Los efectos de la pandemia en el sector artístico y el comportamiento del público en el consumo de los espectáculos locales durante la misma y cómo nos enfrentamos a la vida cultural pospandemia.
La pandemia mostró la vulnerabilidad del ser humano, así como sus expresiones culturales sean estas económicas, sociales y/o artísticas; los creadores artísticos volcaron su creatividad conectándose a su público a través de la virtualidad o digitalidad, y en ocasiones encontrando otros medios para subsistir económicamente. Instancias públicas respondieron desde su trinchera y a tres años de la aislamiento ocasionad por el COVID-19 los hábitos de consumo cambiaron, los espectadores ya no están en encierro, se activaron y están en búsqueda del encuentro; sin embargo, las salas de espectáculos no se llenan y la venta de boletos parece una labor titánica, la gratuidad y formación de públicos parece ser el tema al que se enfrenta el sector artístico y cultural en estos tiempos de pospandemia.
La pandemia por el COVID-19 ocasionó diversas afecciones en múltiples sectores como lo son educativos, económicos, de salud, arte y cultura, por citar algunos; en esos dos años parecía que la vida entró en “loop” del cual no se vislumbraba (o vislumbra) cómo salir. Mirando en retrospectiva, la recuperación de dicha afectación ha sido paulatina, y nos seguimos preguntando: ¿cómo avanzar en medio de este “loop”?
Si bien en ese entonces (pareciera que fue hace muchos años y apenas fue hace dos), la opción de esparcimiento en las cuatro paredes en las que parte de la sociedad se encontraba por el aislamiento se volcó hacia lo digital, hoy día es radicalmente opuesto. La pandemia nos enseñó a utilizar la digitalidad para unirnos y encontrar otros medios de esparcimiento, con plataformas streaming: series, películas, clases de canto, de teatro, de pintura, de dibujo, entre otras. Descubrimos que el arte traspasa fronteras y está en resistencia. Se logró mirar a opciones que ya existían como la ópera transmitida por Canal Once Cultural, no se había vislumbrado la necesidad de cambiar paradigmas en cuanto a cómo se consume el arte. Esfuerzos logrados, buenas prácticas; sin embargo, ante no saber mirar, se liberaron contenidos de modo gratuito en un sin fin de plataformas. Compañías de danza, teatro, música, exposiciones, presentaciones de libros, conciertos de intérpretes renombrados como Alejandro Sanz, Juanes, se dieron la tarea de presentarse ante cámaras y no perder la cercanía con su público, pero de modo gratuito.
Algunas instituciones públicas respondieron eficaz y eficientemente ante ese nuevo tipo de vida, otorgando apoyos económicos a artistas para la creación en aislamiento desde la producción de bienes digitales, programas exitosos que fueron paliativos, la estructura se apoyó por el modelo de gestión cultural del país, dio resultados, la comunidad artística siguió creando en las condiciones que fuesen con la encomienda de tener como resultado productos de calidad y entretenimiento familiar, de modo gratuito también.
Lo anterior hace pensar, ¿Cómo consumimos? ¿Qué consumimos? ¿Para qué consumidos?, respuestas que quizá no tengan respuesta, pero sí se puede tener referentes basados en estudios, por ejemplo, la Encuesta Nacional sobre Hábitos y Consumo Cultural 2020, y cito:
El teléfono celular es el instrumento que la mayoría de las personas encuestadas ha usado para acceder a actividades artísticas. En cuanto al uso de redes sociales, la encuesta arrojó que es Whatsapp la más utilizada (97.9%), seguida de Facebook (91.5%), Instagram (72.7%) y Twitter (49.5%). Ir al cine, a los museos y a conciertos son actividades que fueron desplazadas durante la pandemia por actividades en línea como ver películas y series o tomar cursos y talleres. Las actividades más practicadas en línea antes y durante el encierro, son: ver cine y cortometrajes, acceder a tutoriales, escuchar podcast sobre arte y cultura, tomar cursos y ver transmisiones de conciertos de música popular. Si hubo un aumento en el tiempo que los encuestados le dieron a las redes sociales, por otro lado hubo un descenso en el tiempo que se le dio a la televisión y a la radio (Cultura UNAM [Universidad Nacional Autónoma de México], 2021).
Dicha encuesta organizada por la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM (Cultura UNAM), en colaboración con la Coordinación de Humanidades y el Instituto de Investigaciones Sociales tuvo como universo a 8,780 personas, no hay comparación con la cantidad de personas al menos en el territorio nacional, pero es un referente.
Se generaron múltiples materiales tratando de encontrar el hilo negro en la recuperación del sector artístico y cultural como la publicación: “Para salir de terapia intensiva, Estrategias para el sector cultural hacia el futuro” (Chargoy R., 2020), de la Cátedra Internacional Inés Amor en Gestión Cultural, en el cual se expone la pérdida que en ese momento experimentaron creadores, artesanos, productores, proveedores, cómo se sobrevivió con todo y las cancelaciones de espectáculos, ferias y festivales. Artistas y sectores relacionados con el arte y cultura encontraron otros medios para subsistir: vendiendo comida, siendo Ubers, venta de artículos por catálogo, por citar algunos, encontraron un medio para sobrevivir. La llamada “terapia intensiva” continúa, en lo que se observa en el medio local.
En 2021, Ana Cristina Frías (creadora venezolana radicada en Argentina), escribió el artículo: “El arte en pandemia: La creatividad que mueve a América Latina”, que forma parte de la serie de artículos que muestran cómo las expresiones culturales y artísticas de América Latina se reinventaron/adaptaron a las condiciones de aislamiento social provocadas por la pandemia de covid-19: “Arte en Pandemia”; Farías hace un repaso de la transformación de las artes escénicas en el panorama pandémico, incluyendo las expresiones vía zoom sea para ofrecer conciertos o espectáculos de danza o teatro, creando incluso obras a distancia; expone el tema desde la trinchera del creador, cómo se vive el cuerpo a distancia, cómo se crea a distancia, la comunidad digital o virtual, con la ausencia/presencia del cuerpo. Una lectura que parte ya desde el creador en vez del espectador. Otra mirada más. Y sobre este binomio creador-espectador es el que debe imperar para la consecución de la vida artística de cualquier disciplina, sin espectadores ¿podrá haber hecho escénico? Teniendo como hecho escénico lo que ocurre en escena. “El mundo es un escenario” frase que se le atribute al dramaturgo William Shakespeare y completo: “y nosotros los actores”, pero reconocer la valía del esfuerzo del artista, ¿existe por parte del espectador? En ese 2021, la vacuna es real. Se permiten espacios de convivencia seguros, con una corresponsabilidad, hoteles, restaurantes, recintos culturales ensayan sobre prueba y error. En 2022, regresamos más seguros. Se va abandonando la digitalidad, se corren “más riesgos” tratando de volver a la “normalidad”. Los creadores continúan en esta volatilidad, surgen convocatorias desde instancias públicas y privadas para estimular y fortalecer la creación y hoy a casi tres años de pandemia atrás, nos encontramos con que:
A pesar de todos estos esfuerzos por difundir el arte y las expresiones artísticas, el sector de la cultura ha sido uno de los más golpeados en esta Pandemia, fueron los primeros en cerrar y cancelar conciertos, presentaciones teatrales, cines, parques, sitos arqueológicos, museos, y seguramente serán los últimos en abrir nuevamente sus puertas al público (…) cuando todo esto pase, serán muchos los aprendizajes que habrá dejado el Coronavirus en las sociedades, sin duda alguna, uno de ellos será el valor que representa el arte y la cultura en la sociedad, específicamente el aporte que brinda hacia la salud y el bienestar, aportes que muchas veces provienen de artistas con pocos ingresos y largas jornadas de trabajo, artesanos que tratan de plasmar en cuadros y/o artesanías el sentir de una cultura milenaria, así como emprendedores y creadores que están reinventándose a fin de subsistir durante esta crisis. (Castellanos, M., 2020)
En este 2023 los públicos desean convivir en el espacio público, regresan los festivales totalmente presenciales, casi ni un rastro de la virtualidad, salvo en algunas excepciones, después de estos años de “loop”, el tiempo significa todo y es necesario subrayar cómo el arte apoyo en la salud mental de niñas, niños, jóvenes, adultos y adultos mayores, los creadores también necesitaron de ese apoyo y así siguieron. Pero ahora se enfrentan a una realidad: pagar por espectáculos de danza, teatro o música parece una labor titánica. Todas y cada una de las partes que forman parte de la estructura de cadena de valor de cualquier espectáculo o expresión artística y cultural, deben ser remuneradas. La pandemia solo puso en el mirador la vulnerabilidad en la que se encuentra el sector artístico.
¿Cuál será la llave, la clave para estabilizar a este sector en específico? ¿Capacitación para saber de mercadotecnia, fidelización de públicos? ¿Cómo poder asegurar que el público se acerque a las presentaciones? Esto abre un tema de reflexión: La Formación de Públicos. Sobre lo anterior Leyva Marín (2015) nos expone sus acciones sobre lo que pareciera que ha sido el “Talón de Aquiles” para los emprendimientos culturales y artistas:
…no basta con saber leer para entender una novela y pasa lo mismo en el teatro, ver una obra no significa necesariamente, entenderla, si tenemos 20 obras en escena y solo saben leer 20 personas, en consecuencia solo comprarán boletos esas 20 personas, por esta razón la educación en materia de cultura se hace necesaria cuando es vital entender muchos más lenguajes estéticos que puedan seguir las propuestas escénicas de los creadores (….) las estrategias de formación cultural son un beneficio para creadores y consumidores, ya que una persona que tiene conocimiento de una amplia diversidad de lenguajes es capaz de leer mejor un libro, una obra, una pieza musical, el que se nutre de cultura entiende mejor y se puede emocionar más, de la misma manera utiliza su tiempo libre de manera productiva en la adquisición de mejores objetos simbólicos de representación, es decir, se vuelve más exigente con lo consume (….) si yo formo un público muy comprometido con el teatro, también lo estoy formando en la música, en la danza, en el arte y romperé una dinámica pasiva de expectación transformando lo que antes fue un problema en una oportunidad cultural.
El regreso ha sido apabullante, sectores públicos y privados se activaron, el público se activó y la gratuidad es un tema que impera en el ambiente, un tema que se debe abordar desde la raíz, desde la sensibilización del ser humano hacia las artes, desde conocer y reconocer lo que vale, la inversión de tiempo, de talento. La educación artística no para formar artistas sino personas sensibles al arte, que acudan a las presentaciones artísticas y paguen por un boleto que significa el sustento de un artista, hablando del artista local. Implementar proyectos para la formación de públicos es vital y parece ser que desde la instancia pública se podría impulsar, teniendo los recintos culturales, unir estrategias de vinculación con empresa privada para el traslado de las niñas, niños y jóvenes a los recintos o bien de un proyecto para acercar a los artistas a los espectadores.
La Pandemia llegó, se fue y la gratuidad sigue ahí y ahora tiene un panorama muy difícil para los creadores, si antes del COVID-19 la situación era delicada, ahora se enfrenta a que las salas se encuentran semivacías.
Lo anterior lleva a detonar más preguntas, tratando de encontrar una respuesta ante este panorama: ¿Cuáles son los detonadores para que un espectador pueda levantarse de su asiento, y acuda a un espectáculo? ¿Qué códigos no se están hablando con él o la espectador (a)? ¿Cómo cobrar? ¿Cuáles son las políticas culturales para impulsar la formación de públicos? ¿Cómo se consume ahora? ¿El público conoce a los artistas locales?
Es hora de realizar la Encuesta de Consumo y Hábitos Culturales 2023, pero por regiones o estados, un instrumento de referencia para la acción y apoyo a los creadores de nuestra localidad, y que no quede en papel, sino que motive a encontrar estrategias para impulsar al consumo a que exista pese a la gratuidad, y que la gratuidad sea un aliado de los creadores locales. Si atendemos al modelo de gestión cultural del país, entonces se debería trabajar de modo transversal en conjunto donde arte, cultura, educación, turismo, salud, logren poner en la agenda la formación de públicos, no solo en pandemia acudir al arte, sino que en verdad sea parte de la vida y del desarrollo humano, y para eso considerar la valía de las y los creadores.
Referencias bibliográficas:
Cultura UNAM [Universidad Nacional Autónoma de México] (5 de febrero de 2021), La pandemia por COVID-19 aumentó y diversificó el consumo cultural, según la Encuesta Nacional sobre Hábitos y Consumo Cultural 2020.
Chargoy, R. (28 de septiembre de 2020) Para salir de terapia intensiva, cómo reconstruir el sector cultural. Gaceta UNAM. https://www.gaceta.unam.mx/para-salir-de-terapia-intensiva-como-reconstruir-el-sector-cultural/
Frías, A. (11 de enero de 2021) El arte en pandemia: La creatividad que mueve a América Latina. Distintas Latitudes. https://distintaslatitudes.net/oportunidades/arte-en-pandemia-america-latina
Leyva, H. (2015) La Formación de Públicos o cómo sacar a la gente de sus sillones / 2do encuentro de Nacional de Gestión Cultural. Observatorio Cultural UDG Virtual [Universidad de Guadalajara]. https://observatoriocultural.udgvirtual.udg.mx/repositorio/bitstream/handle/123456789/276/2ENGC065.pdf?sequence=1&isAllowed=y
UNESCO (20 de mayo de 2020, última actualización 21 de abril de 2022) En época de COVID-19 el mundo consume Arte y Cultura. UNESCO. https://www.unesco.org/es/articles/en-epoca-de-covid-19-el-mundo-consume-arte-y-cultura
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