSC, por sus siglas en inglés), que pidió no ser identificado, había confiado a sus corresponsales que la NSSC preparaba una demanda contra la American Technology Corporation (ATC), fabricante de los equipos LRAD-RX que utiliza la NSSC para comunicarse con sus agentes en Cuba, como causante del fenómeno.

Aunque la ATC es una firma estadounidense por su registro comercial, se trata de una entidad creada por las fuerzas de seguridad del Estado de Israel y, según se ha publicado, los LRAD- RX son un arma que emite un sonido que deja sordo temporalmente al adversario.

La demanda de la ATC se fundamentaría principalmente en la afectación auditiva que dichos equipos habrían causado a un grupo de operarios, funcionarios y familiares de estos. Según argumenta la NSSC, los equipos en cuestión habían sido adquiridos hace menos de un año y los funcionarios de la ATC que entrenaron a quienes se encargarían de utilizar estos equipos en ningún momento dijeron que estos podían causar problemas auditivos.

Fuentes “anónimas” dijeron a la AP que la pérdida auditiva de los diplomáticos pudo estar relacionada con dispositivos de sonido que emiten ondas inaudibles capaces de causar sordera. Según la fuente, la demanda incluiría una compensación económica por los daños ocasionados a los que operaron los equipos y los familiares de estos que han sido afectados, así como por los perjuicios operativos sufridos por la NSSC al no poder operar los mismos de acuerdo con las garantías ofrecidas por el fabricante.

Tan pronto la NSSC conoció de los problemas auditivos ocasionados a los operadores, ordenó descontinuar la utilización del LRAD-RX pero esto implicó un cambio inmediato en los medios de comunicación con sus agentes, lo cual requirió afrontar gastos mayores no previstos en su presupuesto que también exigirían.

La investigación acerca de los aspectos tecnológicos del problema se complicó por la penetración del mar en la Embajada estadounidense en La Habana, dado que una parte del equipamiento quedó bajo las aguas del mar y aunque se había planificado el viaje a Cuba de un número de técnicos y especialistas para verificar las condiciones de los equipos, ahora se consideraba que este aspecto de la pesquisa carece ya de sentido. Se limitó el acceso de público y personal a la Embajada con vistas a desmontar los equipos para que estos pudieran ser enviados a Estados Unidos para ser revisados, hasta donde fuera posible, por sus fabricantes.

Todo parece indicar que fue entonces que el Senador Marco Rubio, que no es cubano ni ha estado nunca en Cuba, se involucró profundamente en la arriesgada acusación contra Cuba por los supuestos ataques sónicos que podría prestigiarlo como político habilidoso, capaz de conseguir para Trump una victoria “de la nada” contra la isla rebelde, que una docena de administraciones anteriores de los dos partidos no habían podido lograr, aunque ello fuera a riesgo de un grotesco ridículo para sí y sus adláteres en la aventura.

La División de Operaciones Tecnológicas del Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI) declaró oficialmente que no se había encontrado evidencia alguna de aquellos supuestos “ataques sónicos” contra personal diplomático de EEUU en La Habana, tras varios meses de investigaciones y cuatro viajes a Cuba con todas las facilidades y apoyo oficial de la máxima dirección del Gobierno cubano de la Isla.

Las conclusiones de los investigadores estadounidenses concordaron con las del Comité de Expertos cubanos que condujo una exhaustiva investigación sobre los supuestos incidentes.

Al borde de ser revelada la escandalosa mentira de Rubio contra Cuba, este y sus patrocinadores estuvieron apelando a una patraña tras otra, la última de las cuales fue la de someter el caso a un Comité investigador congresional encabezado por el propio Senador por el Estado de Florida, Marco Rubio. Para evaluar los “ataques” testimoniaron varios congresistas y funcionarios del gobierno, pero nuevamente no pudieron hacerlo los supuestos afectados por los pretendidos ataques porque a estos se les disculpa porque son oficiales y agentes de la inteligencia y la contrainteligencia de Estados Unidos acreditados en Cuba como diplomáticos y por ello sus identidades no pueden revelarse.

Para Trump tal cosa revelaría apenas una extravagancia suya más, pero para Rubio pudiera ser su funeral en política.

En tal contexto, el senador elaboró su teoría acerca del origen de los ataques sónicos en desesperado esfuerzo por encontrar chivos expiatorios para una gran mentira. Según Marco Rubio los ataques habían sido tan sofisticados que no se podía siquiera describir cómo han ocurrido. “Podrían ser obra de a) Un grupo contrario de Castro con el propósito de perjudicar las iniciativas cubanas de dialogar con Obama; b) Una fuerza discrepante dentro del gobierno cubano, o c) Tiene que haber sido un tercer país y la lógica apunta a Rusia y Vladimir Putin”.

En la gran farsa de los ataques sónicos, que pronto ganó visos de comedia silente, no se identifican culpables y tampoco se conocen los supuestos perjudicados.

Por eso era previsible que, en pocas semanas, nadie se acordara de la farsa de los ataques sónicos de Trump que habrán engrosado la lista de sus “excentricidades”.

Rubio hará todo lo posible por salirse de la escena y pensará: “Perdí, pero fue un buen intento, culparán a Trump”.

Manuel Yepe Menéndez
Manuel Yepe Menéndez (La Habana 1936), desde 1954 fue combatiente insurreccional en La Habana como integrante de las Brigadas Juveniles de 26 de Julio en la Universidad de La Habana. Trabajó en la reproducción y distribución del alegato de defensa de Fidel Castro "La historia me absolverá". En 1958 dirigió la revista clandestina del M-26-7 ACCIÓN, que se editaba semanalmente en La Habana y se identificaba como Órgano de la Juventud Cubana. Es Licenciado en Derecho, en Dirección de la Economía y en Ciencias Sociales. Se ha desempeñó como Director de Protocolo en el Ministerio de Relaciones Exteriores, Embajador de Cuba en Rumanía. Fue Director General de agencia de noticias Prensa Latina; vicepresidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT); director del periódico Guerrillero de Pinar del Río, y Director Nacional (fundador en Cuba) del proyecto TIPS del PNUD. Desde 2000 hasta la actualidad es miembro del Secretariado del Movimiento Cubano por la Paz. Fue comentarista de temas internacionales de los diarios POR ESTO! (2008-junio 2020). Agosto 2020