En esta ocasión platicamos con Claudia Shapiro, una exitosa mujer mexicana que ha hecho de la fotografía su manera de comunicarse con el mundo, les invito a introducirnos en universo de la imagen.
Claudia Shapiro nació en la Ciudad de México, estudió por primera vez los estudios de fotografía en la Escuela de Arte Corcoran, así como otros estudios en historia del arte y pintura; ella siguió estos estudios en la Ciudad de México en la Escuela Activa de Fotografía y la Academia de San Carlos. Es diseñador gráfico por la Universidad del Nuevo Mundo, México. Desde los años 80 ha participado en 15 exposiciones individuales y más de 40 colectivas en prestigiosas galerías y centros de cultura en todo México. También abrió en la Galería Imago Lucis en Oporto, Portugal, patrocinado por la embajada de México. Es miembro de la Sociedad Mexicana de Artes Plásticas desde 1987 y participa con el Centro Cultural Mizrahi en diversas actividades, además de enseñar y transmitir su oficio en la Universidad Centro.
—¿Una fotografía comunica al espectador?
—Como un pintor decide qué dibujar y cómo hacerlo, así es con la fotografía; el fotógrafo decide cómo realizar su trabajo, en que momento, cuál es su temática, lo que debe incluir-excluir dentro del cuadro o del rectángulo que nos va mostrar. Al tomar una fotografía surge el lenguaje personal de cada fotógrafo y se comunica con el espectador diverso.
—Las temáticas de tu trabajo fotográfico tiene que ver con un estado de ánimo, de espacios, de personajes?
—Sí, tiene que ver entre cada generación lo que he vivido al paso de mis años, lo que me ha tocado ser testigo presencial. Por supuesto, al trabajar mi fotografía, no son las mismas técnicas ni los mismos tiempos. Sí, hay personajes, objetos, es un sin fin de posibilidades en esos instantes. Te explico, al hacer un cuadro, si va a ser muy realista o me decido por algo abstracto, me pregunto ¿Con qué técnica? Me tomo tiempo para elegir cuál es el tema que voy a trabajar en mis series fotográficas.
—¿La fotografía es un arte Claudia Shapiro?
—Sí, en mayor o menor grado en cuanto a las demás artes no sabría decirte exactamente, porque tu plasmas tu trabajo en un cuadro, está ahí exhibida en un papel especial tu trabajo fotográfico. Sea en formato grande o pequeño, cuadrado, rectangular; blanco, negro o a color, sí, es una obra de arte de expresión que comunica y expone un acontecimiento efímero, pero que al transcurrir el tiempo perdura.

—¿Tus fotografías tienen mucho que ver contigo?
—Por supuesto, realizar una serie o portafolios lleva tiempo, es como mi otro yo, mi ente. En mis fotos muestro lo que tiene que ver con las personas, a que generación pertenecen, lo que les tocó vivir, lo que las influenció, en qué momento relevante o no del mundo nació. Mis imágenes lo muestran y, por supuesto, mi sentir, la convivencia como ser humano.
—¿Cómo surge el gusto por la fotografía?
—Cuando era una jovencita utilizaba cámaras desechables para guardar esas memorias y presenté una exposición Memorias prestadas, porque eso son de alguna manera. Fotografiaba a mis amigas, a las mascotas, así empecé. Era un registro de mi vida, no veía más allá, no lo pensé. A mí me gustaba dibujar y pensaba que iba a entrar a la Escuela de Artes Plásticas de Diseño y lo que estudié fue Diseño Gráfico, ahí, se me presentó otra vez la fotografía, tuve una maestra muy buena y empecé a ver la fotografía de otra manera como una herramienta para comunicar.
—La pandemia ha transformado el entorno, los comportamientos de las sociedades, nos ha mostrado que hubo un antes y ahora muestra un después interminable. Todo quedó en silencio ¿Cómo expones este silencio a través de tu trabajo fotográfico?
—Creo firmemente que el silencio se puede fotografiar como en la pintura lo observamos; algunas de mis imágenes son solitarias, tal cual, son como yo las viví o las planeé. El silencio se puede percibir en una fotografía. Existen fotógrafos a principios del siglo XX que marcaron la corriente de los pictorialistas, y muchos fotógrafos de ahora siguen retomando ese estilo donde hay unos paisajes y unas técnicas en sepia y empinados a otro tipo de colores, está el sepia, el serrotipo, el daguerrotipo, las imágenes pictorialistas son muy románticas muy solitarias.

—Lo solitario y el silencio son dos instantes muy diferentes
—Sí, lo dices muy bien son dos cosas muy diferentes, me han trasmitido soledad, otras silencio y lo muestro tal cual para que espectador lo contemple, lo observe con calma.
—Tus personajes tienen miradas de soledad, lo observamos en algunas series de formato sepia o blanco y negro. Platícanos.
—Antes que nada, son personajes que he tenido la suerte de cruzarme en el camino, he tenido la experiencia de realizar series de retratos. Lo primero que me interesa es que transmitan quienes son ellas o ellos; quiénes son, su singularidad. Ahora, hablando del silencio y de su expresión, los ojos expresan muchísimo, a veces se dice “mira esta persona habla con los ojos” o “está sonriendo con los ojos”. Los ojos también transmiten parte del interior del alma. Puede ser el silencio como la soledad y estar juntas o separadas en una imagen. El silencio también transmite alegría, serenidad y paz.
—¿Por qué crees que la gente heterogénea a cualquier edad desea ser retratada?
—Porque es un hecho trascendente en todos los sentidos y no se quiere perder la voz de aquel instante, mucho menos el suceso o causa trascendente, la fotografía lo capta y lo resguarda.
—Claudia Shapiro, ¿en qué momento decides que fotografía es la correcta para exhibir después de una larga sesión de tomas a tus personajes o espacios?
—Llega un momento en que recorres el visor o tu pantalla de la cámara que estés utilizando, recorres de arriba abajo, derecha a izquierda, no existe una palabra, pero te encuadra la composición, te cuadra la expresión, existe un momento decisivo. Coexisten otros momentos cuando realizas fotografía de calle, porque tienes que ser muy espontáneo y ver que puedes atrapar del momento, ser muy rápido y, a veces, tienes suerte. Si hay un momento exacto y decisivo en la calle, más cuando tienes en tu estudio a una persona, porque puedes hacer todos los clics que quiera, todas las veces que yo quiera. Llega un momento para mí en que todo lo que bordea mi cuadrado, todo mi rectángulo me dice que sí y doy el clic definitivo.
—¿Cómo seleccionas tus portafolios y series para exhibir en una galería; lo decide más la mujer intuitiva o la mujer profesional?
—Son ambas, porque por más instinto que tengas, sino sabes trabajar con otra persona no hay ese intercambio, ese juego lúdico entre el retratado y el retratador, que no sabes utilizar tu equipo. Tienes que tener el instinto y utilizarlo, saber ser profesional. Reitero, puedes tener un buen equipo, pero si no lo sabes utilizar, no lograrás captar lo que quieres y viceversa.
—¿Dónde te sientes más cómoda para exhibir tu trabajo fotográfico, en exposición individual o exposición colectiva?
—Me gusta mucho el trabajo en grupo; yo fui parte de un grupo al salir de la escuela de fotografía, se llamaba Dos sobre Tres, lo conformábamos dos hombres y tres mujeres, era muy divertido, porque los cinco éramos tan diferentes, nuestras secciones para escoger la temática y la secuencia de lo que íbamos a presentar fueron muy enriquecedoras por todos los diferentes puntos de vista y, a su vez, éramos críticos el uno con los otros. Cuando se presentaba una exposición, determinábamos un tema, pero cada quién ponía su visión. Lo rico de una colectiva es que siempre va mucha gente, creo, en lo personal, que la miran más ojos que una individual. Me gustan más las colectivas que las individuales, pues cada quién pone su trabajo, sus experiencias antes de y después de. Vieron cinco partes porque así lo fuimos: cinco miembros. Claro que me gustaría trabajar en un colectivo, ojalá en futuro se diera.
—Te gusta dar tiempo entre cada exposición o llevas tu propio ritmo para exponer
—Me gusta las dos formas, me doy mi tiempo, descanso en todos los sentidos para luego seguir trabajando, preparando la próxima exposición donde me inviten a participar.
—Escogen los temas o eres libre en tus temáticas para una exposición
—De las dos formas, pero de alguna forma el tema ya está dado. Tú debes ver qué tienes dentro, de lo que tú has hecho, debe de haber algo que tú puedas armar para poder participar, pero volviendo a tu enfática pregunta me gusta escoger las temáticas.
—¿Claudia, blanco y negro, a color, en cuál disfrutas realizar tus fotografías?
—Me siento muy cómoda en los formatos blanco y negro, y a color. Empecé años atrás a trabajar en el formato blanco y negro no tanto a color, ahora es una comodidad con ambos formatos.
—Al develar tus series aparecen otras escenas micro o microhistorias ¿En qué momento las eternizas?
—Excelente observación, hay series que cuando uno las está develando y no es el momento de mostrarlas o que no están acabadas, hay que seguir trabajándolas, pero me siguen hasta que tengo un punto de descanso. La foto no podría ser buena si ella no tuviera su capacidad de expresividad, cuerpo expresivo. Yo, en mi trabajo visual, he querido captar la singularidad de esas personas.
—Tu lenguaje fotográfico visualiza las siluetas de la sombra de un cuerpo, un objeto con ángulos en una superficie rectangular, cuadrada; tus rostros expresivos y miradas parecen estar alertas y enjauladas, expuestas en los entornos atemporales sean soleados, grises, lluviosos; juegas con los cuerpos que se detienen en un punto infinito. Platícame de la construcción en tus fotos que deseas expresar.
—Todo esto que acabas de mencionar son los momentos y los sentimientos de lo efímero, lo observamos en una puesta de sol, también muchos de nuestros sentimientos son efímeros. No el amor que sentimos por alguien, pero sí muchos de nuestros estados de ánimo. También, ando observando, y sé cuál es el encuadre que no caiga la cámara, siempre estoy buscándolo, creo que todos los que estamos en la fotografía buscamos el encuadre. De repente, ves una luz, una sombra te jala y dices es ahora. Una puesta de sol como cambia en el transcurso de una hora, hora y media, ahí quedo lo efímero. Es increíble.
—Tus personajes, sean mujeres y hombres, niños, personas de la tercera edad, los enalteces y resaltas los rasgos de ánimo, las cicatrices tan naturales en cada foto habla el rostro ¿Cómo lo elaboras?
—Los hago sentirse muy cómodos, platico con ellos antes y lo que me ha sucedido a mí, y creo que a otras personas que se dedican a la fotografía, es que se forma una relación. Del primer rollo que les tome hasta el último existe esta relación. Otro punto, es acercarme para hacerles una toma o me piden hacerles un retrato, se forma una relación cercana; entonces es cuando tú te sientes cómodo, claro, si eres de aquellas personas que a la primera toma te sientes muy cómoda ante una cámara, te vas soltando lo vas haciendo tú, vas jugando. Vas sacando toda tu gama de expresiones, por supuesto, les platico mientras estoy fotografiando, hago preguntas, los hago reír, me están contando algo, pero sí, casi con todas las personas que he fotografiado se forma una relación o, simplemente, ya existía, eso me gusta mucho. Por otro lado, cuando estás en la calle, no puedes controlar muchas cosas, lo dice bien Henri Cartier-Bresson “es el momento decisivo”. Si captaste el momento y tuviste buena luz, tienes que estar cazándolo como si fueras un águila; es decir, tienes que estar sobre tu objetivo concentrando tu rapidez, de eso dependerá que tengas una buena imagen.
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