La nada
De nuevo el agua oye llorar
el abrazo de un amante sumergida,
llanto de un ave herida
de promesas de sal que la arrastran
en una muerte que se confunde
con la carne que no escucha
el dolor de alas moribundas.
Abunda, la muerte abunda
en el polvo elemental de cada chillido
y la tristeza me cae
como trino en los bolsillos,
soy hija de una nueva orfandad,
presa en mi nueva libertad,
muestro mis latitudes
de rama pisoteada
que no protege la flor.
Hambre, luz negada
sed de caricias y de amor.
No sé quién soy,
sin alegrías, en el hueco del dolor,
tal vez soy la nada.
* * *
Náufraga
Dejar, olvidar
el pasado
negando el cáliz de la rosa,
saltar de la realidad al lienzo,
con el espanto de verme
en los colores,
una figura en el centro del delirio,
aborto del martirio
cortado con un cuchillo que sigue
la línea del clamor
del indócil fuego que quema
la isla de esperas.
Y yo sin isla,
sólo me queda
la nostalgia de los desterrados,
naufraga en el mar de los extraviados
me apoyo
sobre mi propio semblante marchito,
me dejo caer hacia donde el agua empuja
el horizonte infinito
y lloro por el prohibido sabor de las arenas,
la sangre muere de cansancio por mis venas.
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