Manos milagrosas, manos femeninas

El papel de las mujeres en las comunidades yucatecas ha sido fundamental a través de su historia. Muchas han puesto su alma y corazón, pero sobre todo sus manos milagrosas, para colaborar en el desarrollo de esta tierra.

Desde la época prehispánica contrario a lo que durante mucho tiempo se pensó, la mujer maya no estaba supeditada a los hombres. Al igual que todas las historias de mujeres en el mundo, su papel ha sido poco estudiado y difundido, pero investigaciones recientes dan lectura a su desempeño en las comunidades y se puede coludir que muchas de sus actividades eran complementarias o paralelas a las de ellos.

Tendríamos que iniciar comentando que las diosas mayas eran poderosas, como la diosa Ixchel, diosa de la luna, el amor, el agua, la medicina y esposa del dios Sol, su importancia era tal, que en algunos textos se habla de ella como “La Diosa” y es el personaje más importante ligado al género femenino.

Respecto a la vida cotidiana femenina prehispánica, básicamente se ha obtenido información a través de la lectura de códices, estelas, esculturas y escenas pictóricas en vajillas cerámicas y  murales, pero con la salvedad de que en ellas se plasma casi exclusivamente a las mujeres de la élite, señoras poderosas generalmente esposas o madres de los caciques o pertenecientes a los grupos de poder, con algunos casos de reinas o dirigentes, pero que nos permite concluir que la mujer maya no fue excluida y representó un papel importante en todos los ámbitos de la vida dentro de su comunidad.

En algunos aspectos tenían un papel, podríamos decir más feministas que las mujeres españolas, como ejemplo, están los acuerdos para realizar matrimonios. A diferencia de estas últimas, quienes necesitaban contar con una dote para casarse adecuadamente, lo que condenó a muchas mujeres que no contaban con él, a tener que refugiarse voluntaria u obligadamente en conventos, las mujeres mayas eran las que recibían de los hombres la dote o los regalos y existen algunas imágenes en donde se evidencia el rechazo a un pretendiente o la no aceptación de los presentes y regalos.

Respecto a las mujeres españolas que llegaron a la península y vinieron a alimentar con su presencia y actuación lo femenino yucatanense, tenemos muchos ejemplos de mujeres valientes y decididas que lucharon por sus derechos. Una de la más importante de ellas, es sin duda, Andrea del Castillo, esposa de Francisco de Montejo y León, conocido como el “mozo”, pues su lucha cuando pretendieron quitarle su pensión al enviudar, para que le reconozcan su desempeño como mujer conquistadora que llegó durante los primeros años junto a su esposo, es un ejemplo de su carácter.

Con el tiempo esas personalidades femeninas de dos continentes, mujeres españolas y mayas se fueron fundiendo para formar el alma femenino yucatanense. Por supuesto, sin dejar de lado el hecho de que las indígenas naturales de estas tierras vivieron y sufrieron abusos y condiciones injustas realizando un trabajo compulsivo.

Uno de los papeles básicos de las mujeres mayas durante la llamada colonia y que muchas veces se pasa por alto, es su importancia en la economía de la península. Los españoles y criollos al no encontrar minas en el territorio se dedicaron a explotar el valor más importante, por numeroso y organizado, la población. Fue así como la península se convirtió en exportador, tanto a la Nueva España, como a Cuba y la misma España de diversos productos, siendo los más importantes la miel, la cera, la sal y las mantas y patíes. Estos últimos elaborados por las mujeres, que con sus manos milagrosas las tejieron y fabricaron cumpliendo con las exigencias de un trabajo tributario.

Otra de las labores femeninas importantes durante esa etapa, fue el de fungir como parteras, yerbateras, sanadoras y sobre todo como madres alimentadoras de muchas de las primeras generaciones de yucatecos criando tanto a sus hijos como a los de las mujeres españolas. Su presencia en las casas para fungir como nodrizas, chichiguas o amas de leche fue fundamental para el crecimiento de la población, que en diferentes épocas fue mermado por diversas plagas y enfermedades.

Nuevamente, con sus manos milagrosas cocinaron y alimentaron a su familia y la de los patrones con los que trabajaban a través del llamado servicio personal, generalmente no remunerado, lo que dio como resultado la fusión de recetas de los dos continentes, inevitable fue la curiosidad tanto de las europeas como de las naturales de esta tierra, para conocer, adecuar e implementar nuevas recetas con los productos locales, que hoy son la cuna de la prestigiada cocina yucateca.

Todas esas mujeres pusieron las bases para que hoy la mujer yucateca continúe aportando en la economía de sus familias y comunidades, llegando a distinguirse algunas de estas por una u otra actividad, dentro de los considerados saberes y valores comunitarios.

Actualmente, la producción de tejidos de hamacas, de bordados de hermosos hipiles y guayaberas, la elaboración de guisos tradicionales en cocinas y restaurantes, así como la ayuda de parteras para recibir a muchos niños, entre otros muchos saberes comunitarios, son actividades vigentes, cuya labor recae en gran medida en las mujeres y en sus manos milagrosas.

Originaria de Mérida, Yucatán es egresada de la Licenciatura en contaduría pública por la UADY y Máster en Grandes Religiones por la Universidad Anáhuac. Entre los cursos y diplomados que ha cursado se encuentran el Diplomado en cultura religiosa, historia, arte y religión en el área maya impartido por el CIESAS y la UNAM y el Diplomado en historia del arte universal por la Universidad Modelo. Es además, estudiosa sobre la historia de Yucatán con diversos cursos en el Centro Cultural Prohispen y el Colegio Peninsular Rogers Hall. Entre sus publicaciones se encuentra los libros “Llévanos en tu zabucán” y “En cuatro tonos de Rosado”. Ha participado también en publicaciones como el libro “Mujeres en tierras mayas” coordinado por Georgina Rosado y Celia Rosado Avilés y es frecuente colaboradora en diversos medios de comunicación impresos.