I
Zarpa una nube en este rojo mar,
espera que abordes,
zarpará con los astros el viento largo de tus cabellos
cegará estrellas.
II
Sobre tu risa, el universo,
flota mi cuerpo.
Asume, a la deriva,
su condición de náufrago.
III
Hoy no trato de asirme a ninguna cuerda,
estoy a salvó,
el mar, que me conoce,
como un perro me lame.
No quiero lámparas,
que nadie asuste al mar,
he guardado su voz en caracolas,
solo quedan estas limpias montañas
de sal y espuma
y unos peces metálicos que no duermen.
IV
Está tarde abrieron la ventana,
la playa entró,
pero el mar inasible
permanece,
aves descansan y regresan
barcazas con olor a nostalgia,
ciudades de exilio,
sueños inéditos,
paisajes
en un álbum antiguo.
El mar,
el viejo azul,
alarga el horizonte.
V
Tengo miedo,
la furia de las aguas
ensordece,
un desorden vastísimo de nubes
cruza el cielo,
tus ojos arden.
Veo la lluvia.
*Un poema de Las otras voces, ICY, 1992.
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