Hace un par de días sentí de nuevo el olor a Colombia en una casa al más puro estilo inglés, ese que está en mi imaginario y que cada vez que vengo a Inglaterra observo con especial interés.

El blanco y el negro. Siempre la polaridad. El tener que elegir si estás de este lado o estás allá. La connotación de lo negro como negativo y lo blanco, positivo.

Soy hija del mundo y huérfana de la pandemia.

Viajé a la ciudad en donde nací para buscar un libro. Un libro que mi papá empezó a leer, entusiasmado por saber cómo empezó todo. Todo.

Las migraciones. Las despedidas. Las lágrimas de aeropuerto. La decisión de cerrar la puerta y cruzar la frontera. Los papeles, los permisos, el hueco en el estómago al saber que tienes una visa de turista cuando a lo que vas es a trabajar.