Las mujeres y la masonería: un camino accidentado

Larga y accidentada es la historia de la relación de las mujeres y la masonería que considero es muy importante conocer por la trascendencia que tuvo y que aún podría tener en la lucha por una sociedad más justa e igualitaria. Tan larga e importante es que resulta imposible abarcarla en unas cuantas páginas, por lo que solo me referiré brevemente a un contexto histórico internacional, enmarcando la etapa que abarca los tres últimos siglos en México y particularmente en Yucatán.

Para quienes desconocen a nuestra muy honorable institución es preciso dar a conocer su definición: es una institución de carácter iniciático, no religiosa, es filantrópica, simbólica y filosófica, fundada en un sentimiento de fraternidad. Tiene como objetivo la búsqueda de la verdad (científica, comprobable) y el fomento del desarrollo social y moral del ser humano, así como del progreso social.

También es preciso aclarar que la masonería como toda institución humana se ha trasformado en el tiempo y ha estado influida por diferentes filosofías y corrientes de pensamiento, lo que explica su accidentada y en ocasiones contradictoria relación con el género femenino.                

Señalaré como antecedente a los gremios de constructores que dieron lugar a la masonería operativa y que según registros históricos admitieron mujeres, aunque ciertamente eran minoría. Durante el Renacimiento en el siglo XV surgió la masonería especulativa, a la cual se incorporaron grandes artistas así como científicos y filósofos, y que también admitieron mujeres. Debemos recordar que durante la ilustración las mujeres, en un ambiente social donde florecía la ciencia y se cuestionaba los dogmas religiosos, encontraron las condiciones para manifestar su oposición a las tradiciones que establecían la subordinación e inferioridad ante los hombres.

Sin embargo a principios del siglo XVIII los cléricos protestantes presbiterianos crearon el Rito Escocés y en 1723 el pastor Anderson redactó las Ladmarks o sea las “leyes” de la masonería que rigen a muchas logias actualmente y prohíben la entrada a las logias a “los ciegos, locos y mujeres”.

Pese a ello, una de las corrientes de pensamiento que impactó nuestra institución fue el liberalismo. Son claros los vínculos entre las revoluciones liberales y el surgimiento del feminismo; sin embargo, aunque la Revolución Francesa (1789) y las demás revoluciones liberal-burguesas plantearon como objetivo central la consecución de la igualdad jurídica, de las libertades y los derechos políticos, estas libertades y derechos no fueron otorgadas a las mujeres, lo que dio origen al movimiento feminista y explica en buena parte las contradicciones entre los diferentes ritos masónicos y su postura acerca de las mujeres.    

Mis Aldworth, primera masona (Irlanda, 1732)

La masonería en México surge oficialmente con la independencia del Primer Imperio Mexicano, en 1821, el Rito Escocés Antiguo y Aceptado fue el primero que se conoció en México, y los hombres más ilustrados del siglo XIX se iniciaron en él. Posteriormente, se estableció el Rito de York y en 1826 el Rito Nacional Mexicano. Durante el porfirismo se funden los Ritos masónicos en la «Gran Dieta Simbólica», presidida por el Yucateco Ermilo G. Cantón aunque finalizado este periodo se separan nuevamente.

En México, durante el siglo XIX  y principios del XX, fue difundido el liberalismo y fomentado a través de  las logias masónicas, llegando el caso de que entre 1872 a 1911, el pensamiento liberal y el masónico se fundieron en las logias.  Ambos defendían la secularización de la sociedad y el laicismo.

Sin embargo, en las logias masónicas se reprodujo lo que sucedió con los ilustrados liberales de la época: pusieron en el centro de la humanidad al hombre y a la mujer bajo su tutelaje. Los hombres frenaron y limitaron la participación femenina en la masonería al no permitirles acceder a los más altos grados y crear para ellas organismos tutelados llamados paramasónicos. Al mismo tiempo, paradójicamente, en su afán de liberarlas del yugo de la iglesia, incorporarlas a la ilustración y encaminarlas al progreso, contribuyeron a generar condiciones para que las mujeres cuestionaran su propia posición en la sociedad.

En diferentes partes del mundo los nexos entre las logias masónicas  y el movimiento de las mujeres por la defensa de sus derechos son claros y directos. En México, el mejor ejemplo lo tenemos en Laureana Wright de Kleinhans, masona escritora y precursora mexicana del feminismo, que en sus escritos defendió la educación femenina como medio para lograr su emancipación y la igualdad intelectual entre hombres y mujeres.  Es más conocida por su trayectoria como gran escritora, literata y feminista mexicana, pero menos por su importante participación al interior de las logias masónicas mexicanas de finales del siglo XIX, información de la que hoy disponemos gracias al profundo y bien documentado trabajo de Carlos F. Martín Moreno.    

Durante el porfiriato la masonería proliferó defendiendo los principios que el liberalismo y la ilustración sustentaban: el ejercicio de la razón, la libertad de conciencia y tolerancia de cultos. En Yucatán no fue muy diferente al resto del país, las logias masónicas adquirieron gran importancia e impulsaron la educación laica y científica, las revistas literarias, así como sociedades culturales donde las mujeres participaron activamente. 

Laureana Wrigth González

Como parte del contexto es importante señalar que desde aquel entonces ya existían varias  figuras promovidas en Europa para dar paso a la participación de las mujeres en la masonería, entre ellas el Rito llamado de Adopción o Masonería de Damas. Estos cuerpos se denominaron Centros Paramasónicos Femeninos y como tales estaban circunscritos al régimen de las logias masculinas que los patrocinaban.

La Masonería femenina aparece en México en 1883 con la fundación de la Logia Masónica Femenina “La Media Luz” en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, convirtiéndose en la primera Logia femenina del país, y según se tiene conocimiento del mundo, bajo la práctica del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Entre 1888 y 1891 el masón yucateco Ermilo G. Cantón fundó dos logias de mujeres bajo el amparo de la Gran Dieta de México, llamadas “María Alarcón de Mateos” No. 27 (fundada antes de 1890) y “Josefa C. De Cantón” (Logia que llevo el nombre de su primera esposa). De hecho es importante saber que la madre y la segunda esposa de Ermilo G. Cantón eran masonas y que en 1894 publicó el texto “La mujer y la masonería” en un  acta de la asamblea de la Gran Dieta donde defendía la existencia de las logias de señoras, con la finalidad de “combatir el dominio del ave negra de Roma y sus secuaces los hijos de Loyola (que)… exageran y divinizan la Mariolatría”. 

Entre 1892 y 1894 funcionaban en México 21 logias masónicas de mujeres en 12 estados de país, entre ellos Yucatán. A pesar de la accidentada y restringida participación de las mujeres en la masonería de finales del siglo XIX, es importante saber que en 1889 se editó una liturgia para el funcionamiento de las logias Capitulares de Adopción, formado y mandado a observar por el Supremo Congreso del Rito A.A. E. (Antiguo, Aceptado y Escoses)  en la República Mexicana. Esta liturgia impresa en Toluca nos permite conocer el pensamiento masónico sobre la mujer de la época y cual debía ser, de acuerdo a sus concepciones y principios, su participación en el impulso transformador que pretendían generar en la sociedad.  

Lo primero que nos llama la atención es el claro y explícito tutelaje al que estaban sometidas las mujeres en las logias, ya que según la liturgia no se les permitía acudir solas o con otras mujeres, sino exclusivamente acompañadas de parientes masculinos. Es también revelador del carácter patriarcal de las logias el hecho de que las mujeres, como hasta hoy en día en el rito escoses de Yucatán, no pudieran obtener los más altos grados, y solo les fuera permitido llegar hasta el grado 14 de los 33 posibles.  Se estableció en la mencionada liturgia:

 Artículo 1: Sólo pueden formarse Logias Capitulares de Adopción de Señoras, cuando éstas sean presentadas y acompañadas en cada tenida por el padre, marido, hermano o hijo de la pretendiente, o de la que ya esté recibida”.

“Artículo 2: No puede admitirse en una Logia Capitular de Adopción, sino al hermano acompañando a la hermana; al marido acompañando a la esposa; al padre acompañando a la hija; el hijo acompañando a la madre”.

“Artículo 3: En las Logias de Adopción sólo pueden presentarse masones regulares, en los términos antes dichos; y ningún masón ni masona podrán usar insignias y distinciones superiores al grado 14.

En sus articulados podemos constatar, además del papel tutelado que vivían las mujeres en las logias, la continuidad del ideal patriarcal que las vinculaban con el altruismo y la caridad, lo cual es evidente en los siguientes párrafos de la liturgia destinados a la iniciación y aprendizaje de los principios masónicos de una aprendiz: 

—Un día vio el Supremo Hacedor que los hombres abusaban de su fuerza, y que las mujeres en vez de bondad tenían astucia; que la tiranía borraba la libertad, y que los más dichosos miraban con desdén los padecimientos de sus hermanos. Aquel espectáculo desagradó al Todopoderoso; mas no queriendo quitar de la tierra el perfeccionamiento por el dolor, y el merecimiento por las buenas acciones, permitió que bajara del Cielo un suave rocío que cura todas las heridas, un delicado perfume que consuela todas las penas; y desde entonces se conoció un amor desinteresado, que lleva por nombre «caridad».

Sin embargo, como todas las contradicciones y paradojas surgidas de los ilustrados liberales de la época y masones de libre pensamiento, en la liturgia  encontrarnos elementos que promueven el rompimiento de las mujeres con una de las instituciones que con más fuerza se oponían al cambio en el ideal femenino, la iglesia católica mexicana. Y junto con ello el posicionamiento de una nueva mentalidad a fin a la verdad científica, y por lo tanto a la libertad de conciencia  que se requiere para cuestionar todo orden establecido. Lo que se expresa en los siguientes párrafos:  

“(  )… Debo cumplir con un deber respecto de vos, amiga mía y por eso paso á dirigiros algunas preguntas: ¿Sabéis el objeto de nuestra institución? Después que se conteste, añade: La encontraréis que en la masonería de adopción se halla representado el árbol del bien y del mal, la serpiente que en él mismo se enrosca, y la manzana fatal que es ofrecida á la mujer. Pero no toméis nada de esto al pié de la letra, y buscad solo el pensamiento que encierra el símbolo”.

“(  )… explicad á nuestra nueva hermana lo que en masonería significa la manzana del Paraíso. (  )…—Hermana la fruta del árbol prohibido, no significa en masonería una particular tentación, ni menos una seducción grosera llevada á efecto por un reptil inmundo. Si en la vida social hay serpientes, como la del Paraíso, ofrecimiento y traición, como la que ahora recordamos; esto sólo pudo ser aplicable á épocas primitivas y á personas incultas; más en la actualidad, y para las personas que aquí nos reunimos, la serpiente es la superstición, que rastrera, astuta y venenosa, se introduce en el seno de las familias y de los pueblos para dividirlos, debilitarlos y dominarlos en seguida. La manzana es la apariencia de la verdad, la falsa imitación de lo bello, la hipocresía de la religión.

Vale la pena conocer también la postura de los masones de la época respecto a la relación entre los géneros, que si bien distaba mucho de ser feminista, representaba en aquel entonces un avance respecto a los discursos conservadores que sostenían la inferioridad de las mujeres respecto al hombre. Como podremos ver en el siguiente extracto de la liturgia no solo se cuestiona la inferioridad de las mujeres y su sometimiento a los deseos de los hombres, sino incluso se habla de igualdad de derechos entre los géneros:

“(  )…—La naturaleza abre para vos, querida hermana, sus brazos amorosos; no sois paria despreciada por la sociedad; no sois cosa hecha para el capricho y veleidad del sexo fuerte; sois un ser independiente por la instrucción y por la industria. Trataréis de igual á igual con el hombre; porque vuestro derecho es igual al suyo: y si por vuestro sexo estáis sometida á mayores sufrimientos, éstos serán motivo para mayores consideraciones, que seguramente os serán concedidas con la mejor voluntad, en proporción de vuestro mérito.

Es necesario señalar la importancia dada por las hijas de Eva a la instrucción y  a la industria o sea al trabajo productivo y artístico que les permitía ser útiles en la sociedad y según esta concepción masónica a su autonomía. Postura que contrasta con el de las hijas de María (llamadas también congregaciones marianas) establecidas desde tiempo atrás con el fin de honrar a la Santísima Virgen mediante la imitación de María y la promoción del apostolado en el ambiente familiar y social, con las que compartían el ideal altruista de la “Caridad”, pero no el de la instrucción laica y científica, ni la necesidad de ser productivas en el mundo profano y por lo tanto autónomas en sus formas de vida como condición para pertenecer a una fraternidad. 

(  )…—Hermanas que habéis acompañado á nuestra nueva Hermana, conducidla al vestíbulo para que se quite el velo y la venda; enseñadle el modo de llamar á nuestras puertas; ayudadle á formar su nombre simbólico, instruidla de que necesita dedicarse al ejercicio de alguna profesión, arte u oficio, útiles á la sociedad, según su actitud y recursos, para que nos diga cual elige, y traedla engalanada para que reciba las primicias de nuestros afectos y continúe su recepción.

En las logias, tanto en México como en Yucatán, durante principios del siglo XX los masones yucatecos consideraban importante que sus esposas, hijas y familiares femeninas se les instruyeran bajo los preceptos del liberalismo ilustrado. De hecho en la liturgia del Rito Nacional Mexicano se establece como obligación para los masones liberar a sus esposas del tutelaje de los frailes, con el fin de allanar el camino para su ilustración. Por supuesto, tal como esperaban los ilustrados liberales de la época, los masones tenían como expectativa además de convertir a las mujeres en mejores esposas y madres, que estas pudieran  contribuir con su labor educativa, dentro y fuera del ámbito familiar, al cambio requerido para el llamado “progreso del género humano”, es decir al tránsito de una sociedad feudal a una moderna capitalista. 

… Propagar por todas partes las partes las enseñanzas del Maestro, defender y sostener su credo liberal, que proclamó para emancipar las conciencias, haciendo al pueblo libre del fanatismo clerical que lo explotaba, manteniéndolo en la más humillante condición de embrutecimiento y barbarie bajo su tutelaje y superstición” (  ) …trabajar constantemente para combatir el vicio y la ignorancia, laborar en bien de la mujer, instruyéndola, para que libre de preocupaciones, ejercite ampliamente sus derechos y cumpla con sus sagrados deberes de amor a la humanidad y a la familia”…(  ) “La regeneración no llegará, mientras se tolere que los labios mientan, mientras se tolere que la religión oprima y se imponga en nuestro hogar por un desconocido; mientras no abatamos la ambición y la hipocresía, no emancipemos de la tutela del fraile a esa sublime y bella matrona, alma máter del género humano, que llamamos mujer. ¡Guerra eterna a todos los explotadores de la conciencia humana!”

Triangulo masónico Palmira Luz

Sin embargo, debido a presiones de logias extranjeras, las logias de señoras fueron declaradas irregulares y “abatieron columnas” (dejaron de funcionar). Esto a pesar de que muchos masones se opusieron a excluir a las mujeres de la masonería y fueron expulsados por su falta de obediencia. Ante esta situación, gracias al trabajo de investigación de Carlos Martin Moreno, podemos conocer la respuesta de Laureana Wrigth González ante esta situación misma que presentó en la logia “María Alarcón de Mateos N 27 en su tenida del 13 de julio de 1895:

“Ojala que esta triste experiencia sea el origen de que la Masonería Mexicana que ha dado tan alto ejemplo de justicia, equidad y de progreso, admitiendo a la mujer en su seno hoy que se ve amenazada con el aislamiento de la confraternidad universal por este hecho sea la primera en promover una moción para que la Masonería en general borre de sus códigos la anomalía de la exclusión de la mujer”.     

Pese a este gran tropiezo para la masonería femenina, tomando en consideración la postura anticlerical de los masones de finales del siglo XIX y principios del XX resulta comprensible que desde las esferas de gobierno, promovieran las escuelas laicas para niños pero también para niñas. Lo que permitió el surgimiento de un grupo de mujeres ilustradas, emparentadas muchas de ellas con los liberales masones, quienes convertidas en las maestras de los liceos de niñas promovían el pensamiento científico.

Los liberales y masones yucatecos de finales del siglo XIX y principios del XX perseguían en torno a la mujer los mismos objetivos que los hombres  ilustrados de otras partes del mundo, es decir;  promover su educación para convertirlas, ya sea en calidad de madres o profesoras,  formadoras de mejores ciudadanos. Esto es nuevamente explícito en las publicaciones de la época, por ejemplo en “El Fénix”, periódico dirigido y administrado por liberales de Motul. En 1899, Agustín Franco Villanueva, miembro de la logia Renacimiento,  maestro y escritor yucateco  (quien a la llegada de Salvador Alvarado al gobierno fue nombrado director de Enseñanza Rural del Estado) anunció la apertura del Colegio para niñas Josefa Ortiz. Dicha escuela se inició bajo la dirección de la “inteligente” Profesora Uldárica Aguilar, donde según las palabras de Agustín Franco: “los métodos y procedimientos de enseñanza que en él se observaron son de lo más bueno y moderno”.  En el mismo periódico, en su primera página también podemos leer:

“La educación de la mujer es la base del engrandecimiento y prosperidad de los pueblos y ha sido siempre y lo será cada día más conforme vayan avanzando las generaciones al par que la civilización moderna una necesidad indispensable para el progreso de la humanidad entera; pues bien sabido es que la misión de la mujer ante las leyes de la sociedad y de la naturaleza es grande y sagrada y para que quede bien cumplida se hace necesario que al llegar a ser madre de familia y para llenar este tan concienzudo y delicado encargo, preciso es, decimos, prepararla; es decir instruirla y educarla para que pueda legar a la sociedad, ciudadanos útiles y virtuosos para todos los fines de la vida. (  )… Por estas razones los pueblos deben procurar por todos los medios que estén a su alcance, no descuidar ni un sólo momento la instrucción de la mujer si quieren que las generaciones venideras cuenten en su seno con hombres verdaderos liberales, patriotas y útiles a la sociedad”. 

Las ventajas que lo anterior representó para la lucha emancipadora de las mujeres son claras, lograron obtener de este modo una profesión, un lugar preponderante en el espacio público y ser autónomas en cuanto a sus ingresos económicos.

Las mujeres yucatecas ilustradas, de manera independiente a los intereses de los masones de su época, pero ligadas a ellos por parentesco y afinidades ideológicas, empezaron a cuestionar su papel en la familia y en la sociedad gracias entre otros factores a su actividad de profesoras en los liceos, su participación en sociedades culturales donde tenían acceso a los periódicos, revistas nacionales y extranjeras, y al intercambio epistolar con mujeres de otras partes del mundo. Por lo tanto, es comprensible que a finales del siglo XIX y principios del XX nos encontremos en Yucatán a una generación de mujeres ilustradas, educadoras y promotoras de las bellas artes, vinculadas a los políticos liberales, algunos de ellos masones, que iniciaron el proceso de deconstruir lo que hasta ese momento se consideraba la esencia y el deber ser femenino.

Un ejemplo  ilustrador es el del grupo de maestras que conformaron junto con la profesora Rita Cetina la organización que fundó la revista Siempreviva y el liceo de niñas con el mismo nombre. Sin embargo,  este no fue un caso aislado, se suma a lo que otras mujeres se encontraban realizando simultáneamente en las pequeñas ciudades y villas del interior del estado, ya sea fundando escuelas gratuitas y laicas para niñas, influyendo en las nuevas generaciones a través de la educación, participando en proyectos editoriales, promoviendo nuevas doctrinas en las sociedades culturales en las que participaban y por supuesto abriendo nuevos campos laborales para su género.

Consuelo Zavala

En años posteriores, de acuerdo al trabajo de investigación de Celia Rosado Avilés, salidas de las logias masónicas y apoyadas por Eligio Ancona y por el vicegobernador Carlos Peón Machado, se crearon las organizaciones: “El Conservatorio” y “La Emulación”. El propósito de la segunda fue fundar un liceo para niñas y en “La Emulación” se acordó establecer el Colegio Hidalgo, que inició sus trabajos bajo el concepto de “libertad de conciencia” Posteriormente, el 4 de septiembre de 1905, el Colegio Consuelo Zavala fue fundado como laico y mixto.  

Resulta factible e importante señalar los vínculos entre la masonería yucateca y las pioneras del feminismo yucateco, es decir entre los masones y sus familiares mujeres llamadas por ellos mismos sus “hermanas”, y denominadas de acuerdo a sus liturgias como “Las hijas de Eva”.  Entre algunas de las más importantes y conocidas se encuentra Gertrudis Tenorio Zavala fundadora, junto con Rita Cetina, de la Sociedad la Siempreviva, quien era nieta de Lorenzo de Zavala, liberal promotor de las primeras logias masónicas de Yucatán. Otro dato importante de mencionar es que la profesora Consuelo Zavala Castillo, fundadora de la primera escuela privada laica para niñas en Yucatán y presidenta del Comité Organizador del Primer Congreso Feminista, también era descendiente directa del mencionado ilustre Lorenzo Zavala.

Es importante también saber que Beatriz Peniche Barrera, una de las primeras tres mujeres electas como diputadas del país, era hija de Primitivo Peniche, liberal constitucionalista y prominente masón yucateco, relación familiar que le permitió, a pesar de su juventud, que al llegar a esta tierra el general Salvador Alvarado la nombrara directora de la Biblioteca Manuel Cepeda Peraza. Finalmente mencionaremos a Elvia Carrillo Puerto, una de las impulsoras del feminismo yucateco, quien era hermana de otro masón, el gobernador socialista Felipe Carrillo Puerto. Y si bien estas son algunas de las más conocidas feministas con vínculos personales y familiares con masones, no fueron las únicas, por lo que es importante establecer como parte de los antecedente del movimiento feminista yucateco el papel que venían jugando en la sociedad las llamadas Hijas de Eva.

Primer Congreso Feminista de México. Teatro Peón Contreras. Mérida, Yucatán, 1916

Esto se va a expresar claramente en el Primer Congreso feminista de Yucatán, donde las maestras yucatecas van impulsar la ilustración de la mujer a través de la educación, la participación en el mundo laboral en “profesiones liberales” y su desfanatización, tal cual lo mandataban las liturgias masónicas de la época. Los masones liberales ilustrados estaban convencidos de la que la educación (racionalista y científica) era la base del desarrollo de la sociedad, las hijas de Eva afirmaban lo mismo, pero estaban aún más convencidas de que esta liberaría a su género del dominio del hombre.     

Sin embargo y pese a los buenos deseos de Laureana pasaron muchos años antes de que las mujeres fueran admitidas nuevamente en la masonería, siendo hasta 1935 que se crea la primera Gran Logia Femenina mexicana llamada Gran Logia “Emancipación Dogmática Femenina”, con sede en la ciudad de México, y posteriormente “Alma Libre” Núm. 2 e “Izquierdas” Núm. 3. Posteriormente se formaron otras logias femeninas y en el Rito Nacional Mexicano también mixtas donde se admite hombres y mujeres en igualdad de condiciones, por lo que no es propiamente masonería femenina. Las logias mixtas más conocidas se encuentran Gran Logia Nacional Mexicana «la Luz», cuya sede está en la ciudad de México, la Respetable Logia Género Humano, la Respetable Logia Ometochtli Tepoztecatl de la ciudad de Cuernavaca, y en Yucatán La Muy Digna y Respetable Gran Logia del Estado Chultun, del Rito Nacional Mexicano.  

Cabe mencionar que La masonería femenina en México no ha sido reconocida plenamente por varias potencias masónicas que vergonzosamente no admiten a la mujer dentro de los rituales masónicos de sus templos. Sin embargo, las mismas mujeres masonas cuestionan estas posturas y algunas se declaran abiertamente feministas, bravo por ellas y por todas las que hoy luchamos por la equidad y nuestros derechos, dentro y fuera de nuestra honorable institución.

Georgina Rosado Rosado es egresada de la Universidad Autónoma de Yucatán, de la licenciatura de Ciencias Antropológicas (UADY), tiene una maestría en Antropología Social en “El Colegió de Michoacán”. Profesora Investigadora de la UADY durante 33 años, donde realizó diversas investigaciones sobre la mujer y las relaciones de género, la cultura maya, la violencia y discriminación entre los jóvenes, entre otras temáticas. Pionera en la aplicación de la perspectiva de género en la docencia y en la investigación en Yucatán. Autora y coordinadora de diversos libros sobre los temas mencionados, así como de artículos científicos y de divulgación en revistas nacionales e internacionales. Durante la gestión de gobierno 2007-2012, fue directora general del Instituto para la Equidad de Género del gobierno de Yucatán (IEGY). Integrante del Sistema Nacional para la Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de Violencia y del Sistema Nacional de Igualdad entre Mujeres y Hombres. (2007-20012). Siendo directora del IEGY desarrollo un programa editorial gracias al cual se editaron la Revista “Alas de Mariposas” y cincuenta libros de diversos autores y autoras entre ellos “La Siempreviva”, emblemático del Bicentenario del gobierno del estado. La maestra Georgina Rosado es autora de publicaciones muy relevantes destacando entre estas: 1) Mujer maya: Siglos tejiendo una identidad. 2) Amazonas: Mujeres líderes de la Costa Yucateca, 3) Género y poder entre los mayas rebeldes de Yucatán, 4) Violencia y discriminación de género entre jóvenes de educación media superior en Yucatán. 5) Mujeres en tierras mayas: Nuevas Miradas, 6) Deshaciendo Nudos y 7) Las Hijas de Eva. Las semillas de una revolución. Articulista del Por Esto! del 2000 a la fecha. Colaboradora de la sección Unicornio donde participa en la difusión y desarrollo del periodismo cultural y científico.