
Me gusta aplaudir a las personas interesadas en hacer hablar a las casas con historia, porque contribuyen, y mucho, a salvar el patrimonio histórico de un lugar; por eso, hoy quiero escribir sobre la residencia y cuadra de caballerizas del sonorense Abelardo L. Rodríguez, quien fuera presidente de México de 1932 a 1934 y gobernador de 1923 a 1930 del distrito norte del territorio federativo de la Baja California, localizada en El Sauzal de Rodríguez.
La mansión construida en 1934 de estilo “español californiano” es espectacular no sólo por la historia que atesora, sino por la arquitectura que desde afuera presume a pesar de no estar totalmente restaurada.

Su fachada blanca, relajante, de volumen alto, con interiores rústicos y amplios, en forma circular, recubiertos de madera y hierro, nos transporta a las antiguas casas coloniales mexicanas de ese otro México que en el año de 1848 se dividió, quedando parte de él en territorio estadounidense.
Las entradas y ventanales contaminados de luz y amplitud desempolvan al Hollywood de la época dorada, lleno de ostentación, glamur, poder y dinero cuyo cine de aventuras y de gánsteres de la alta comedia siguen presentes, época de Greta Garbo, Clark Gable o Humphrey Bogart.
Pero, es el jardín de olivos que tiene al frente y la fuente de uno de sus patios de fusión arquitectónica romana y musulmana, observable en muchas de las casas de la cuenca del Mediterráneo, la que más gusta, quizás por ser portadora de todas las cosas bellas que atesora Baja California, en especial la zona considerada como el “Mediterráneo mexicano” al ser parte de la “franja del vino”, tener un clima envidiable, una briza marina propia del encuentro de dos litorales, el Pacífico y el Golfo de California y por su gastronomía de perfil mediterráneo y chefs de gran renombre, especialistas en el maridaje de vinos con mariscos o su diversa flora y fauna propia del clima caprichoso y la variedad de ecosistemas que alberga.

El proyecto de hacerla una Casa-Museo arrancó en este año y a pesar de todavía no estar terminada, las múltiples imágenes que cuelgan de sus paredes invitan a interrogarlas de manera creativa e informada, aclarando o advirtiendo que no son simples testimonios fotográficos o fantasmas decorativos.
El retrato del presidente es el que más atrae por ser parte de un relato abierto que apela no sólo a la memoria sino a la imaginación. Mucho y poco se sabe del General Abelardo L. Rodríguez conocido como “el hombre Baja California” por Fernando Jordán en su libro titulado Baja California, tierra incógnita, mote obtenido no sólo por haber dejado un sello en esas tierras peninsulares, sino por todo lo que tuvo que hacer para propiciar su desarrollo, tarea nada fácil si se recuerda que él no era bajacaliforniano y a su llegada no encontró un pueblo con cultura e identidad sólidas. Abelardo Luján Rodríguez “primero tuvo que crear al pueblo, luego gobernarlo, darle medios de vida y finalmente encauzarlo hacia la liberación económica y el mejoramiento social” (Jordán, 2005).

Abelardo Rodríguez Luján, mejor conocido como Abelardo L. Rodríguez, fue empresario y militar. Se desempeñó como presidente de México de 1932 al 1934.
Este retrato se encuentra en la Casa Museo que fuera su residencia ubicada el Sauzal de Rodríguez en Baja California
Mitos y verdades danzan en todas sus habitaciones, confundiendo al visitante o adentrándolo en el horizonte imaginario, espacios de grandes cosmovisiones, utopías, saturadas de relatos, narrativas, reencantamiento, ilusión y desilusión al mismo tiempo.
Es la casa de El Sauzal una casa viva que clama por no morir sino evolucionar y convivir con el entorno presente, clamor no siempre escuchado, de ahí la importancia de crear espacios de concientización para la conservación del patrimonio tangible de Baja California y con ello fomentar la experiencia que el museo proporciona, para muchos estética o espiritual, para otros cognitiva y conceptual o bien sensible e incluso gozosa. Entrar y pasear por sus estancias es hacer un viaje de magia y nostalgia convirtiendo a quienes la visitan en cómplices decisivos, llamando en su ayuda a las leyes, al estado, sus habitantes y a los sueños.
Bibliografía:
Jordán, F. (2005) Baja California, tierra incógnita, Universidad Autónoma de Baja California, México.
Hermosísima reseña, seguro que mi marido bajacaliforniano no sabe tanto como tú de está casa y su dueño. A mi me encanta el estilo español bajacaliforniano, que se puede ver más al norte, ya en California y estados fronterizos. Gracias por esta reseña! A ver si lo voy a conocer cuando vayamos en Diciembre. Saludos!
Me da gusto que te guste, yo no conocía nada de ese lado, sin duda la casa es muy bonita y el dueño junto con su familia personas sencillas, hospitalarias y muy comprometidas con el rescate y la conservación del
patrimonio histórico de la península
Me encanta tu narrativa, cada detalle me hizo trasladar al espacio que nos presentas. Tan cierto es que la casa es testigo de la historia, como lo es sin duda que el complemento perfecto es la forma tan amena en que nos ubicas en el tiempo.
Muchas gracias por tus palabras Mtra. Mercedes, es otra forma de aprender historia, seguro mucho más divertida y entretenida, un abrazo hasta Tabasco
Siempre un placer leer tus artículos mi querida Ivonne. Seguro encontrarás inspiración en la arquitectura de nuestra querida ciudad ahora que se está intentando rescatar su historia a través de sus olvidados edificios: La casa Tueme por ejemplo que ha sido restaurada recientemente, y la hermosa casa Mudejar que ahora es un recinto cultural. Me encantaría leer sobre ellas con tu maravillosa narración.
Recibe un abrazo grande desde Torreón Coahuila.
Gracias Brenda, amiga, trataré de escribir sobre tus recomendaciones, hay tantas casas que debemos escuchar, un abrazo con mucho cariño