“Las ex directoras, están locas, unas más que otras, pero todas son cabronas. No lo quieren aceptar, pero son del mismo gremio, pertenecen al mismo club, insurrectas, irreverentes y osadas. Intentan mantener la barbilla alzada, fingir que no les duele nada. Las ex directoras llegaron al puesto, y ya instaladas en él, sorprendidas ante sus destrezas y la mediocridad encubierta del poder, lograron crecer, tanto que soñaron en coronar riscos. Se les olvidó la máxima ‘mujer poderosa es igual a loca’ y que al final del camino se apilaba la leña verde de sus hogueras. Las ex directoras no quisieron reconocer que en graciosa retirada debían de guarecer. Crecidas en aspiraciones decidieron volar alto, enfrentar a los jerarcas, desmontar el patriarcado y al final las esperó la caída libre, los huesos rotos, el alma hecha añicos. Las ex directoras me miran y yo… me miro en ellas”.
Este texto lo escribí hace unos años, pensando en las ex directoras de los Institutos de las Mujeres, pero no sólo en ellas, también en algunas de centros académicos, incluso de diferentes esferas de gobierno y claro, en mí también. Y hoy me vino a la mente al enterarme, no sin tristeza, que nuevamente se repetía la historia, una directora que dedicó una buena parte de su vida, esfuerzos y capacidades a la muy difícil tarea, en una sociedad patriarcal, de combatir la violencia de género y la desigualdad, fue despedida sin miramientos, sin reconocimiento a su trabajo y al de su equipo que, como todo lo humano, seguro tuvo aciertos y errores pero no por eso fue menos loable y defendible. ¿Y la sororidad entre mujeres? —preguntarán algunas— ¿Las redes feministas y organizaciones qué papel juegan en estos asuntos?
Debemos señalar que los Institutos de las Mujeres son producto del movimiento feminista y resultado de los acuerdos firmados por los países, entre ellos México, con las instancias internacionales como la de ONU Mujeres, a lo que se suma la gestión de grupos y mujeres feministas hicieron en su momento. En Yucatán Beatriz Solís fue una de sus grandes gestoras y directora del primer Instituto de la Mujer en Yucatán en 1999, que después cambiaría su nombre por el de Instituto para la Equidad de Género (2001), actual Secretaria de las Mujeres.
Luego de Beatriz Solís como directora del Instituto de la Mujer, hemos seguido varias más que enfrentamos la enorme y fundamental tarea de tratar de erradicar la violencia y la desigualdad de género a contra corriente; escasos recursos, poco apoyo institucional, dependencias pequeñas con personal insuficiente y muchos etcéteras más. Una labor titánica y poco comprendida.
No puedo ni debo hablar de la gestión de mis compañeras, aunque podría decir mucho de las tribulaciones que padecieron cada una de ellas, no me corresponde. En mi caso, fui famosa dentro de las esferas de gobierno por pelear los recursos como fiera, por enfrentarme a las diferentes instancias de gobierno y quienes las dirigían en pro de que cumplieran el compromiso de aplicar la perspectiva de género en sus programas y actuaciones, lo que en algunos casos se logró y en otras no. Por supuesto no estuve sola, un gran equipo de psicólogas, abogadas, trabajadoras sociales y comunicadoras trabajaron de manera incansable y salvaron muchas vidas de mujeres de manera silenciosa, dada la prohibición de publicitar los casos que llegaban al instituto. A este trabajo se le sumó el de las contadoras, personal de limpieza y choferes sin los cuales hubiera sido imposible trabajar.
También debo reconocer que, debido a mis continuos enfrentamientos (y exigencias) con las otras instancias de gobierno para que cumplieran la parte que les correspondía de nuestra lucha y por no permitir interferencias ni partidarias ni de otras índoles con el trabajo del instituto, abundaron las solicitudes de mi cabeza a la entonces gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega Pacheco, y sin embargo ella me mantuvo en la dirección y jamás me retiró su apoyo.
¿Y las organizaciones ciudadanas qué papel jugaron en aquel entonces? Debo decir que sin el apoyo de algunas de ellas hubiera sido imposible un avance real en la misión que nos tocó cumplir. Por ejemplo, UNASSE impartió talleres y cursos fundamentales al personal del IEGY y a otras dependencias, Ko´okay participó, entre otras actividades, en la formación con perspectiva de género del personal masculino del Instituto, gracias a APIS y su refugio de Mujeres se logró salvar muchas vidas de mujeres que sufrían violencia extrema. No fueron las únicas por supuesto, otras organizaciones así como investigadoras independientes participaron en las labores del IEGY, de lo cual quedó constancias en los diversos informes del Instituto.
Negar el enorme esfuerzo colectivo anterior, durante y posterior al periodo durante el cual fui directora por razones partidarias o intereses personales, sería una actitud mezquina, muy lejana al feminismo real y congruente. Sin embargo, si bien han existido, y aún hay, organizaciones feministas que trabajan apuntalando el trabajo institucional, también las hay quienes sin ningún rubor se dedican a denostarlo y señalar a sus directoras como las culpables de las cosas más absurdas que se puedan imaginar o que muchas veces corresponden a faltas cometidas por otras dependencias. Aquellas personas que están más interesadas en la obtención de recursos para sus organizaciones y no en la legitima defensa de nuestros derechos, son fáciles de identificar, son las mismas que después desconocen o descalifican continuamente a la directoras en turno, quienes no tuvieron empacho en salir a defender a altos funcionarios de gobierno, de muy obscuros antecedentes, y salir públicamente a declarar que ellos “sí tienen perspectiva de género y la voluntad de apoyar a las mujeres”. Sus motivos para hacerlo no son muy difíciles de imaginar.
Ante tales actos viles y misóginos encubiertos de un falso feminismo, una amiga ex directora me comentaba un día: “Yo que toda la vida luché por defender los derechos de las mujeres no sabía que al aceptar ser directora de un instituto me convertía en la enemiga a combatir”. Haciendo recuento de los daños, puedo decir que la primera directora de un Instituto de la Mujer fue negada e ignorada por algunos colectivos; a la segunda, le congelaron los recursos al poco tiempo de tomar posesión; las que seguimos, tuvimos que luchar contra viento y marea para cumplir nuestra función y, a la última, la despidieron de forma abrupta, sin motivos y sin que los colectivos feministas la defendieran o al menos reconozcan su trabajo en sus escritos.
Las mujeres que trabajamos en dependencia oficiales en pro de los derechos de las mujeres no marchamos ni nos plantamos frente a los palacios de gobierno como sociedad civil, eso aunque es fundamental no nos corresponde, pero hemos cumplido un importante papel en el avance de la agenda de género gracias a los equipos de trabajo, a las organizaciones ciudadanas congruentes y al apoyo de un importante sector de la ciudadanía cada día más consiente. Reconozco tu trabajo mi querida Bety; va por ti mi prenda, querida María; una, dos, tres, por todas nosotras y por una efectiva sororidad entre las mujeres donde el movimiento feminista ciudadano y para que quienes trabajan en las instituciones con esta perspectiva puedan coordinarse, hacer sinergias, con el objetivo de lograr una vida sin violencia para todas las mujeres. Larga vida a las mariposas.
NO DEBEMOS OLVIDAR QUE GEORGINA ROSADO APARTIDISTA Y LUCHADORA SOCIAL TUVO EL APOYO DE UN GOBIERNO PRIÍSTA SIN AFILIRSE A ALGÚN PARTIDO, PERO MENOS DEBEMOS OLVIDAR QUE ELLA ES LA VERDADERA PIONERA EN EL ESTADO DE LOS ESTUDIOS DE GÉNERO Y DE LA LUCHA CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LA MUJER, LUCHA QUE HOY ENARBOLAN MUJERES QUE HAN AGREDIDO A MUJERES EN SU VIDA PERSONAL Y PROFESIONAL. Y MENOS QUEDARÁ EN EL OLVIDO QUE GEORGINA ABRIÓ 17 CENTROS EN EL ESTADO PARA ATENDER A LAS MUJERES MALTRATADAS Y NO SOLAMENTE SE LIMITÓ A DAR DISCURSOS Y A PUBLICAR. TAMBIÉ6FUE LA PRIMERA QUE SE DIO A LA TAREA DE ATENDER A LOS HO.BRES MALTRATADORES CAPACITANDO A UN GRUPO DE JÓVENES PSICÓLOGOS QUE HAN HECHO DE ESA TAREA UNA MISIÓN.
SU CONGRUENCIA Y ABSILUTA HONESTIDAD LA HACEN UNA MUJER MERECEDORA DE NUESTRO RECONOCIMIENTO. GRACIAS GEORGINA