Queridos Lectámbulos:
Noviembre es un mes lleno de misticismo, en donde la muerte y el recuerdo se hacen presentes. Desde los primeros días del mes, la creatividad se ofrenda a quienes han partido, pues en estas fechas, desde la creencia prehispánica en América, se abre un portal entre el mundo de los vivos y los muertos.
El Día de Muertos en México es el pretexto perfecto para disfrutar y reflexionar a cerca de las tradiciones y la herencia cultural de los pueblos. Si bien, el arte es el reflejo de la cultura, la tradición es algo que se hereda y forma parte de la identidad.
Para los nativos americanos, la muerte era tan sólo una transición de la materia y espacio, por lo que los antiguos aztecas realizaban una fiesta para despedir a sus muertos, a quienes los enterraban con la comida que les gustaba, con la finalidad de que éstos no sintieran hambre durante su recorrido al Mictlán.
El Día de Muertos es una gran celebración, porque es cuando vienen a visitarnos aquellos seres queridos que han fallecido y habrán de quedarse entre nosotros durante todo el mes de noviembre. Esto representa una fiesta y un compromiso que lleva a las familias a preparar un altar con platillos especiales, típicos de la región, dulces, bebidas, velas y muchas flores.
En la región de la península de Yucatán, los mayas le llaman a esta celebración Janal Pixan, que significa comida de ánimas, para la cual preparan el pib, una especie de pastel con masa de maíz, relleno de pollo o puerco y envuelto de hoja de plátano que cuecen bajo la tierra. Por supuesto, las historias de pixanes, como llaman los mayas a sus difuntos, no se dejan esperar, pues, algo que se disfruta en estos días es de los momentos en familia y las amenas pláticas, escenario perfecto para los cuentos que conforman la tradición oral.
Estas tradiciones que, primero, fueron parte de la religiosidad de las culturas prehispánicas y que se han modificado con el sincretismo religioso y cultural, son un ejemplo de que la cultura no es estática y está en constante movimiento.
Así como las prácticas culturales de las comunidades indígenas se han visto influenciadas por el proceso de colonización y, actualmente, por la globalización; de la misma manera, hoy vemos nuevas manifestaciones culturales a partir de la creatividad y el arte, como el desfile de catrinas, basado en la obra de Posadas, o el llamado desfile de las ánimas, que son ahora parte de la tradición mexicana de estos días.
Es por eso, que Lectámbulos dedica su edición de noviembre al Arte y tradición, para recordar que es en estas prácticas donde nos reconocemos e identificamos como cultura, como pueblo, como familia, como individuos. Es a partir del arte y la tradición que nos comunicamos con quienes vivieron antes y con quienes habrán de vivir después de nosotros.
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