El fracaso de los cambios de regímenes

¿En qué momento se hallaba Trump respecto a Venezuela cuando decidió realizar las últimas presiones para forzar un cambio de régimen en Caracas? Las amplias sanciones impuestas habían empeorado los ya graves problemas económicos y humanitarios del país en detrimento de decenas de millones de ciudadanos, mientras Nicolás Maduro y los partidarios de la revolución chavista habían logrado mantener e incluso reforzar su popularidad y poder.

Al insertar a Estados Unidos en la crisis política de Venezuela, Washington trataba de coaccionar a Maduro para que renunciara a la presidencia del país. Sin embargo, con ello, Donald Trump logró justamente lo contrario, reforzó efectivamente la posición de Maduro sin tener que ofrecer incentivo alguno a quien se mostrara dispuesto a negociar. El plan alentado por exiliados e ideólogos de línea dura de la calaña de Marco Rubio, y Maurice Claver-Carone, le habían vendido al imperio planes para lograr victorias expeditas y fáciles que le aportarían mucho beneficio político para su reelección en noviembre.

Obviamente al haber fracasado rotundamente tan “victoriosos” planes, Trump parecía haber perdido interés en el pérfido asunto, no obstante, la pavorosa y destructiva política de «máxima presión» ha continuado su implementación. Tras dos años, esta criminal política estadounidense no ha logrado otra cosa que no sea dificultar a los venezolanos la obtención de alimentos, medicinas y combustible.

La Casa Blanca amenazó entonces con la imposición de más sanciones que podrían limitar la importación de diésel al país, lo que tendría consecuencias devastadoras para el transporte individual, el transporte público y la generación de electricidad.

En su encarnizada guerra económica contra los venezolanos, la administración Trump prioriza siempre el reclutamiento de otros regímenes susceptibles de capitulación ante sus demandas imperiales.

Confía que, asfixiar a la población con sanciones, hará más probable que sus dirigentes cedan, ignorando que, por el contrario, en la medida en que los dirigentes puedan culpar a las sanciones del imperio por los efectos adversos debidos a las inevitables deficiencias cotidianas en el país, pueden reducir de alguna manera la presión popular contra el gobierno nacional por los descontentos propios de la presión política interna.

Los partidarios de la línea dura en la oposición venezolana presionan para que las sanciones sean cada vez más severas porque les gusta pensar esquemáticamente que están presionando al gobierno chavista, pero en verdad con ello debilitan a la propia oposición al obligar a todos los miembros de la sociedad a unirse en la lucha por la sobrevivencia. Las sanciones drásticas suelen ser una ayuda para el gobierno que combaten, porque roban tiempo, energía y recursos a las mismas personas que buscan un cambio político.

Según una reciente encuesta de la opinión pública venezolana, existía un amplio apoyo en todo el espectro político para la participación de la oposición en las elecciones.

Boicotear las elecciones pudiera parecer preferible para la oposición sólo si se parte de la probabilidad de irregularidades y trampas, algo que el chavismo ha demostrado reiteradamente que jamás ha sido su conducta. Además, es innegable que ello cedería terreno a Maduro y el chavismo, y dejaría a la oposición en una posición aún peor de la que ya tienen.

Por su parte, el Canciller Pompeo ha criticado erróneamente a los miembros de la oposición que han llamado a participar en las elecciones.

Pompeo preferiría que Guaidó y la oposición siguieran su curso autodestructivo. Eso es porque los partidarios de la línea dura de la administración no están interesados en resolver la crisis o incluso en ayudar a la oposición, pero están felices de utilizar ambas cosas para justificar su fallida política de «máxima presión». Al igual que han hecho con Irán, la administración Trump acumula sanciones contra Venezuela no para lograr un objetivo identificable, sino simplemente para infligir dolor y destrucción económica por su propio bien. No les preocupa lo que le suceda a la gente que vive en Venezuela, y han estado usando a ese país como poco más que un accesorio en la campaña electoral.

La «máxima presión» ha sido un fracaso en todos los lugares donde se ha intentado. Utilizar un arma indiscriminada contra toda una nación en un esfuerzo vano por derrocar a su gobierno y devastar a la población mientras deja a los dirigentes relativamente indemnes, ha sido un desastre para el pueblo venezolano, alejando la posibilidad de una transición política y no ha servido a ningún interés estadounidense. El gobierno de Estados Unidos que deberá ser electo el próximo tres de noviembre, necesitaría desechar esta estúpida política de “castigo colectivo” y rechazar la fantasía hollywoodense de derribar gobiernos con ella. Tal vez entonces podría haber algún progreso hacia una transición con un enfoque mucho más flexible e inteligente, y más parecida a lo que pretende Washington por la fuerza bruta.

Manuel Yepe Menéndez
Manuel Yepe Menéndez (La Habana 1936), desde 1954 fue combatiente insurreccional en La Habana como integrante de las Brigadas Juveniles de 26 de Julio en la Universidad de La Habana. Trabajó en la reproducción y distribución del alegato de defensa de Fidel Castro "La historia me absolverá". En 1958 dirigió la revista clandestina del M-26-7 ACCIÓN, que se editaba semanalmente en La Habana y se identificaba como Órgano de la Juventud Cubana. Es Licenciado en Derecho, en Dirección de la Economía y en Ciencias Sociales. Se ha desempeñó como Director de Protocolo en el Ministerio de Relaciones Exteriores, Embajador de Cuba en Rumanía. Fue Director General de agencia de noticias Prensa Latina; vicepresidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT); director del periódico Guerrillero de Pinar del Río, y Director Nacional (fundador en Cuba) del proyecto TIPS del PNUD. Desde 2000 hasta la actualidad es miembro del Secretariado del Movimiento Cubano por la Paz. Fue comentarista de temas internacionales de los diarios POR ESTO! (2008-junio 2020). Agosto 2020