Con la misma certidumbre con la que cae una piedra y la fragilidad de un vuelo errático de mariposa. Así fue lo de Paquito Nogales en El oasis de Siwa: intuición, placer y sortilegio.
Yo estaba inmerso en el proceso creativo de la primera obra de HOMODRAMA y tenía muchos elementos sobre mi mesa de escritura: fragmentos de Bodas de Sangre, ideas sobre parlamentos de La cantante calva, partituras de danza y ejercicios físicos por explorar. En esa vorágine, me topé con la versión que Paquito hizo del arrorró de Valentina de Sabinosa.
Supe enseguida que esa voz, de ternura y de tragedia, encarnaría la versión de la Nana del caballo grande que quería en mi obra, con la certeza que sólo se puede explicar desde lo emocional, lo lunático y lo lorquiano.
Bodas de Sangre
Cuando nos conocimos, Paquito Nogales y yo nos entusiasmamos al hablar de la obra lorquiana que fue la primera que ambos representamos, cada uno en su parcela de historia. Le propuse versionar la nana que en su día cantaron Pepa Flores y Camarón. El artista, en su humildad, mostró prudencia y muchas ganas de experimentar, ya que ese tema era un pendiente en su investigación vocal.
A pesar de que su trayectoria artística no estaba relacionada con la música hasta hace pocos años, Paquito ha sumado a su bagaje folklórico el interés por las técnicas vocales de músicas minorizadas y exotizadas como los cantos mongoles, siberianos, inuit, xhosa y sardos. Y, armado con una loopstation, se ha embarcado a cantar con todas sus voces un estilo que él se está inventando.
La nana
Antes de que García Lorca escribiera Bodas de Sangre y, por supuesto, mucho antes de que Camarón compusiera la versión musical de la nana de la obra, Federico había escuchado esa letra en una canción de cuna originaria de Granada. Antes de la forma, existió el fondo: el anhelo de acompañar el sueño infantil, un descanso custodiado por la madre.
Así, antes de que Paquito Nogales interpretara su versión de la Nana del caballo grande, su árbol genealógico extremeño había puesto la raíz. A través del costumbrismo y la tradición familiar, el artista había hecho acopio de un registro fonético riquísimo: mujeres del pueblo golpeando el barro rojo con las patas de las sillas de anea, que chirriaban al mecer a los niños… Ea, Ea, Ea, Ea… Melopeas hipnóticas para calmar el llanto y llamar al sueño… Ay, Ay, Ay, Ay… Sin silencios, sólo unos cantos rítmicos y golpecitos en la espalda a cada mecida, latidos de corazón en el claustro materno… Shhh, Shhh, Shhhh…
La dramaturgia de El oasis de Siwa usa la nana como leit motiv de la ternura y la tragedia que subyacen durante toda la pieza. Con esta clave en el corazón y las cuerdas vocales, Paquito hizo cientos de versiones de la nana, hasta dar con las cuatro finales que son médula de la obra: la aparición de la navaja), el arrullo del niño en ausencia de Bobby, el arrullo del niño después del caos y el asesinato de Le Novie en el bosque. Cuatro versiones con distintos tratamientos, textos y acompañamientos, sustentadas en la recreación de una canción de cuna tradicional, aquellas que Paquito oyó de pequeño en habitaciones oscuras de adobe encalado y suelos de baldosas de barro cocido y cera color rojo inglés.
Despierte la novia
Para musicar la canción de boda que escribió Lorca, Paquito Nogales hubo de pensar el texto con pronunciación sureña pues, leída en el castellano central que suele usar, la letra no cuadraba en las melodías. ¿Habrá dudado Lorca entre transcribir el habla andaluza o dejar el texto en castellano estándar sin reflejar la pronunciación sureña?
La música de la canción de boda bebe de las rondallas y parrandas tradicionales por lo que, una vez atacado el dilema fonético, la letra encajó a la perfección en ella.
La tragedia
La creación de la música se dio a la par que yo escribía el texto y la dramaturgia del cuerpo en el espacio, esto facilitó la entidad y el peso de los símbolos en la obra. La Madre de Bodas de Sangre (El Padre, en nuestra versión) tiene un parlamento desgarrador que decidí potenciar aún más, repitiéndolo en boca de tres personajes. Paquito recogió desde la música este lamento, que habla de la muerte de un hijo, y lo trató con voces distorsionadas a modo de sinceras plañideras enlazándolo con el fragmento de una canción tradicional azande que musicó Manolo Díaz en Apocalipsis (1971) de Aguaviva. Otra vez, la biografía del artista cimentaba la construcción musical, pues aquel disco estuvo presente en la vida de Paquito desde su infancia, y vincular El niño ha muerto con el lamento del texto lorquiano surgió de manera natural. Unas claves y unos cantos influenciados con la técnica usada por los aborígenes norteamericanos, rematan este momento álgido de El oasis de Siwa.
La pasión
Habiendo sustituido la escena pasional que ocurre bajo la luna en Bodas de Sangre por un asesinato homófobo, era necesario potenciar la sensualidad en El oasis de Siwa en pos de un equilibrio dramático. Tenía claro que Un baccio è troppo poco de Mina, era el tema perfecto por letra, cadencia y melodía. Paquito investigó las posibilidades de este tema creando diferentes atmósferas: creó un tema sin letra inspirado en la melodía y el modo de cantar de Mina, grabó una versión también suya de la letra en catalán (que descartamos porque en la traducción perdía fuerza) y, finalmente, interpretó una versión en italiano. Paquito respetó el espíritu de la canción, a pesar de que su estilo vocal nada tiene que ver ni con la voz de Mina ni con el acompañamiento orquestal de la canción. Y también por respeto, casi litúrgico, la pronunciación fue revisada por una filóloga italiana y coach de cantantes no italoparlantes a quienes asesora cuando cantan ópera.
Escribir a cuatro manos
Antes, cuando hablé de intuición, placer y sortilegio, al referirme a Paquito Nogales, quería decir también lujo, suerte y recompensa. El cofre abierto de un tesoro. La disposición creativa y la confianza que mostró ante la propuesta, así como su curiosidad y espíritu inquieto, dotó al trabajo de HOMODRAMA de una entidad preciosa y una inconmensurable teatralidad.
No exagero cuando hablo de puertas abiertas al referirme a su trabajo musical para El oasis de Siwa. Así se sintió el proceso creativo con este artista, como una escritura a cuatro manos que experimentan (dos con loopstation, dos con el ordenador) y construyen en escena, dejando aflorar lo emocional, lo lunático y lo lorquiano.
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