Queridos lectámbulos:
Desde del principio de los tiempos, los seres humanos hemos tenido la necesidad de aprender para sobrevivir, y uno de los mejores ejemplos de este maravilloso proceso podemos apreciarlo en los niños, quienes a lo largo de su desarrollo mantienen la magia del asombro, desde el momento de ver la luz por primera vez y reconocer el rostro de mamá, hasta escuchar el canto de los pájaros y saber que anuncian el día.
Todos hemos vivido esas maravillosas experiencias que se complejizan conforme crecemos. Con la adolescencia, el asombro por cada nuevo aprendizaje, sin darnos cuenta, se convierte en amargura y en rebeldía. Sin embargo, por fortuna, siempre contamos con personas que nos van acompañando a lo largo del camino, quienes, con su experiencia y sus palabras, son como la luna que ilumina el sendero y nos evita perdernos en la oscuridad del bosque.
Por eso, Lectámbulos dedica esta edición de mayo a nuestros maestros, aquellos que de forma anónima nos compartieron sus conocimientos en las cosas más sencillas y cotidianas, pero vitales, y a quienes decidieron profesionalizarse para dedicar sus días a la enseñanza, y quienes sin saberlo marcaron nuestras vidas para siempre.
Verónica García Rodríguez
Mayo, 2022.
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