Liderazgo educativo: enseñar detrás de la pantalla

Los desafíos y retos que se han presentado en el ámbito educativo desde que inició el confinamiento se han quedado sin resolver aún en su gran mayoría; la desigualdad es el tema más urgente sin una solución concreta y real hasta la fecha. El cascarón que ocultó por muchos años las prácticas desiguales, corruptas e injustas en el magisterio mexicano se fracturó con la llegada de la pandemia del Coronavirus y puso en evidencia la crisis por la que atraviesa, desde hace décadas, la educación en México; mucho más grave de lo que se reflejó en el documental “¡De panzazo!” (2012)  del director Juan Carlos Rulfo y Carlos Loret de Mola.

Si bien es cierto que ningún país y ningún sistema educativo estaba preparado para un abrupto cierre total de escuelas y una mudanza a lo virtual, México es de los más rezagados en formación y capacitación tanto para docentes como alumnos en temas de uso de las TICs, así como acceso a internet, bibliotecas digitales y espacios como museos y galerías virtuales. Todo llegó de golpe y del salón de clases se pasó a todo el sector educativo a la enseñanza detrás de una pantalla, pero ¿qué hay detrás de las pantallas?

Los meses que han pasado no han sido nada fáciles para nadie en el sector educativo, la saturación de contenidos y de información, de datos que se envían aunado a lo poco que se lee y las dificultades por la conexión a internet y el acceso a dispositivos electrónicos pusieron en jaque las habilidades y competencias de los maestros, pero sobre todo, de los directivos. Ante una situación de emergencia o de crisis, se debe actuar como en un barco que está en riesgo de naufragar, se espera que el capitán dirija el plan de emergencia y salve a toda su tripulación. En el ámbito educativo los supervisores y directores son quienes tienen esta responsabilidad, pero basta con darle una mirada al artículo publicado en la revista Nexos (abril, 2020) “Pandemia: maestros, tecnología y desigualdad” (Mancera, C. et.al), para darnos cuenta que la región sur del país, donde estamos incluidos los yucatecos, es de las zonas que presenta mayor desigualdad y atraso. En el texto se menciona que Valor Consultoría encuestó a  3 919 maestros de preescolar, primaria y secundaria de todo el país, y llama la atención que en la pregunta: “¿Su director, directora o alguna autoridad le ha proporcionado apoyo para realizar la función docente durante la contingencia?”, sólo el 42.9% dijo haber recibido algún apoyo para realizar su función docente en la fase 1 de la contingencia. Es preocupante que los docentes han tenido que naufragar casi completamente solos, de ahí el caos que está resultando la enseñanza detrás de una pantalla ante la ausencia de un verdadero liderazgo educativo. Sin duda, los docentes lo son, pero recordemos que el papel del director es fundamental para generar una sinergia entre todos los agentes involucrados en un plantel educativo, lo cual no está sucediendo en todos los casos, por supuesto que hay muchas excepciones representadas en ese 42.9%, que serán dignas de reconocer y visibilizar en el debido momento. La realidad también obedece a que en el nivel básico una buena mayoría de los directivos son analfabetos digitales, principalmente por su edad avanzada y que han visto rebasadas sus capacidades de liderazgo que funcionaron, posiblemente bien en lo presencial, pero no en esta nueva normalidad que requiere dirigir y liderar desde lo virtual.

En el mundo digital el liderazgo educativo requiere nuevas aptitudes y capacidades que  miles de docentes y directivos no poseen del todo. Estamos en un momento de crisis, de cambio y “en tiempos de cambio, quienes estén abiertos al aprendizaje se adueñarán del futuro, mientras que aquellos que creen saberlo todo estarán bien equipados para un mundo que ya no existe” (Eric Hoffer), por lo tanto, todos debemos estar abiertos al cambio y a explorar nuevas posibilidades desde la virtualidad.

Si cuando la pandemia desaparezca y llegue el momento del retorno a las aulas se siguen implementando las mismas dinámicas que se tenían antes y se pretenda volver a sentar a un niño y a un adolescente, ahora de nuevo frente al pizarrón, siete horas al día, clase tras clase, estaremos cometiendo un grave error, porque esta pandemia debe dejarle al sector educativo la oportunidad de un cambio radical de paradigma, transformaciones importantes en lo que se enseña y lo que realmente hemos aprendido en estos meses es necesario que los alumnos aprendan. Parece ser un buen momento para priorizar, por ejemplo, la lectura y las competencias lectoras y lingüísticas que son un eje transversal y esencial para el ser humano. La desinformación y los graves problemas sociales, la pérdida del pensamiento crítico y hasta del sentido común, y las muchas muestras de violencia y reacciones poco favorables de personas que simplemente no leyeron un cartel o no quieren seguir indicaciones que han proliferado en las redes sociales y las noticias, nos muestran que la crisis verdadera seguirá aumentado si no ponemos los ojos en otros lados que no sea sólo la pantalla y sino miramos una oportunidad de un verdadero cambio para el bien de nuestras niñas, niños y jóvenes que también, como miles de maestros, están haciendo su mejor esfuerzo junto con los padres de familia para no dejar que naufrague un barco que pareciera ya no tiene timón.

REFERENCIA:

Mancera, C., et.al (abril, 2020) “Pandemia: maestros, tecnología y desigualdad” En Revista Nexos. https://educacion.nexos.com.mx/?p=2286

(Progreso, Yucatán, 1980) Es Maestra en Español por la Escuela Normal Superior de Yucatán. Docente de la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán. Autora de los libros “Los olvidos de la literatura yucateca de principios del siglo XX: Pedro I. Pérez Piña” (SEDECULTA, 2013); “El lector y sus mundos” (Ediciones Disyuntivas, 2019), editora de “Yucatán en su literatura: apuntes y perspectivas”, con Margaret Shrimpton Masson y Celia Rosado Avilés. (UADY, 2013). Ha colaborado en diferentes revistas como: Puentes (Tempe, Arizona) y Archipiélago, entre otras, así como en periódicos locales. Es colaboradora en Novedades Yucatán con la columna “Eclosión de letras”. Es miembro de la Red Literaria del Sureste México-Nuestra América, de la cual fue Presidenta de 2018 a 2019. Coordinó desde el 2012 el Programa de Fomento a la Lectura y la Escritura “A leer se ha dicho” del Colegio de Bachilleres del Estado de Yucatán, donde laboró como docente por 15 años, proyecto con el cual obtuvo el Premio México Lee en 2015.