Sobrevivir a los gekos de Adán Echeverría

Pi era una joven mujer dedicada a la literatura. Como todo escritor tenía un ritual. Antes de sentarse a escribir tenía que limpiar todo a su alrededor. Y fue terrible descubrir que detrás del CPU, la herramienta más importante para su trabajo creativo, había una nidada de gekos. Trastornada por el descubrimiento, imaginó que los gekos y su característico sonido de besuqueo no la abandonarían desde ese momento. Decidió acabar con ellos. Pero como tampoco era una asesina de animales, cogió la nidada con un periódico y la sacó al patio de su casa. «Que no se diga que yo los eliminé». Jamás reconoció las cadenas alimenticias en que todo ser vivo se involucra. La pobre familia de gekos corrió a esconderse todo lo que pudo, huyendo de aves, ratones, gatos que corrían por los alrededores de la casa de la escritora. Uno a uno fueron cazados; pero Trivi, la más pequeña geko logró volver a la casa. Quería vengar a su familia, y observó los movimientos de la escritora hasta reconocer su echadero, el sitio donde pasaba las noches. Trivi subió y se escondió entre las almohadas. Cuando la escritora se acostó, Trivi se asomó a su oreja, y dejó caer en ella pedazos de su blanquecina y transparente cola. Esta se fue a anidar en lo más profundo del conducto auditivo. Desde ese momento a Pi le comenzaron pesadillas recurrentes. Tenía mareos, y un terror indescriptible ante todos los sonidos. Aquella carne de la geko se pudría en su interior contaminándolo todo. Entonces se dio cuenta que, con cada golpeteo en el teclado, Pi sentía un dolor inhumano. Quiso levantarse para ir al médico, pero perdió el equilibrio y cayó lesionándose la espina dorsal. El cartero la encontró tirada en el centro de su sala. Le había llevado la noticia de que le habían otorgado el premio de novela que tanto había buscado.

Mérida, Yucatán, (1975). Doctor en Ciencias Marinas. Becario del FONCA, Jóvenes Creadores, en Novela (2005-2006) y del FORCAN, en novela (2020). Radicado en Matamoros, Tamaulipas desde 2018. Columnista en periódicos impresos y portales como Nota Tamaulipas. Segundo Lugar en el Premio Nacional de Cuento Gabriel Borunda (2021). Premio Estatal de Literatura Infantil Elvia Rodríguez Cirerol (2011), Nacional de Literatura y Artes Plásticas El Búho 2008 en poesía, Nacional de Poesía Tintanueva (2008), Nacional de Poesía Rosario Castellanos, (2007). Ha publicado en poesía El ropero del suicida (2002), Delirios de hombre ave (2004), Xenankó (2005), La sonrisa del insecto (2008), Tremévolo (2009), La confusión creciente de la alcantarilla (2011), En espera de la noche (2015), Trapacería y fiesta (2015), Ciudad abierta (2019); los libros de cuentos Fuga de memorias (2006), Compañeros todos (2015), Mover la sangre (2019) y Tutlefem/Lerotic (2020); y las novelas Arena (2009), Seremos tumba (2011), El corredor de las ninfas (2017). En literatura infantil ha publicado Las sombras de Fabián (2014).