… ¿Quién me ha robado el mes de abril?/¿Cómo pudo sucederme a mí?/¿Quién me ha robado el mes de abril?/ Lo guardaba en el cajón/donde guardo el corazón….
Joaquín Sabina
Si hay algo en Mérida que disfrutamos y agradecemos de la primavera yucateca, que difiere muy poco del invierno, casi siempre apenas fresco, es el florecimiento de muchos de nuestros árboles favoritos. Algo casi imperceptible, como si de pronto ocurriera, prácticamente sin sentir, vamos viendo esa alfombra rosada que tapiza las calles de nuestra Mérida querida y, en automático, levantamos la vista para gozar del espectáculo natural que nos dice: la primavera llegó, los maculís están de nuevo aquí, puntuales, y nuestro corazón se regocija de ver cómo van llenando de color nuestra ciudad, y el hecho nos recuerda que ya no tendremos que usar sweater, porque se fue el frío.
Los espectaculares rosas y lilas del tabebuia rosea, también conocido como guayacán rosado y nombrado desde la época de los mayas como Jo’kab, nos embellecen el alma entre marzo y junio que nos deleita con sus enormes flores, que sólo compiten con su fuerte tronco y sus hojas que se usan como infusión para bajar la fiebre.
Quien viva en Yucatán sabe que un poquito después del rosa, empezaremos a disfrutar el hermoso amarillo de los árboles de lluvia de oro que, compitiendo con el maculí, nos alegrará hasta que sea hora de permitir al intenso rojo de los flamboyanes hacer su aparición a mediados del verano intenso en nuestra ciudad.
Este 2020 no sólo me robó el mes de abril, sino me hizo “quedarme en casa” y solamente ver desde mi ventana, a lo lejos, pude ver los maculís de la avenida del Rogers y, desde mi puerta, la Lluvia de Oro de la casa de enfrente. Cuando volví a salir ya no había ninguna de esas flores, hasta los flamboyanes ya estaban en verde otra vez, y yo que adoro circular por las calles disfrutándolos y tomándoles fotos, este desalmado 2020 no me permitió disfrutar de sus flores. Sin embargo, me hinque para dar gracias a Dios, porque sigo aquí en este planeta, y si Él lo permite, llegaré a poner mi pino oloroso de Navidad y adornaré mi casa con inmensas flores de Nochebuena.
Flamboyan
¿Quién me ha robado el mes de abril?/¿Cómo pudo sucederme a mí? Quién me ha robado el mes de abril se ha llevado también de mayo a noviembre y me ha robado el corazón.
Año bipolar y esquizofrénico, 2020 no ha dejado nada a la imaginación, como si fuera año bíblico, que presentara las siete plagas de Egipto, nos ha traído de todo, menos bienestar. Hemos ido deseando al inicio de cada mes, que inicie algo mejor que nos haga olvidar el mes anterior, pero no, el siguiente mes se vuelve “a lucir”, con nueva producción escenográfica para traernos mayor dolor, peor desconsuelo y orillarnos a sentir una angustia desesperanzada.
Cada semana, desde la última de marzo en Yucatán y desde enero en Europa y otros países, hemos tenido que estar lejos de nuestra familia y amigos, hemos tratado de ser cumplidos al llamado de las autoridades, hemos obedecido en lo posible con los patrones pensados “en caliente” para tratar de contener a un enemigo invisible y poderoso que sin piedad alguna se ha ido llevando a familiares, amigos, conocidos y desconocidos, que tristemente van alimentando una curva estadística que nos genera un impresionante miedo y nos pone en estado de alarma.
En casa hacemos todo lo posible por resistir —en el más bipolar de los sentidos—, donde la solución es sentarte a no hacer nada más que prevenir y sostener la causa de poder respirar. En abril todavía teníamos ánimos de jugar y hacer memes y todo tipo de bromas sobre ese mes que nos habían robado, como cantaba hace más de 30 años Joaquín Sabina en su famosa canción.
Mayo y el calor que se recrudece encerrados en cuatro paredes fue quitándonos el ánimo de bromear y sólo nos sentábamos en algún rincón —lo más fresco posible—, a ver a Gatell porque anhelábamos que nos dijera: ya, ya estuvo, se acabó, ya vamos de salida; y con el alma en un hilo, prendíamos puntualmente a las 7:00 PM, la televisión con la esperanza de escuchar que todo había sido un mal sueño y estábamos por despertar.
Pero, había que empezar a aprender que cambiar la página del calendario no borraría de pronto las secuelas de la presencia del mentado bicho. Se agregaron las crisis financieras, los negocios empezaron a quebrar, la angustia por la escasez de dinero nos empezó apretar y, queriendo y no, empezamos a salir a buscar como traer dinero a casa, pues los ahorros ya habían desaparecido; y obvio, lejos de disminuir la crisis sanitaria, la salida inexorable de personas en busca de trabajo complicó la situación.
Julio comenzó a llenarse de esquelas y telefonazos de amigos y familiares que nos iban contando de los contagiados y de los que habían perdido la batalla, las lágrimas se empezaron a juntar con las que lloró el cielo, y nos trajo lluvia durante ocho días seguidos con Cristóbal. Por si acaso faltara algo, ahora estábamos, además de asustados, inundados, por dentro con un inconmensurable dolor y llanto por nuestros seres queridos que se estaban yendo, y por fuera, realmente porque la lluvia imparable se llevaba lo poco que teníamos en los ríos de lodo que recorrían la península de Yucatán.
Implacable como ha sido este demente 2020 han habido 50 episodios meteorológicos, se gastaron los 28 nombres de ciclones del año y empezaron con las letras griegas y vamos en la Iota que acaba de destrozar Nicaragua y que ha dejado a nuestros hermanos chiapanecos, tabasqueños y quintanarroenses en el más absoluto desamparo.
¿Quién me ha robado el mes de abril?/¿Cómo pudo sucederme a mí? Quien se ha llevado mi corazón, que lleno de dolor desfallece por un abrazo, por un beso, por poder sentarme en el porche a conversar sin miedo con mis seres queridos. Escenas muy duras se han vivido en todos los hogares del mundo; y puedo decir certeramente en TODOS los hogares de TODO el mundo, sin temor a equivocarme puedo asegurar que no existe un sólo hogar en el mundo que haya quedado fuera de la lista del dolor.
Y entonces, ya casi al cierre calendárico de este tremendo y loco año, me pregunto y les pregunto ¿Qué nos quiere enseñar nuestro Ser Superior? Cuando las plagas de Egipto —según la biblia—, había un por qué y un para qué; posiblemente si les hubiéramos preguntado a los egipcios de aquella época, tampoco hubieran podido contestar. Pero, ¿de qué se trata esta vez? ¡Qué diablos!¿Además de todo, tenemos que sacar una lección, y un por qué y de encima un para qué?
Pues resulta que si queremos sobrevivir y recuperar razonablemente la estabilidad mental y física que habíamos tenido, sí. Es importantísimo sacar un aprendizaje de este caos. Así es mis estimados lectámbulos, ya está siendo tiempo de reconstruir, de evaluar, de deshacernos de lo que se dañó irremediablemente y de darle un valor profundo a lo que el viento nos dejó.
Por hablar sólo de los yucatecos, como forma de focalizar este análisis, estamos ante un problema de supervivencia, donde los que salen a buscar el pan nuestro de cada día, están sosteniendo sobre sus hombros —actualmente ya muy cansados—, a una sociedad compleja que busca desesperanzada dónde podrá estar el final de este túnel que aún no muestra su luz.
El mundo, como lo conocíamos, no nos está mostrando las rutas para salir. Tenemos que aprender a reinventarnos, a aceptar las actuales circunstancias, y aunque parezca fuera de toda lógica, tenemos que aprender a volver a cantar, a reír, a gozar, a pesar de las adversidades. No podemos dejar que esta gran ola de pesar nos arrastre, estamos en la disyuntiva de qué hacer para sobrevivir, y debemos conservar nuestro yo, lo más integro que sea posible.
La realidad por más cruda que se presente, no nos debe derrotar, cada uno a la medida de sus posibilidades requiere de una adaptación rápida. La senda que tenemos que recorrer nos lleva a cambios vertiginosos que nos marean; sin embargo, la sensación de urgencia que nos rodea, la debemos controlar antes que nos avasalle, el miedo no debe convertirse en una desesperanza aprendida que nos paralice.
Este mes que le queda al 2020, debe ser tiempo de entrenamiento y fortalecimiento. Ahora conocemos mucho mejor a nuestro enemigo. Sabemos con mucha claridad que sí debemos hacer y que no. La industria siempre atenta a las necesidades, ha hecho ya hoy en día, toda clase de máscaras, cubrebocas, sanitizantes, ropa, geles para evitar el contagio. Nada de eso había cuando los maculís florecieron. Aprovechemos nuestras flores de Nochebuena para tomar en serio en nuestras manos el poder personal de vivir.
Diciembre deberá de culminar con una nueva lección. Podemos y debemos asimilarla. Nos ha costado muchísimo dolor aprender, pero siempre hemos podido, los humanos, los mexicanos, los yucatecos sabemos salir adelante. Es un paso a la vez, a veces son pasos muy cortos, y nuestro desplazamiento es lento. Pero, podemos y debemos.
Durante los últimos ocho meses todas y todos en el mundo, hemos estado en un estado de crisis permanente. Nuestra Fe, Paciencia y Esperanza se han puesto a prueba, es tiempo ahora de poner a trabajar nuestra Fortaleza, Templanza y Prudencia, para realizar las acciones que, aplicando la Justicia nos lleven a un estado de bienestar común.
Estamos en el último mes de este paranoico año, viene la Guadalupana, las posadas, los abrazos de fin de año, las bodas decembrinas, viene una temporada de reventones, que nos agarra hartos de estar encerrados y solitarios. Por lo mismo, es un mes de altísimo riesgo de vida, es prioritario estar más atentos que nunca.
Es el tirón que necesitamos para brincar este tremendo socavón, si nos mantenemos fuertes usando la razón y la experiencia adquirida, tendremos oportunidad de amanecer en un promisorio 2021, espero que bailemos juntos sobre la próxima alfombra de maculís y lluvia de oro.
Querida Chivis.
Me encantó tu narrativa, tenemos que dar gracias a Díos porque a pesar de las pesares no somos parte de la fatídica estadística de más de 105,000 muertos por la pandemia y que seres queridos que la han sufrido, la han podido superar con éxito.
Hoy también hemos ganado muchas cosas: hemos aprendido a vivir mejor con nosotros mismos y a valorar muchas cosas que antes sólo dábamos por hecho.
Te mando un cariñoso abrazo y te felicito por este artículo.
Cuidate y #quedateencasa
Raúl
Felicidades Dra. Silvia, muy padre su articulo y mas la forma que escribe.
Saludos
Querida Silvia excelente excelenteme dió mucho gusto tu escrito demasiado real.que respuesta tendrá el primero de Enero 2021? Te admiro desde que te conocí y te he seguido lis pasos poquito a poco..saluditos cariñosos
Como siempre excelente artículo muy reflexivo muy propio Te felicito y que Dios te siga bendiciendo con salud y dando sabiduría para compartir con los demás
Excelente artículo Dra Silvia felicidades
Así es, creo que nosotros mismos, la sociedad entera ha sido quién se ha robado todo, día a día nos enfrentamos a una mayor descomposición en todos los aspectos, nuestro creador ha de estar triste por ello, tanta perfección al crearnos para que la echemos a la borda cuando hacemos uso de ese «libre albedrío» sin conciencia, sin amor a uno mismo y mucho menos a los demás.
Mientras Dios nos siga prestando la vida hay que disfrutarla, valorarla, respetarla y dar mucho Amor a nuestro paso ❤️
Buen día querida Sylvia. Qué lindo y florido relato lleno de emoción, aliento y esperanza. ¡Felicitaciones! Abrazos y besos a la distancia que nos une.
Una realidad narrada en una forma descriptiva hermosa que no deja lugar a la imaginación!!! Agradezco la recomendación para este último mes del año, estimada doctora Sylvia.
Me gustó mucho y me conmovió aún más, sobretodo por lo que me aconteció; el poner a las maculis lluvia de oro y flamboyanes como…no sé cómo llamarle en éste momento haciendo un «parangón»con la vida que tenemos siempre enfrente y pasa sin verse o darle la importancia debida, ahora comprendemos o estamos aprendiendo lo que realmente vale la pena de ésta vida, como es el caminar respirando simplemente por una avenida llena de tanta magnificencia como son los árboles mencionados, como lo es la magnificencia de Dios…