«Juan Ramón me posee.» Me dice una señora de unos cincuenta mientras sostengo mi cubata en plena plaza de la Alfalfa. «Juan Ramón me posee y yo escribo por él. Me cuenta sus aventuras por las nubes en compañía de Platero.» Yo le doy coba, le hago preguntas, para que me diga más. Mis amigos me llaman. «Adiós», le digo. «Adiós, me ha encantado conocerte. Me alegra saber que aún queda juventud que aprecia la cultura.» «Te hemos salvado», dicen riendo mis amigos. «Qué te contaba?» «Nada, paranoias de vieja.» Nos vamos. La señora se quedó en el mismo sitio, sentada, mirando sonriente a la multitud que le rodeaba aquel sábado por la noche. |
Juan Ramón

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