Un año y unos meses atrás, en ocasión de un ciclo más, unas queridas manos me obsequiaron La ceremonia del adiós, obra de la indispensable filósofa francesa Simone de Beauvoir, en la que narra con especial humanismo, los tiempos finales de la vida de su compañero Jean-Paul Sartre, partiendo desde principios de 1970 hasta abril de 1980, cuando muere el filósofo francés.
El relato escrito como una evocación del amor-compromiso que los unió durante décadas, transita desde la anécdota común registrada en los diarios personales hacia una especie de autoficción que va develando el entramando del ocaso intelectual y físico de Sartre a manera de un ensayo filosófico como los que tanto procuraron en sus años de esplendor. Simone realiza una suerte de homenaje que a la vez marca su independencia desde las primeras letras de la introducción al decir: “He aquí el primero de mis libros –sin duda el único- que usted no habrá leído antes de ser impreso. Le está enteramente consagrado, pero no le atañe”.
Simone nos muestra en La ceremonia del adiós –impresa por primera vez un año después de la partida de Sartre-, rasgos particulares e íntimos del autor de obras tan relevantes como La náusea (1939), El muro (1939), El ser y la nada (1943), El existencialismo es un humanismo (1945) o Crítica de la razón dialéctica (1960). Se expone la forma compleja en que se enfrenta a la decadencia física, la pérdida de la vista, la desarticulación de la rutina de trabajo tan indispensable para un intelectual, la dificultad para leer y escribir, los alegatos políticos, las desavenencias y las variaciones constantes en el estado de ánimo, impactado sin duda, por el proceso silencioso del duelo interior de quien sabe que las cosas ya no serán como fueron.
Las páginas de esta obra están cargadas de referentes culturales que marcaron una época en el mundo de las ideas surgidas en la Francia de las estaciones posteriores al movimiento del 1968 y cuyo impacto aún puede palparse, temas diversos y de toda índole como la fundación del periódico La cause du peuple (“Las causas del pueblo”) o los laboriosos días en torno a la edición y publicación de la revista Les Temps Modernes (“Tiempos modernos”), ambos referentes significativos en la trayectoria de la pareja impulsora de la corriente existencialista, por su marcado carácter de compromiso social y renovación del pensamiento.
He aquí el primero de mis libros –sin duda el único- que usted no habrá leído antes de ser impreso. Le está enteramente consagrado, pero no le atañe.
Simone de Beauvoir
Es notorio también que la voz que conduce el aliento de Simone al escribir va cargándose en cada palabra de una nostalgia irremediable, la misma que cubre a quien sabe que asiste cotidianamente al principio del fin, tal y como ella misma describe al mencionar para 1971 el inicio de algunos de los males que padeció Sartre, que justo antes de despedirse por unos días con motivo de un viaje, Jean-Paul le dijo con cierto aire de ironía y verdad que: “Así, pues, es la ceremonia del adiós”.
El relato de la última etapa de sus vidas juntos es acompañado por una entrevista que sostuvieron entre sí, Simone y Sartre, así, frente a frente, se miran como los grandes intelectuales que legaron algo más que ejemplo e ideas, y que como Simone apunta al final de su escrito, si bien la muerte los separó: “Ya es hermoso que nuestras vidas hayan podido estar de acuerdo durante tanto tiempo”.
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